Su nivel de narcisismo era excesivo.
Su amor por sí mismo era tal que en cada superficie reflejante que encontrara, él paraba y se admiraba. Su egocentrismo era extremo. Él era el mejor, él era el más guapo, él era el más inteligente, él era el más culto.
Y lo peor es que esa, sólo era una de sus tantas personalidades y defectos.
Había acabado de mudarse a un nuevo vecindario, donde nadie tenía idea de quién era él, pero pronto lo sabrían, él mismo se encargaría de hacerse notar.
Apenas acababa de llegar cuando se dió cuenta de que alguien le observaba. Desde la ventana de la casa contigua, yacía una bonita rubia de ojos azules, con los brazos cruzados, apoyada en una de las aristas del marco de la ventana.
Una sonrisa surcó los labios de la chica, quien alzó la mano para saludar a semejante chico, increíblemente guapo a sus ojos mientras que él le devolvía el gesto a su nueva vecina.
Pasaron los días y ellos se seguían viendo a diario, sin embargo, aún no cruzaban palabras, más bien, mantenían una conversación silenciosa, unos saludos cordiales donde la palabra no tenía cabida.
A él le atraía el físico de la chica y haría lo que fuera por tener algo con ella. Él sabía que no le sería difícil.
Cada que pasaba el tiempo, encontraba a la chica en la misma posición, observándole, admirándole sin parpadear, la tenía en la palma de su mano.
Pasados unos dos días más, fue a visitarla, acudió a su puerta, pero cuando fue a tocar, para su sorpresa, esta se encontraba abierta. Se adentró en el lugar de forma silenciosa, sin llamar a nadie, puesto que aún no conocía su nombre, y además, era bastante raro que el lugar pareciera desolado, descuidado, revuelto y desordenado, pero sin embargo recinto le parecía conocido.
Segundos después, sin querer explorar mucho, no hizo más que subir las escaleras que se le disponían. Al llegar a la única habitación de allí, de forma curiosa, buscó a la chica de la ventana, observando la única fuente de luz.
Ahogó un jadeo de impresión cuando por fin la vió...picada por la mitad de forma horizontal, con el rostro mirando hacia su casa por la ventana, postrada en el suelo.
Lo que lo veía hacía al menos dos días era eso, aquel cadáver, aquella inmundicia putrefacta.
Hizo una mueca de disgusto ante el olor, mientras que un fuerte mareo acudió a él, y un pinchazo en su sien le hizo flaquear. Dando dos pasos hacia atrás, un recuerdo, o lo que parecía uno llegó a su mente, dejándole totalmente pasmado.
Él no la podía haber matado, él no recordaba eso.
Ah, mi confundido lector, su faceta narcisista era sólo una de las tantas que traía nuestro protagonista con su trastorno de personalidad límite, mientras que su parte asesina, se encontraba disponible para todas sus obsesiones.
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Relatos Oscuros (Bilogía: Relatos #1)
Misteri / ThrillerEn un mundo donde cada protagonista tiene un trasfondo oscuro, donde no hay nombres, sólo rostros, donde la muerte está a la vuelta de la esquina, tanto en la realidad como en planos más allá de lo natural, todos son villanos, sin excepción. A veces...