Capítulo 28: Te haré caer en mi infierno.

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Ernesto Montero.





Tres meses después.





Estar tan cerca y no poderla tener entre mis brazos, se ha vuelto una tortura para mí, por eso apenas paro en casa. Trato de ocupar mi mente en los negocios y en placeres fugaces, pero nada me satisface. Su rostro inmaculado viene a mis pensamientos de forma recurrente...





Estoy obsesionado, debe ser eso, porque sino éste deseo de arrancarle la ropa, que me recorre el cuerpo cada vez que coincidimos en algún lugar de la casa, no tendría sentido. El otro día estaba bajando la escalera y ella la iba subiendo como una reina. No me miró, ella iba a lo suyo, pero yo no pude evitar quedarme mirando sus caderas contonearse y caí sufro una caída por descuidado. Luego de eso, aunque trataba de no ver en su dirección, me era imposible. A donde quiera que fuera, allí estaba ella: en el jardín ordenándole al jardinero la poda de la semana; en la cocina con la cocinera degustando la calidad de la comida, incluso en mi maldita habitación cambiando mis sábanas por otras nuevas.




<< Dios, por qué me haces esto, no me tientes más>>




Nunca me había pasado esto con nadie y tengo miedo, no es bueno tener una atracción así por alguien que no siente lo mismo por uno.





****





Hoy regreso de uno de mis viajes y sólo pienso en cómo evitaré estar cerca de ella, no aguantaré por mucho más tiempo, éste deseo insaciable que me consume. Cuando salgo del auto, Rafael mi chofer, toma mis pertenencias del maletero y las lleva al interior de la casona.




Me quedo cerca de la fuente por unos momentos viendo como el agua cae, me da tanta paz, es justo lo que necesito ahora. Luego de unos minutos decido entrar y voy directo hacia la biblioteca, no es un lugar que ella frecuente a menudo.




Un pensamiento ingenuo de mi parte ya que al entrar la veo subida en lo último de una escalera, desempolvando los libros. La respiración se me acelera al admirar sus muslos desde aquí, está tan concentrada en su labor, que no se ha dado cuenta de mi presencia. Trago en seco y sonrío al ver cómo contonea sus caderas al ritmo de la música, ¿cómo puede existir un ser tan perfecto? A veces me pregunto.





Tomo asiento sobre el escritorio y me aflojo el nudo de la corbata, de pronto me ha entrado calor. La acaricio con mis dedos desde la lejanía dibujando su silueta en el aire, es una diosa, pero qué lastima que no sea mía.




De pronto la escalera se mueve y pierde el equilibrio hiendo de un lado a otro, como puedo corro hacia ella para poder amortiguar su caída. La pobre está asustada, un grito se le escapa de la garganta al tiempo que cierra los ojos, como si eso la salvara de semejante caída. La atrapo en mis brazos y nos desplomamos en el suelo por el impacto. Estoy un poco adolorido, no es pesada, pero la atrapé de una distancia considerable. La tengo agarrada con fuerza, no me atrevo a soltarla. Está sobre mi regazo, pero no tiene el valor de abrir los ojos, tiembla como una hoja... pobrecita.





Sin darme cuenta le acomodo el cabello detrás de la oreja y ella abre sus ojos para inundarme con su mirada. Nos quedamos en silencio por unos segundos, tiene sus brazos sobre mis hombros y puedo ver cómo su pecho se contrae con nerviosismo. No para de mirarme los labios y yo me los muerdo por instinto, ella remoja los suyos como si tuviera sed. Le acaricio la mejilla y cierra los ojos, ante la sensación se le escapa un gemido...




-¿Por qué me haces esto? ¿ Es que acaso crees que soy de hierro?-pienso en voz alta, pero para mi sorpresa, me sonríe divertida-. ¿ Quién eres tú y qué has hecho con mi inocente Anahí?




Ella cierra los ojos y entreabre los labios como esperando que la bese, no puedo creer que se me ofrezca de esta manera, debo estar soñando despierto... ¿ Será un nuevo truco para atormentarme? Dudo unos segundos ante la posibilidad de probar el néctar de sus labios, tengo miedo de no poder detenerme. Uno mi frente con la suya respirando con dificultad, ambos inclusive. No sé cómo pudo pasar, pero ella me desea en estos momentos tanto como yo, la recorro con mis manos desesperado y beso su clavícula con frenesí. Me apodero de su cuello y gime al sentir mis labios en su piel, contrae sus muslos con fuerza. Soy consciente del hormigueo que debe sentir en su entrepierna, está acalorada y fogosa. No para de gemir al sentir como juego con su oreja y no puedo resistir más, la agarro del cuello al tiempo que le devoro los labios con fuerza. Su lengua reclama la mía y yo se la entrego gustoso, estamos tan excitados que sudamos como si fuera verano, estando en invierno. Quiero despojarla de su ropa y admirar la perfección de su cuerpo, tengo que sentir nuevamente su palpitante coño entre mis labios. Quiero hacerla gritar mi nombre, una y otra vez hasta el cansancio.






****




Un ruido nos distrae de nuestro idilio, es Rafael que se aclara la garganta con vergüenza, había olvidado que traería unos libros de primeros auxilios, nunca está de más ser precavido. Ella lo mira aterrada y un rubor cubre su rostro, se sujeta la blusa con fuerza para ocultar sus pechos desnudos y sale como alma que lleva el diablo, ¿ en qué momento le desabroché los botones? Estaba tan excitado que no lo recuerdo, me incorporo con rapidez y Rafael abre sus ojos sorprendido, mirando hacia un lado. No comprendo su actitud hasta que rompe el silencio.




-Señor, lamento incomodarlo, no fue mi intención-dice muy avergonzado-. ¿ Sería tan amable de acomodarse la erección?




Miro hacia mis pantalones... efectivamente, ésta señorita me ha vuelto a dejar con la carpa levantada y el circo andando. Me acomodo el miembro con una sonrisa, éste momento no es incómodo... para nada. Rafael se coloca las manos en la boca para ahogar una sonrisa, ahora mismo debe ser muy divertido verme en éstas condiciones.




-De esto, ni una palabra a nadie-digo con severidad.



-No se preocupe señor,-hace el ademán de coser de sus labios divertido-. pico de cera, aquí no ha pasado nada.




-Más te vale, sino tendré que conseguir un chófer que no tenga la boca tan grande-digo con tono amenazador.




Él me mira aterrado, sabe que no bromeo y me hace una reverencia para retirarse. Me dejo caer en el sofá riéndome a carcajadas, no puedo que creer que lograra besarla. Por primera vez sentí que me respondía sin reservas, ella me desea, igual o más que yo. Ay, Anahí... sin querer o no, me la has vuelto a hacer, pero ya probé tus labios y no descansaré hasta hacerte mía. Un diablo no puede ir al cielo, por eso te voy a hacer caer en mi infierno.



<< Serás mi ángel caído y yo me convertiré en el diablo que te enseñe los placeres del lado oscuro>>.





¡¡Hola chicas🥰🥰!!

Ernesto ha usado todo su autocontrol para alejarse de Anahí y no ha podido😱😱😱🥺🥺🥺

¿ Qué creen sucederá en el próximo capítulo?😄😄😄😄

No olviden votar y decirme si les ha gustado en los comentarios 💌🙏

Los quiero un montón a todos🤩🤩💋💋

Con amor

JaneRed ❣️

Bitácoras Del Comienzo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora