Travesuras de Gemelas.

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Ella adoraba a su hermana gemela, aunque la otra no parecía sentir lo mismo hacia ella

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Ella adoraba a su hermana gemela, aunque la otra no parecía sentir lo mismo hacia ella.

Eran idénticas en cuanto a rostro, sin embargo, ella había nacido con el cabello tan rubio y dorado como el sol, el de su gemela era de un azabache increíblemente profundo y muy lacio, al igual que el propio.

Ambas vivían con su abuela, que aunque fuera algo antipática, tenía una bonita casa en el bosque, donde las chicas se dedicaban a hacerse bromas entre sí y a cazar animales pequeños en su tiempo libre, aunque ella no recordaba mucho de ello, la mayoría de las veces solía olvidar muchas cosas, era algo despistada.

Luego de una linda cena familiar, en una bonita noche de verano, las dos chicas se dirigieron a la habitación que compartían en lo que su abuela fregaba la losa con algo de recelo.

—¡A la próxima les toca a ustedes, niñatas!

Se dejó caer sobre su cómoda cama. Había sido un día de caza bastante cansado, por lo que pudo conciliar el sueño de forma rápida.

Una media hora después, sintió una extraña sensación de ligereza, mezclada con un molesto dolor en su hombro derecho, el cual, entre sueños palpó, y en ese momento, despertó de golpe.

—¡Carajo!—La maldición salía de sus labios en lo que observaba con horror la venda perfectamente colocada allí, algo manchada de sangre— ¿Dónde demonios está mi brazo?

Estaba horrorizada, su derecha había desaparecido completamente. ¿Cómo era eso posible? ¡Ella no había sentido nada!

Miró a su lado la cama de su hermana, con la palabra en la boca para pedirle alguna explicación acerca de ello cuando se dió cuenta de que esta estaba vacía, y perfectamente arreglada. En ella se disponía un trozo de papel, mal rasgado, con un mensaje suyo en él.

Leyó la nota y tragó en seco, no podía entender a qué se refería, ella no recordaba nada.

Al bajar los escalones de su hogar en penumbras, no podía creer la imagen que veía. Su abuela se encontraba postrada en el suelo, degollada, con la garganta abierta y sangrante, con distintas partes de sus manos y pies tiradas sin sentido sobre su rostro casi irreconocible, con su lengua trozada fuera de su boca.

Las lágrimas recorrían sus mejillas, y el dolor en su hombro, debido a la mutilación de su diestra había iniciado a joderle con más fuerza.

No se lo podía creer, ¿ella había hecho todo esto?

Minutos después se encontró a sí misma merodeando el bosque, en busca de su gemela desaparecida. Corrió entre los árboles, siguiendo un rastro de sangre que había podido divisar en el suelo, lastimándose los pies descalzos entre quejidos de dolor, hasta que por fin la vió.

Sintió su mundo venirse abajo, gritó, tomándose los cabellos para tirar de ellos en un ataque de desquicie mientras que observaba el cuerpo de la pelinegra.

Se había colgado. Su rostro tenía un color violáceo, desprovisto de vida, su torso y extremidades cayendo como peso muerto, aún con todo en su lugar, y además de ello, sangre seca en su boca, dándole algo de color.

La chica bajó la vista a la nota, y la releyó en voz alta unas tres veces antes de comenzar a reírse como una gran desquiciada.

"¡No puedo lidiar más con tu otra personalidad! Me iré a un lugar a donde ya no puedas amenazarme más, a mi jodida tumba"

Una sonrisa se alzó en sus labios y hubo un enorme cambio en su mirada al recordar como había cortado su propio brazo horas antes, con algo de anestesia para asustar a su hermana, para entretenerla y poder asesinar a la vieja bruja de la abuela.

La cosa terminó en que ella le había obligado a comerse la carne de su brazo, amenazándole con hacerle lo mismo que le hizo a la anciana si no cumplía sus órdenes.

Miró nuevamente a la muerta con algo de orgullo.

—No pudiste aguantar nuestras travesuras de gemelas, mal, muy mal, hermanita.

Mi insensato lector, la pelinegra vivió toda su vida bajo el yugo de su gemela malvada y terriblemente loca, y al final terminó muriendo a su causa.

Aunque he de admitir que aquella rubia tuvo un increíble final. Semanas después del acontecimiento, la policía encontró en el bosque tres cadáveres. El de la señora mayor, el de la suicida y el suyo, siendo devorada por los lobos.

Relatos Oscuros (Bilogía: Relatos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora