—¿Quinientos?–se quitó los lentes y nos miró–¿De donde sacaron quinientos invitados?
—Bueno–se rió nervioso–se puede hacer un recorte pequeñito.-hizo un gesto con la mano.
—Unos cincuenta.-apoyé el comentario.
—Tendría que ser un lugar enorme para tanta gente.
—¿Sophia?
—Mi mejor amiga de Canadá, no he sabido nada de ella desde que me fuí a Alemania.
—Pensé que ya no eran amigas, como no te habla...
—Yo decidí no hablarle, estaba pasando por un momento difícil.
—No veo el nombre de tu madre pero sí el de Sophia.
—Papá–le quité la hoja–no voy a discutir contigo a quién decidí invitar a mi boda y a quién no.
—Pero es tu mamá...
—Me arruinó muchísimos cumpleaños, ¿Crees que la quiero en mi boda? Por supuesto que no, le encanta el protagonismo y ese día mi esposo y yo seremos los únicos protagonistas.
Corinna y Mick miraban la discusión en completo silencio.
—No lo sé, Emma.
—Papá, no sé de dónde viene este afán de defenderla pero para que no te quede duda–suspiré para controlar mis ganas de llorar–no la quiero en mi boda con mi mejor amigo del cuál me separó por tantísimos años... Y todos sabemos porque, no veo necesario repetirlo.
La postura de mi padre cambió por completo.
—¿Mick? ¿Por qué tú y Em no discuten los centros de mesa en su habitación? Yo hablaré un momento con James.-mi suegra aconsejó.
Simplemente rodé los ojos en dirección a mi papá.
—Andando.-me cedió el paso.Subí vuelta un mar de sentimientos.
—No quiero escuchar una sola palabra del porque no debería pelear con mi papá.-me senté en la cama.
—No iba a decirlo.-se sentó en la silla de mi escritorio.
—Gracias.
—Pero–lo miré mal–mi vida, entiendo que no quieras invitar a tu mamá...
—Amalia.-corregí.
—Entiendo que no quieras invitar a Amalia pero, ¿No crees que ese comentario estuvo de más?
—¿Cuál? ¿Qué todos sabemos porque te dejé de ver tantos años?–asintió despacio–¿Y que querías que dijera? Mick, no voy a hacer los problemas de los demás nuestros. Ni vale la pena, ni tengo ganas, tenemos mucho que resolver todavía antes de que te vayas.
—Entiendo.
Pero sabía que había algo que le causaba molestía.
—¿Qué te pasa?
—Nada–reaccionó–vamos a terminar de ver los lugares...
—Si quieres que tu papá esté presente, yo no tengo ningún problema.
—No puede ir personalmente pero, esperaba que fuéramos los dos a hacerlo participe.
—Y es un gesto muy bonito de tu parte, los dos sabemos que tipo de relación tenemos con nuestros padres. Tu papá pudo sanar lo que rompió, mi mamá no lo hizo. Fue un constante romper hasta que terminó de destruir todo... Ven.-le di palmaditas a la cama.
—Dime.-se sentó a mi lado.
—No odio a nadie pero tienen que entender que no quiero que nadie arruine el día que soñé desde que éramos pequeños y jugábamos a tener nuestra propia casa en el árbol–sonrió–vamos a ir con tu papá pero no voy a invitar a mi mamá y tampoco se lo voy a decir y si eso causa molestia en mi papá, está muy a tiempo de hacerme saber si quiere o no quiere ir.
—No creo que James sea capaz de algo así.
—Nuestra boda es nuestra, este o no este nadie, punto. Es el comienzo de nuestra familia y voy a defendernos con mi vida si es necesario.
—Para porque voy a llorar–se limpió los ojos–hablo en serio, todo lo que estamos haciendo me está llevando a un punto en la vida donde me siento realizado y voy a protegerte de todo y de todos.-besó mi mano.
—¿Podemos llorar un rato?
—No–se rió–tenemos mucho que hacer.Nos pusimos a ver los lugares que nos hacían falta.
Todos eran preciosos, no lograba decidirme por uno. Mick por su lado ya había escogido un par, quería tener ese super poder definitivamente.
—Este me gusta–deslicé la foto en mi tablet–pero este es aún más precioso.
—Este es el único que pone pasarela, siento que sería más cómodo para ti y es el más grande también.-apuntó el segundo.
—Y justo tiene el salón para la fiesta detrás, es muy amplio. Aunque todavía falta verlo en persona.
—¿Agendaste ya la cita?–negué–agendala, podré darme un par de días entre los test y la primera carrera e ir a verlo juntos, ¿Qué te parece?
—Maravilloso–la alegría volvió a mi cuerpo–y sirve que mientras te alcanzo, veo los primeros detalles del vestido.
—Es un plan entonces.-me dió la mano.
—Un placer hacer negocios con usted.-acepté su mano riendo.
—¿Y la fecha?–caí en cuenta–el treinta y uno de julio es la fecha de la última carrera y el veintidós de agosto tengo que reportar con el equipo–miró el calendario en su celular–¿Qué te parece el trece?–me miró–así tendremos tiempo para prepararnos y tiempo para tomarnos unos días.
—No entendí la mitad pero, ¿Por qué no el doce?
—¿Qué tiene el doce que no tiene el trece?
—Qué es número impar y me pone nerviosa la mala suerte.
—Estas muy sensible a eso de la mala y buena suerte–se rió–no pasará nada, mi amor, tranquila pero si eso significa algo para ti, está bien, el doce será.
—Te lo agradezco.-suspiré con alivio.
—¿Mick?–llamó a la puerta–hora de irnos.
—Ya bajo, má–le contestó–entonces agenda a primera hora la visita mientras yo organizo tu vuelo, ¿Sí? Te veré en unos días en Marbella.-me dio un pico.
—Claro.
—¿Vendrás a la carrera?
—Sí, por supuesto que sí.
—Perfecto, entonces nos veremos pronto.
—Te amo, ve con mucho cuidado, te mantendré al pendiente de todo.
—Eso me hace feliz.