Inocencia.

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—Venga, hazlo, princesita

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—Venga, hazlo, princesita.

La niña escuchó atentamente la petición suave de su padre, incluso su voz sonaba cariñosa. Le dió una larga mirada al mayor, entre toda su inocencia, esbozando una sonrisa, queriendo que su papá le diera más cariño, solía golpearla cuando tenía menos edad. Ahora era una niña grande, y él la quería, y a su madre también.

Nunca mejor dicho.

—Hazlo, chiquilla.

El tono esta vez fue más rudo y le causó un poco de miedo, pero eso hacían todos los padres, eso creía ella.

El perrito en frente estaba moribundo, chillaba fuerte, de forma agónica, y eso le causaba lástima a la castañita de ojos verdes. El puchero en sus labios lo confirmaba, y ella deseaba acabar con el sufrimiento del pobre animalito, no le gustaba verle mal.

Alzó el cuchillo que había tomado de la cocina de su casa, a petición del hombre, y con una sonrisa que destilaba felicidad, lo encajó en el pecho del animal.

—¡Mira papi! ¡El líquido del descanso está saliendo de su pecho!—señaló con orgullo la sangre en el pobre animal, desgarrado en su parte frontal— ¡Ahora será feliz!

—Así es, princesa—El hombre palmeó la espalda de la niña con una sonrisa siniestra— ¿Ya sabes qué hacer con mamá para que no llore más?

Una sonrisa feliz se alzaba en los labios rosados y carnosos de la chiquilla. A sus nueve años creía que todo lo que su papá decía estaba bien, todo por su cariño y amor. Si hacía lo que él le pedía, él no le pegaría.

La niña entró a la casa, a saltos de indio, de forma infantil mientras que escondía el cuchillo tras su espalda, sorprendería a su madre.

La señora de la casa vió llegar a la luz de sus ojos, y se acercó a ella, acariciando su cabello.

—Shhh, silencio, no le cuentes—la pequeña le habló a la esquina, dejando confusa a su progenitora.

—Bebé, ¿con quién hablas?—preguntó la mujer con un deje confuso en su voz.

—Con papi, ¡quiere que te entierre el puñal del amor verdadero, mami!

La expresión de la madre era todo un poema. Apretó los labios, recordando al abusador de su ex marido.

—Pero... papá murió hace dos años, princesa...

El rostro de la niña se deformó en una mueca de enojo, formando un berrinche en cuestión de segundos.

—¡No digas eso! ¡Papá nos ama y quiere que nos reunamos con él en el cielo del amor!

Chilló la mocosa antes de clavarle el cuchillo a su madre, sin darle tiempo a reaccionar, abultando los labios y viendo la sonrisa cariñosa de su progenitor.

El cuerpo de la mujer cayó de forma inmediata, el cuchillo había quedado encajado justo sobre su tráquea, traspasándola con el filo, haciéndola fallecer de forma rápida y poco dolorosa.

—Ahora tú, pequeña.

La niña asintió con entusiasmo antes de sacar el arma del cadáver, para pasar el filo del cuchillo por su garganta, desgarrándola en cuestión de segundos, acabando consigo misma.

Mi inmoral lector...no tengo comentarios que hacer esta vez, lo dejo a tu imaginación.

Relatos Oscuros (Bilogía: Relatos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora