Día de chicas
Billie y Maggie decidieron pasar aquel día juntas. Hacía mucho tiempo que madre e hija no podían disfrutar de un momento a solas, por lo que decidieron escaparse de los demás y poner rumbo a una playa pequeña, en donde podrían hablar con tranquilidad, comer en cualquier chiringuito y dar paseos por la orilla.
En Barcelona, Billie extrañaba estos momentos con Maggie. Raramente pensaba en ellos, como método de pura supervivencia, pero, a veces, echaba en falta poder llamar a su madre y pedirle que la acompañara a dar un paseo o ir de compras, con motivo o sin él, qué más daba. La necesitaba y eso era todo.
En Barcelona contaba con un reducido grupo de amigos. Eran buena gente, podía contar con ellos si así lo necesitaba, sobre todo con Mercedes, una médico residente con la que había hecho buenas migas, pero nada sustituía la presencia de una madre, y Billie lo sabía mejor que nadie.
Aprovecharon ese día lejos de todos para hablar de sus cosas. Maggie le puso al tanto de cómo estaban sus tías y primos. Una de ellas acababa de perder al marido y eso la había sumido en una fuerte depresión. Maggie intentaba visitarla siempre que tenía hueco, aunque consciente de que nada podría reemplazar la presencia de su marido.
—A lo mejor no debería estar hablándote de esto, lo siento, cariño. —le dijo entonces, mientras se aplicaba un poco más de crema solar.
Billie miró a su madre sin comprender. ¿A qué se refería?
—¿Qué quieres decir?
—Nada, que aquí estoy yo hablándote de mi hermana, que ha perdido a su marido, justo ahora que has roto con Jesse. No me parece de recibo.
—Oh, mamá, no digas tonterías. Lo mío con Jesse es completamente diferente a lo de la tía Lore. —intentó tranquilizarla Billie y mientras lo decía se daba cuenta de que ya no dolía tanto. Sus sentimientos respecto a la ruptura con Jesse habían dado un giro de ciento ochenta grados desde que había llegado a Huelva.
—Bueno, solo lo decía por si acaso. —arguyó Maggie, que entonces la miró como si esperara que profundizara en el tema.
Billie captó el mensaje enseguida. No hacía falta que su madre le explicara aquella pausa. Sabía mejor que nadie que estaba esperando que se abriera con ella. Lo había estado posponiendo demasiado tiempo y esto inquietaba a su madre.
—Supongo que quieres que te hable de ello. —le dijo, resignada.
—Estaría bien, para variar, pero si no estás preparada, no quiero presionarte.
—Es que estoy bien, mamá. Me refiero a que no sé qué podría contarte. Rompimos, dejamos de querernos, él recogió sus cosas y se fue. Eso es todo. No hay mucho más que contar. —le explicó sintiendo calor de manera repentina. Un buen baño no le vendría nada mal, pero ya casi era la hora de comer y estaba hambrienta.
—Ya, pero ¿tú cómo estás? ¿Llevas bien vivir sola? ¿Tienes con quién quedar? ¿Comes bien? Eso me preocupa un poco. Si estuviera en Barcelona podría hacerte alguna comida, pero así...
—Mamá, por favor, no tengo quince años. —protestó Billie, aunque agradecida por su preocupación. Una madre siempre era una madre, en la distancia o no. —Y sí, estoy bien. Al principio me resultó muy duro que Jesse no estuviera. Era como si la casa se me cayera encima. Lo odié un poco por irse. Me hubiese gustado irme yo. Incluso pensé en cambiarme de piso porque todo me recordaba a él, pero después me he ido acostumbrado. He hecho algunos cambios en la decoración, creo que eso me ha ayudado.
—Has hecho bien, yo en tu lugar habría hecho lo mismo. —opinó Maggie.
—Estuve pensando en acudir a un psicólogo, pero ya sabes que no soy mucho de eso. —le confesó, descartando la idea con una mano. —Y con el paso de los días me di cuenta de que ya no lo necesitaba. He estado muy ocupada en el trabajo, centrándome en eso, ¿sabes?
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Otro atardecer
FanfictionHa llegado el verano. Elizabeth quiere irse de viaje con sus amigas, pero nunca ha sido capaz de anteponer sus deseos a los de su madre y tendrá que conformarse con pasar sus únicos días libres en la casita que su familia tiene en la playa. El probl...