Los débiles rayos del sol inundan su rostro, mientras siente unos suaves dedos recorrer su piel desnuda, él se acomoda un poco más entre las sábanas, tratando de alcanzar el sueño que le es negado por las noches.
Desde aquel maravilloso día, muchos otros han pasado, nunca pensó que hacer el amor con una sola mujer, sería tan gratificante... Se han entregado tanto, que poco o nada queda de aquella chica asustadiza, en su lugar ha renacido una diablilla insaciable con cara de ángel, que le pide saciarla cada noche y parte de las mañanas, a lo que él accede gustoso.
El pobre hombre se estira sonriendo con pereza en la cama y ella se coloca a horcajadas sobre él completamente desnuda. Sin perder tiempo se agacha para dejar un rastro de besos ardientes sobre el pecho desnudo de su esposo.
-Mi amor, necesito dormir y salir a trabajar, hace más de un mes que no hago ninguna de las dos-protesta aún con los ojos cerrados.
-Creí que León lo hacía todo por ti, además, recorrer mi cuerpo una y otra vez es más estimulante que reunirte con esos señores aburridos, ¿no?-gime deseosa frotándose contra su sexo, que contra todo pronóstico debido al cansancio, amenaza con partirse en dos de la excitación.
-Ven acá, pequeña fierecilla-la alza con cuidado y sin esfuerzo la deja caer en su gran erección, no hacen falta los preámbulos, podía sentir su humedad recorrer su falo con cada roce.
Un gemido se les escapa a ambos, no importa cuantas veces hagan el amor, la sensación de tocar el cielo con las manos, siempre está presente. Como es costumbre, espera unos segundos para que se adapte a su intromisión y ella, apoyando sus manos sobre su fuerte pecho; se balancea de adelante hacia atrás en un bucle interminable de caricias y placer.
Para otro hombre sería agotador tanto sexo, pero para el nuevo Ernesto, no hay nada mejor que complacer a su mujer...
¿ Quién dijo que una sola mujer no puede satisfacer a un hombre?
Esos incrédulos nunca han probado el néctar de sus labios ni degustado la maravilla entre sus piernas...
****
Luego de pasar casi toda la mañana entre mil besos y caricias, es necesario hacer una pausa para tomar algún alimento. Por eso, por teléfono, manda traer un exquisito desayuno.
Están desnudos sobre las sábanas, ni siquiera se toman la molestia de taparse cuando la señorita Lupe ingresa con las charolas de plata.
La anciana siente una ligera punzada de decepción al ver dicha escena, aún cuando el señor nunca pueda ser suyo, albergaba la esperanza de que fuera inaccesible para el resto de las mujeres... pero una vez más, esa entrometida le daba una cachetada sin mano; recordándole que para toda regla, existe una excepción.
Con vergüenza se aparta, visiblemente abochornada, luego de dejar las charolas sobre la mesa; al centro de la habitación, mientras ellos intercambian sonriendo, miradas de complicidad y se retira sin pronunciar palabra.
Ernesto se incorpora de la cama para tomar las bandejas de la mesa, mientras siente cómo admiran su atlético cuerpo desde las sábanas. Voltea divertido dándole un mejor ángulo de sí mismo, mientras ella reacciona regalándole pequeñas miradas furtivas.
-Señora Montero, ¿ sabía usted, que esa conducta lasciva, puede considerarse como acoso?-sonríe ampliamente, travieso.
Ella hace un puchero mortificada y se cruza de brazos, ocultando así sus pechos. Si él no quiere que lo miren, es necesario revocarle también, esos mismos privilegios.
Cuando vuelve a la cama y destapa el contenido hambriento, unos magníficos huevos revueltos, jamón, tostadas y jugo de guayaba, le dan la bienvenida; mientras que el estómago de la joven, al sentir el intenso olor, se le revuelve como si le sacudieran las entrañas...
Con las manos en la boca, aguantándose a duras penas el vómito, llega al váter como un relámpago y se vira al revés en arcadas devolviendo la hiel, porque seamos honestos, no ha probado bocado desde el día anterior.
Con nerviosismo Ernesto corre a su encuentro, ella trata de apartarlo; no quiere que vea ésta escena tan repugnante, pero ni Dios podría lograr tal hazaña.
-Gatita, ¿ qué tienes?-la voz le sale temblorosa y desesperada.
-E..Ernes...-vuelve a vomitar, la baba se le escurre de los labios-. Sal de aquí, por favor.
-Ni en sueños-se le acerca para sostener su cabello, evitando así, que caiga dentro del váter-. En la salud y en la enfermedad, ¿recuerdas?
Anahí sonríe ante su obstinación, a pesar de la incomodidad del momento, es un consuelo tener a alguien capaz de hacer eso por ella.
****
Luego de media hora de puras arcadas, se lavó los dientes y tomó asiento en la cama haciendo cuentas. Estaba tan absorta, que no reparó en el pobre Ernesto; que la miraba desde el suelo, en silencio sin entender qué pasaba.
Sin poder aguantar un minuto más ésta zozobra se puso de rodillas y la zarandeó de los hombros, tratando de no ser muy violento al respecto.
-Mi vida, ¿ qué pasa?, ¿ Qué sucede?
-Ay, no fastidies, déjame pensar-sus ojos van de un lado a otro, como poseída-. ¿ Cuántos días han pasado desde nuestra primera vez?-lo mira incisiva y él se sonroja, ¿ en serio?
-Casi dos meses, ¿ por... tienes algo en mente?-arquea las cejas divertido.
-No puede ser...
-Sí puede ser, de hecho, creo que ya somos unos expertos en anatomía-contesta con sarcasmo.
-No seas payaso-lo empuja hacia el suelo y desde allí la observa divertido-. Tengo un retraso, creo que estoy embarazada-se lleva ambas manos a la cabeza y se pone de pie, caminando frenética de un lado a otro.
-¡¿QUÉ?!-las palabras retumban en su cabeza, una y otra vez «Tengo un retraso, creo que estoy embarazada»
Empieza a morderse las uñas compulsivamente, cómo pudo pasar esto tan pronto, un bebé no estaba en sus planes y menos ahora. ¿ Qué diría Brenda, con la de veces que le había explicado cómo evitar algo como esto? ¿ Él estará feliz o no por la noticia? Tanto tiempo esperando para tener relaciones y prácticamente ha quedado embarazada a la primera.
-Respiremos profundo, esto pasaría tarde o temprano, tenemos sexo como conejos, hagamos de cuenta, que solo nos adelantamos un poco-dice en broma y ella lo fulmina con la mirada.
-Tú no entiendes, ¿ qué pensará Brenda? La gente dirá que me casé en estado-va de un lado a otro enfadada.
-Oye, lo que piense Brenda me trae sin cuidado y lo que diga la gente me lo paso por el forro de los *cojone', a mí me consta que me tomó tres años y un mes de casados hacerte mía-le acaricia la mejilla con dulzura dándole un casto beso en los labios-. Ay, ¿ cómo está el Rey de papá?-palidece al ver cómo le habla a su barriga inexistente.
-Cariño, aún no sé si estoy embarazada, ¿ cómo sabes que será un niño?
-Solo lo sé, llámalo intuición masculina-sonríe divertido.
-¿Y si es una nena?-el horror invade su rostro esperando una respuesta, a su propio padre nunca le agradó que fuera mujercita.
-No pasa nada, le ponemos Reina y punto-se encoge de hombros y ella respira aliviada-. Pero algo me dice que será un Rey...-sonríe victorioso y ella pone los ojos en blanco fingiendo molestia.
-No tienes remedio, Ernesto, ¿ qué haré contigo? Eres como un niño, mi niño grande...
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Bitácoras Del Comienzo 1
AléatoireAnahí González Hernández tuvo una niñez muy atípica. Desde muy pequeña atravesó por situaciones muy dolorosas . Su entorno familiar era completamente disfuncional. Tras el divorcio de sus padres el panorama en lugar de mejorar , se vuelve más aterra...