XVIII

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Pasamos los filtros de seguridad ante la mirada de un molesto Mick.

—Un momento.
—¿A donde vas?
—¿Me puedes esperar?–asintió sin más remedio–gracias.

Lance también salió acompañado de un elegantisimo Lawrence Stroll que ni de chiste había tenido que ser cuestionado por la seguridad extrema del lugar.

—Esto es tuyo–me entregó una bolsa de papel–le puse regalos extra.
—Te debo una–miré el interior y me reí–te prometo que algún día la usaré.
—Eso espero, ahora ve con Mick antes de que me aviente al lago.

Nos despedimos y volví con mi pequeño Golden retriever molesto.

—¿Qué es eso? ¿Por qué Lance te da regalos?
—Esto–metí la mano hasta el fondo de la bolsa–no es un regalo, es un favor que Lance me hizo como prueba de su lealtad hacía ti. Y tú jovencito, deberías estar agradecido de tener un amigo como él.-le dejé caer la tablet en las piernas.
—¿No dijo Don que la tenía Jackson?
—Sí pero con esa seguridad, los únicos que saldrían sin ser revisados eran los dueños de toda la fórmula uno y Lawrence Stroll.
—Vaya–analizó la tableta electrónica–de igual manera no vas a usar mercancía de Aston Martin.-advirtió.
—Ya veremos–me reí–vamos, tengo hambre.

Todo el camino fue silencioso pero bastante cómodo, solo sosteniendo nuestras manos.

—Lance–miró su celular mientras subíamos al ascensor–me mandó una dirección, ¿Sabes algo?
—Ah sí, nos invitó a cenar pero tomando en cuenta que ya habíamos quedado con los chicos, ve tú y discúlpame con él.
—Es el mismo restaurante–me enseñó el celular–podremos estar en dos cenas a la vez, eso es bueno porque muero de hambre.
—Que raro.-me reí.

Mientras terminábamos de arreglarnos para ir a cenar con nuestros amigos, me preguntó porque no podía quedarse con la duda.

—¿Cómo le pediste a Lance que sacara la tablet?
   Lo miré a través del espejo.
—Se acercó a mi para invitarnos a la cena... Mick–suspiré buscando valor–hay algo que tengo que decirte pero tienes que prometerme que vas a quedarte tranquilo.
—¿Perdón?
—Lance no invitó a la cena a Esteban porque se dió cuenta de algunas cosas, me lo dijo cuando le pedí el favor después de que me dijera que no estaba invitado.
—No estoy entendiendo.
—Él te lo dirá pero quiero que te des cuenta de quienes son tus verdaderos amigos en todo este asunto y Esteban no es uno de ellos.
—¿Esta coludido con Alexa y Guenther verdad?–asentí–hijo de puta, aún así tuvo la desvergüenza de saludarme a la salida.
—Tienes que actuar con la cabeza fría si quieres que eso–señalé la tablet–sirva de algo.
   Solo asintió.

No volvió a hablar, estaba molesto era más que obvio.

Tomó mi mano cuando bajamos pero seguía sin mencionar palabra.

—Estoy demasiado molesto pero no contigo.-me informo mientras conducía al restaurante.
—Entiendo, te agradezco que lo digas.
—Gracias.

En el lugar ya estaban los chicos, el amable Jack se había ofrecido en llevarlos a todos incluida Gina que parecía entenderse bastante bien con Jackson.

Mick pasó de largo haciéndole una seña al ingeniero y al preparador físico para que lo siguieran.

—¿Pasa algo?–me abrazó–¿Discutieron?
—No, no, son problemas de trabajo.
—¿Esta todo bien?
—Sí, chicos, tranquilos. Lo resolverá pronto.

Calmé a todos los presentes.

Los tres regresaron unos minutos después y ahora sí los saludó a todos.

—Lo siento, chicos, no quise ser grosero.-abrazó a su hermana.
—Estaba listo para patearte el trasero...
—Lucas.-Sophie lo regañó.
—¿Quén va a patear traseros?
   Escuchamos detrás de nosotros.
—¡Alvin!
—¿Qué pasa?–abrazó a todos uno por uno–¿No serás tú la primera dama de Canadá?
—Cierra el pico–lo abracé también–mira, ella es Gina. Mi cuñada.
—Hola–le dió un corto abrazo también–sino fuera tan gay, estaría a tus pies. Aún así, Alvin, a tus órdenes.-le guiñó un ojo.
—Mucho gusto.-Gina estaba roja como un tomate.
—Alvin...–interrumpió–no con otra de mis chicas, no queremos repetir la última vez que nos vimos.
—Oh, Mick–soltó una carcajada–tranquilo, no empaqué los guantes.-le dió la mano.

DAYLIGHT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora