Capítulo 31: Hablo en serio... ¿ Te casarías conmigo?

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Anahí.




Esa vieja verde, estúpida… no contenta con hacerme decorar todo el salón, también ha insistido en que atienda a los invitados junto a los meseros. No es que sea una labor degradante ni mucho menos, es sólo que estoy agotada física y mentalmente. Este último encuentro con el imbécil de Ernesto me afectó mucho.


Creo que debo pensar muy bien cuáles serán mis pasos a seguir con él de ahora en adelante. Lo bueno de ser sirvienta es que las personas hablan frente a ti sin problemas, porque ignoran tu presencia y desde el inicio de la velada he escuchado algunas «cosas» de sus aventuras amorosas, que me han puesto los vellos de punta.



De hecho justo a mi lado hay un trío de chicas que no paran de hablar acerca de lo bello e impredecible que es. Están vestidas muy extravagantes, creo que se dedican a lo mismo que Brenda… No quiero ser prejuiciosa, pero en gestos y apariencia, son réplicas exactas de mi amiga.


Nunca las he visto en mi vida, pero una de ellas capta mi atención, es pelirroja y extremadamente alta. Mientras que las otras dos son de mediana estatura, para colmo de males, son trigueñas de piel y con cabello rubio… usan ropas tan reveladoras que poco o nada dejan a la imaginación.



No hay duda de que con esas fachas que traen, parecen diablos encendidos. La pelirroja se queda boba mirando hacia un punto en específico y las demás la imitan enseguida.



Cuando miro en la misma dirección… por un momento creo que estoy soñando, es Ernesto, parece un modelo y está pulcramente vestido. Un suspiro se nos escapa a todas al mismo tiempo…


—¡Qué hombre!—dice una de las rubias a fuerza, porque su piel es casi morena—. Una vez estuve con él… fue la experiencia sexual más ardiente que he tenido en la vida—la muy zorra suspira idiotizada.


—Sí, sabe muy bien cómo satisfacer a una mujer…—le asegura la pelirroja mordiéndose un labio—. que lástima que no repita mujer, una vez que duermes con él, nunca más voltea a verte…—suspira con una profunda tristeza.



                                                     
Todos estos comentarios me dan una bofetada mental y vuelvo a mis obligaciones… «¿ En qué he estado pensando? Casi le entrego lo más preciado a un *Don Juan cualquiera. Bien lo decía mi abue Mercedes, que en paz descanse o donde Dios quiera tenerla: “ Las mujeres con tal de no estar solas por coger, cogen hasta puñaladas”, recuerdo que más de una vez se lo dijo a mi madre.



En ese tiempo era muy pequeña y no entendía cual era su lógica, pero ahora la comprendo. No me conformaré con una basura por no estar sola, merezco algo mucho mejor y si Ernesto quiere conseguir mi cariño tendrá que demostrarme con acciones, que es capaz de volverse el hombre que necesito.



****



Sonrío con picardía ante mi nueva resolución mientras sirvo el champagne, no cabe duda de que la venganza es dulce. He decidido que no quiero ser una más en su vida, quiero ser… “LA MUJER DE SU VIDA”.



Todos mis sentidos se ponen alertas cuando siento el peso de su mirada, cierro los ojos para respirar profundo y reanudo mis pasos para salir del bullicio de la fiesta… No parece seguirme y suelto el aire contenido, aliviada de que haya sido falsa alarma.


Cuando voy llegando a la cocina, unas hábiles manos me toman con fuerza de la cintura y dejo caer la bandeja con las copas vacías de la impresión, al sentir cómo me atraen hacia un pecho firme… sólo puedo ver su traje, no me atrevo a mirarlo a los ojos, trato de escapar de sus brazos y éstos me retienen con ímpetu. Me frustra estar de nuevo así, es un hombre demasiado alto y fornido, en cambio yo… soy tan menuda.

Bitácoras Del Comienzo 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora