Maldito

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Camine escalera arriba, necesitaba estar unos momentos solo, los demás del instituto decían cosas de mí, después del repentino encuentro con Kageyama. Tal vez no debía haberle dado una cachetada, pero en ese momento estaba tan molesto con el que... De solo recordarlo me hierve la sangre.

Abrí la puerta de la azotea y vi el cielo, estaba de un color... Morado, naranja, rosa, amarillo, se veía tan hermoso de esa manera, ya habían pasado algunas horas después del encuentro con Kageyama, no he ido a clase por la vergüenza y el miedo de encontrarlo en mi camino.

El viento pego fuerte en mi rostro, haciendo que alguno de los cabellos se moviesen al compás del viento, mi rostro quedó completamente descubierto, sin ningún mechón de por medio, ya que todos estaban alborotados, tambaleándose de un lugar a otro.

Cerré mis ojos e imaginé que justo en ese momento estaba con mi madre, podía sentirla cerca de mí, tomándome por los hombros y acercándome a ella para acariciar mi cabeza y decir que mi olor era igual a la flor de lavanda.

Mis músculos se relajaron cada vez más, todos los pensamientos negativos se esfumaron de mí, mente y solo sentía paz y tranquilidad.

Escuche pasos detrás mi y pude notar que era uno de los 5 idiotas, ¿Qué demonios hacia Atsumu aquí?

Este me miró con sorpresa, pues parece que tampoco se esperaba que yo estuviese aquí, puse mis ojos en blanco y solo seguí mirando el atardecer que había sido arruinado por aquel chico.

—¿Qué haces aquí hormiga roja? —Sonrió burlón al verme fastidiado.

—Qué te importa —Agregue aún más fastidiado.

—Veo que no se te da bien tratar a la gente.

—Y lo dices tú... Peli-teñido —Le apunté con mi ceño fruncido.

—Sabes... Esa fue la primera vez que alguien me enfrentó de esa manera y veo que Kageyama no se quedó atrás en eso —Escuche como comenzó a reír, una risa que era realmente bonita, sus mejillas estabas levemente rojas, mientras se colocaba sus manos en el estómago, de pronto me contagió de su risa y reí también. —Tienes una muy linda risa —Exclamó sereno.

Abrí mis ojos con sorpresa al escucharlo decir tal cosa, mire de nuevo hacia abajo, donde pude ver los árboles siendo meneados por aquella fuerte brisa.

—Gracias... Supongo —Mis mejillas poco a poco se teñían de rojo a medida que los segundos avanzaban, segundos que me parecían horas... —Tú... ¿Qué haces aquí? —Cuestione.

—Solo vine a relajarme un rato... Me gusta como si mira el cielo a esta hora de la tarde, me relaja, demasiado... Me recuerda a cuando era pequeño y solía salir con mi padre para así mirar el bello degradado que provocaba el cielo —Este sonrió, tal parece que recordó buenas cosas, le devolví la sonría aún más grande ¿Por qué Atsumu se comportaba diferente ahora?

—¿Por qué...?

—¿Mmh? —Hizo un sonido de confusión.

—¿Por qué te comportas de diferente manera en este momento? —Alce mi vista para encontrarme con sus ojos color miel oscura —. Si quieres molestarme o Kageyama te mando a hacerme algo, hazlo rápido, no quiero perder el tiempo en esto, pronto comenzará la clase en donde expondremos los instrumentos, así que quiero que lo hagas rápido.

—Nadie me mandó a hacerte nada... ¿Por qué dices tal cosa? —Me miro de manera extraña, como si fuese extraño para el que alguien llegara y mandara a alguien más para golpearme, aunque no se me hace extraño, ya que el no sabe nada de mí —. Perdón si pensaste mal las cosas... Solo quería relajarme y te encontré, no vine a hacerte nada malo, lo juro.

The Lavender Flower [KAGEHINA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora