sensaciones

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No sé cómo carajos llegué a esto, pero Kageyama estaba tocando mis pezones. Sus dedos largos pasaban por mi abdomen, haciéndome cosquillas, mientras nuestras bocas se mantenían pegadas la una a la otra. Nuestras lenguas daban lucha por ver quién ganaba, mis ojos estaban llorosos, intentaba no hacer ruido, me daría mucha vergüenza si alguien nos descubriera.

—Kageyama —Dije entre besos, mi respiración estaba agitada, mi pecho subía y bajaba de manera brusca. —alguien nos puede escuchar —Intente hacerlo entrar en razón.

—Qué nos escuchen, que vean a quién le perteneces... Hinata... —La manera en como mi nombre se escuchaba en su voz, hacía que mis piernas temblaran, que me dejara llevar por el toque de Kageyama... aquel toque que me hacía sentir tan bien.

Kageyama susurraba cosas en mi oído, mordía el lóbulo de mi oreja, para luego lamer mi cuello, su lengua tan húmeda... dejando rastros de sus marcas. Metió su mano dentro de mi pantalón, buscando mi miembro ya erecto, necesitado de atención.

—Kageyama... —Gemí, sus manos estaban frías. Apoyé mi cabeza sobre su pecho, su aroma me hacía sentir tan bien. De algún modo, sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero, por otro lado... me encantaba, nunca había sentido una sensación igual, era algo nuevo para mí.

—Hinata... permíteme tocarte —Escuché su voz ronca en medio de un susurro, di mi autorización, asintiendo con mi cabeza, le miré a los ojos mientras su mano bajaba aún más, tocando por completo mi miembro. Levemente sacó su mano, quitando mi cinturón y bajando el cierre de este. Mi respiración se había vuelto agitada, apreté los hombros de Kageyama ante los escalofríos que me causaban sus toques. —Seré cuidadoso... lo prometo —. Su voz sonaba tan segura de sí mismo, esa seguridad me llenaba de unas emociones que solo Kageyama me podía hacer sentir.

Mis manos temblorosas llegaron a la camisa de Kageyama, quitando botón por botón, dejando al descubierto su torso muy bien trabajado. Kageyama me apretó contra él, besándome con desesperación. Nuestras lenguas se juntaban en un beso lleno de pasión, su mano jugaba con mi miembro, haciéndome perder la cabeza...

Los gemidos estaban llenando el salón, y por más que los intentase callar, me era imposible. Kageyama me tocaba de una manera en que nadie nunca lo había hecho, una manera en la que me hacía perder la razón de mí mismo, amaba la sensación. —Kageyama, quítate el pantalón —. Mi voz sonaba completamente desesperada, deseando que Kageyama me tomara en ese mismo momento, arrastrándome hasta sus brazos.

Él inmediatamente acató mi orden, se bajó el pantalón y liberó su miembro erecto, me colocó con brusquedad contra uno de los escritorios. Miré a su miembro, estaba chorreando, estaba claro que era lo que deseaba y era estar dentro de mí. Se acercó a mí, posicionándose entre mis piernas, apoyó su cuerpo sobre el mío, acercándose a mi oreja, susurrando cosas tan obscenas, solo me hacía gemir con imaginármelo.

Me miró de arriba a abajo, con su maldita sonrisa arrogante, que me iba a hacer perder mis estribos. —Mételo de una puta vez —le reproché con una sonrisa desafiante.

—Bien... te aguantas el dolor —sonrió con arrogancia y entró de una. Mi estómago se contrajo al sentir la cantidad que había metido. Arqueé mi espalda, soltando un quejido de dolor. —Relájate... no ha entrado ni la mitad.

—Me vas a partir, hijo de puta... —Me queje, intenté relajarme, cosa que me era casi imposible. Mis lágrimas empezaron a salir y tapé mi rostro con mis manos. Me daba mucha vergüenza que Kageyama me viera en ese estado.

—Oye, idiota... ¿Qué traes? —Forcejeó para quitar las manos de mi rostro. —Te dije que te iba a doler, así que no llores más... —Kageyama seguía sonriendo, ¿por qué...? ¿Se estaba burlando de mí?

—Eres un idiota... quítate —Pedí entre sollozos, dolía mucho y no iba a soportar que este idiota se burlara de mí. ¿Tan patético me miraba ante él?

De pronto se acercó y me besó, pero un beso suave, apasionado, sin perder el toque. Acaricio mis pezones, intentando calmarme, cosa que estaba logrando con mucha facilidad. —Incluso llorando, te ves tan lindo y sexy —. No quería, pero sus palabras tenían efecto en mí, un efecto que detestaba, por el simple hecho de que él sabía que sus palabras se clavaban como una flecha en mi interior... no quería parecer atraído por la situación, pero mi cuerpo me delataba...

Kageyama entró por completo, haciéndome soltar un gemido agudo. La tenía enorme, dolía demasiado. Se quedó quieto por unos minutos, mientras me acostumbraba a su tamaño. Luego de minutos, empezó a moverse. Mis gemidos se sincronizaban con sus estocadas, enrolle mis piernas alrededor de su cintura y lo atraje hacia mí para besarle, acariciando su cabello azabache.

—Estás tan apretado... —Susurró en mis labios, logré sonreírle entre gemidos. La sensación era tan buena, no me importaba todo lo demás. Me sentía tan bien estar cerca de Kageyama, su aroma era de lo mejor, sus caricias, sus palabras que formaban algún tipo de lazo en mi conciencia y muy dentro de mí... en mi corazón.

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⏰ Última actualización: 8 hours ago ⏰

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