Mi cumpleaños veintitrés había sido maravilloso y perfecto al lado de mi familia.
Me regalaron aún más cosas, insistía que no era necesario pues apenas unos días antes me habían dado cosas en navidad pero no les importaba.
Luciano me había hecho un pastel de cumpleaños precioso y muy rico, presumía sus dotes de chef cada que podía.—¿Cómo estás?–me abrazó por detrás mientras me quitaba los aretes–¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, mi amor, no puedo estar más feliz.
Tomó mi mano y la extendió para ver el anillo frente a los dos.
—No puedo esperar a que seas oficialmente la señora Schumacher, aunque también puedo ser el señor Schröder.
—Me gusta más señor y señora Schumacher.-me reí.
—¿Dónde te quieres casar?–me giró para verme de frente–podría ser aquí o también podría ser en alguna playa, ¿Qué tal en invierno?
—Cielo, apenas anoche me diste el anillo–la ternura de su emoción se apoderó de mi–tenemos tiempo para pensar con tranquilidad todo.
—Es que no puedo esperar mucho, necesito verte en un hermoso vestido de novia como siempre te imaginé.
—A ver, ¿Cuándo te gustaría que nos casaramos? Qué no sea mañana mismo.
—Ah eso es trampa.
—Es que ya te conozco.
—Pues no lo sé, ¿Qué tal en verano? Cuándo yo tengo el parón de verano, creo que es tiempo suficiente para planearlo todo bien.
—Me agrada la idea, el lugar lo escogeremos con más calma los próximos días.
—¿Te das cuenta que estamos hablando de una boda?
—Nuestra boda.-asentí.
—Si estoy durmiendo, no me despiertes por favor–escondió un momento su cara en mi cuello–mi mamá dice que podemos hacerle mejoras a esta casa y usarla nosotros.
—¿Con usarla te refieres a vivir aquí?
—No, me lo dijo pero te conozco y sabía que no ibas a querer así que podemos usarla como casa de verano pero adaptada a nuestro estilo.
—Hmmm no sé, esta casa es de tus padres, guarda muchos recuerdos.
—Sí pero igual no me gustaría que esté tan sombría todo el tiempo.-habló entre bostezos.
—¿Por qué mejor no vamos a dormir y mañana hablamos con más tranquilidad? Ha sido un día largo.
—Acepto.Nos metimos entre las sábanas, abrazados conciliamos el sueño de manera pacífica.
La mañana siguiente Luciano llamó muy temprano para avisarme que fuera con él a la empacadora, Justin había vuelto de su viaje de fin de año con su novia nueva y firmaríamos la venta definitiva.
—Te veo feliz.
—Me siento feliz, creo que cumplí con mi promesa de dejar lo malo en el año viejo.
—Me da gusto–sonreí con satisfacción al ver a mi amigo tan brillante–¿Cuándo nos vamos entonces?
—Pasado mañana, voy a revisar los últimos detalles del vuelo hoy.
—¿Y tu casa?
—Mañana cierro el trato.-me sonrió.Nos encontramos con Justin en su oficina, no me gustaba estar ahí tomando en cuenta que la última vez había salido corriendo a alcanzar a mi abuelo.
Traté de quitarme los pensamientos negativos y me concentré en lo que habíamos ido a hacer.—¿Has hablado con Joseph?
—Hace algunos días–leía atentamente una hoja–¿Tú no?
—Le dejé un par de mensajes pero no respondió ninguno.
—Debe estar ocupado, ya sabes que en su trabajo no hay descanso ni en estas fechas.
—Esta muy distanciado.
—Esta concentrado, Justin–firmó la hoja–no es personal, te lo aseguro.
—Justin–me aclaré la garganta–quiero pedirte un último favor.
—Dime, por supuesto.
—Tomando en cuenta que me quedo con una parte del negocio–di un vistazo rápido a Luciano–quisiera despedir a Anne de manera inmediata.
—Emma.-advirtió.
—Estas en todo tu derecho, la parte que conservas lleva suficiente poder para hacerlo.Mi amigo negó varias veces con la cabeza pero poco me importaba.
Cerramos la venta de la parte del abuelo, la abuela y Luciano pero yo decidí conservar la mía. Muy dentro de mi, aún no estaba lista para soltar la finca.