Daylight.

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A primera hora de la mañana, llegué acompañada de Mick al juzgado en Berlín.

—Joe.-toqué su espalda.
—Que alivio.-me abrazó.
—¿Cómo estás?
—Deseando que todo termine ya... Ah, hola Mick.-le dió la mano.
—Lo que necesites, cuenta con nosotros.-le ofreció.
—Gracias.-asintió.
—¿Joseph?–su abogada lo llamó–es hora.
—Te veré a la vuelta, ¿Sí?
—Sí.
—Tranquilo, estás muy nervioso–lo volví a abrazar–es lo último.

Entramos detrás de su equipo de abogados y ocupamos un lugar en la gran sala.

Comencé a ponerme nerviosa también, Mick se dió cuenta y tomó mi mano entre las suyas.

—La sala de pie, por favor–anunció un policía–la corte da la bienvenida a la jueza Schmidt.
   Una vez elegante mujer de aspecto afroamericano entró a la sala imponiendo respeto.
—Pueden sentarse–ordenó–caso número 51163... La corte llama al estrado al juzgado Justin Meyer.-dió un golpe con su martillo.

Los murmullos se hicieron presentes en el lugar al ver a un Justin impecable entrar con su séquito de abogados.

Corruptos como él.

El sinvergüenza se detuvo a observar meticulosamente a todos los que estábamos ahí presentes, al cruzarse conmigo me sonrió cínicamente.

Algo le dijo a uno de sus abogados y pidieron la palabra.

—Señora, juez, si me permite...
—Jueza para usted.-lo corrigió.
—Señora, Jueza... Si me permite, mi cliente tiene una petición–le hizo una seña para que continuara–el señor Mick Schumacher no tiene que estar presente en esta audiencia.
   Al escucharlo mi cólera se disparó.
—Que se ponga de pie el señor Schumacher.-ordenó la jueza.
—Aquí presentes solamente están aquellas personas que tienen algo que intentar reclamarle a mi cliente y por lo visto, el señor no tiene ningún tipo de relación con él. A menos que sea esposo ante la ley de la señorita.
—Pero...-traté de intervenir.
—Tranquila–me detuvo–quédate con Joe, te necesita. Yo esperaré por ti afuera.

Mick se retiró sin más.

No podía lidiar con tanto coraje que le tenía a Justin, quería ir y sacarle los ojos yo misma.

—Lo siento.-alcanzó mi mano.
—Descuida–traté de actuar con normalidad–enfocate en lo que importa, ¿Sí?
—Si no hay ningún otro inconveniente, demos por iniciada la audiencia.

La jueza Schmidt comenzó a leer los cargos imputados a Justin.

Cada que avanzaba se me revolvía más el estómago, no podía creer que tanta inhumanidad existiera en una sola persona.

—Asesinato en primer grado en contra de la señora Valerie Lee–mi amigo agachó la cabeza al escuchar–en el año dos mil dos–dió un golpe con el martillo–se llama al estrado a declarar a Joseph Meyer Lee.

Sentí un apretón en el estómago, le pedí con todas mis fuerzas a Luciano que si nos estaba acompañando, le diera fuerzas para que pudiera resistir.

El abogado de Joseph comenzó a hacer preguntas para encaminar la declaración hasta que llegó el momento de narrar lo sucedido.

—¿Dónde estaba usted, Joseph?
—En la cocina sentado en el piso jugando con un par de coches de juguete, él llegó borracho... Como todos los días–su mirada se perdió totalmente–se molestó porque mamá no tenía la cena lista.
—¿Y que hizo el acusado ante esta situación?
—Comenzó a maldecir–arrugó su entrecejo al recordar–afuera caía nieve... Me levantó del piso tomándome por el cabello y me arrastró hasta la puerta principal–miró a su abogado–mamá gritaba que me dejara en paz, que yo no había hecho nada.-se quedó cállado.
   Pero su respiración estaba agitada como si acabara de marcar un touchdown.
—¿Que pasó después?
—Le dijo que si yo no recibía un escarmiento dejándome en la nieve, pagaría ella. Le gritó que la lastimara a ella pero que a mí me dejara ir, así lo hizo... Me dejó libre pero comenzó a pegarle–encontré su mirada–mi mamá me gritó que corriera, que pidiera ayuda pero me quedé pasmado entonces ella...–tomó aire con dificultad–ella le pegó en respuesta por primera vez.-sus ojos grises se inundaron.
—¿Necesitas tiempo?
—No–se limpió los ojos–al recibir la cachetada, mi papá la empujó contra el piso y se puso encima suya, comenzó a apretar su cuello gritando que nadie podía contra él. Mi mamá poco a poco fue dejando su cuerpo pero nunca dejó de verme hasta que la vi dar su último intento de suspiro.
—¿Qué hizo tu papá después?
—Cuando se dió cuenta, comenzó a estrujarla para que despertara pero ya no había nada que hacer... Estaba muerta.

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