Capítulo 22

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¡No!

Elizabeth apartó la mirada del gran ventanal que dominaba la estructura central de la oficina. No se veía nadie en la calle, el calor se había llevado por delante coches, peatones y toda clase de vida. Se quedó ensimismada un momento en la escena cotidiana del bloque de edificios de enfrente. Una chica descorría las cortinas, se desperezaba, como si acabara de despertarse. Ahora se iría a preparar un café, tal vez té, y Elizabeth pensó que había dos clases de personas diferentes: las que toman té por las mañanas o las que necesitan una buena dosis de cafeína para empezar la jornada.

Escuchó una voz a sus espaldas:

—Charo te está esperando en la sala de conferencias.

Elizabeth asintió con la cabeza, un poco resignada. Se plisó los pantalones y aspiró hondo. Estaba preparada, llevaba meses diseñando aquella campaña.

Rodolfo estaría contento. Y sin embargo, nada de esto conseguía elevarle el ánimo. Su mente estaba en otra parte y por más que intentaba traerla de vuelta, no conseguía centrarse.

¿No?

No.

¿Por qué no?

Porque no.

Seguía doliendo igual que aquel día.

No hacía mucho de ello, tal vez ese fuera el motivo, que no había pasado tiempo suficiente, que su piel todavía estaba morena, que a veces le parecía poder escuchar la brisa marina o sentir el olor del mar golpeándole la cara. Pensó que las cosas mejorarían, empezaría a sentirse mejor, poco a poco, aunque en ese momento no sabía cómo ni cuándo.

Miró su teléfono antes de entrar en la sala de reuniones. Este gesto lo repetía a menudo, sin saber por qué. En principio esperaba un mensaje o una llamada. Billie se lo habría pensado mejor, le pediría perdón por el último día, le diría que había sido una tonta por dejar que se fuera de aquel modo tan triste y desolador, sin una despedida, sin nada, dejando todo flotando en el aire.

Recordó haber hecho el intento de despedirse de ella la noche previa a su partida. Llamó a su puerta pero se encontró la habitación vacía y su corazón se hundió. «Se ha ido a pasar la noche con unas amigas», oyó que le decía alguien. Lizzy se giró y vio a Maggie parada en medio del pasillo.

Parecía preocupada o triste, al igual que lo estaba ella. Asintió y se fue al sofá cama, aunque no consiguió pegar ojo en toda la noche. A la mañana siguiente, Billie tampoco estaba. Seguía en casa de esas amigas, quienes quiera que fueran. Y eso fue todo. Unos días después sin noticias suyas. Casi como si se hubiera muerto.

¿No?

No.

¿Por qué no?

Porque no.

Elizabeth abrió la puerta de la sala de conferencias. Charo se levantó a recibirla con una sonrisa de oreja a oreja. Rodolfo estaba justo detrás. Se atusó la perilla, siempre lucía perilla, él también sonrió.

—¡Querida! ¡Te estábamos esperando! Ven, toma asiento, ya está todo preparado.

Sobre la mesa, el dossier que Elizabeth había estado preparando durante meses. Rodolfo le estrechó la mano y la apretó con efusividad. Parecía complacido de tenerla allí, como si solo se fiera de ella. Al mirar a Charo, comprendió los recelos de Rodolfo. Era difícil fiarse de alguien como ella.

Su jefa pidió que les sirvieran café y unos pastelitos. Era temprano, el día no había hecho más que empezar, y le vendría bien algo caliente para despejarse, puesto que sentía la cabeza embotada, como si no fuera capaz de pensar con claridad.

—Bueno, ¿qué les parece si empezamos? —propuso Charo.

Los otros dos asintieron. Elizabeth empezó a hablar, pero su tono sonó mecánico, desapasionado, como un robot o una máquina que hubiera memorizado el texto. Llevaba meses trabajando en aquella campaña y le sorprendió sentir que no podía importarle menos en ese momento. Le pareció ver que Rodolfo la miraba con preocupación, pero estaba hecho, incluso entonces Elizabeth sabía que su presencia era suficiente para venderle aquella campaña al cliente. Una persona como él no estaría allí sentado, perdiendo su tiempo millonario, si no estuviera realmente interesado en su propuesta.

Se dio prisa, aunque incidió en los puntos más importantes, y en menos de veinte minutos ya estaba hecho. Un apretón de manos. Una sonrisa. Charo encantada. Rodolfo se fue dando instrucciones de que a la mañana siguiente mandaría a alguien de su equipo para fijar los detalles. Podían empezar ya. «Mejor cuanto antes», dijo.

Se despidieron de él en la puerta y esperaron a que el ascensor llegara. Cuando volvieron a cerrar la puerta, Charo dio un gritito de emoción.

—¡Has estado estupenda, bella! Ni yo podría haberlo hecho mejor.

Elizabeth pensó que eso lo decía porque la reunión había sido un triunfo, pues su exposición había sido la peor que jamás hubiese hecho, incluso alguien tan zoquete como Charo podía verlo. Le replicó con un tímido «gracias». No podría haberle importado menos.

—Ven, vayamos a mi despacho a charlar sobre ese ascenso, ¿oui?

Lizzy asintió y siguió los pasos de Charo. Listo. Su deseado ascenso. Era suyo. Lo había conseguido. Pensó en llamar a su madre para comentárselo. Y también a Charly. Eso es lo que habría hecho en otra época. Y sin embargo, no sintió ningún deseo de hacerlo. No sintió nada en absoluto. El ascenso le daba exactamente igual, como si no hubiera estado trabajando los últimos años de su vida para ello.

Se preguntó el porqué de esta desazón, pero conocía de sobra la respuesta, aunque en el fondo de su ser no quisiera decirla. Ni en voz alta ni en voz baja. Era mejor así. Fingir que no la sabía. Fingir no saber absolutamente nada. Fingir que estaba muerta, al igual que lo estaba ella.

Se sentó en la silla frente al escritorio de Charo y la miró como si de veras la estuviera escuchando. Ella habló, habló y habló. Escuchó frases como «a partir de ahora quiero que seas mi sombra, mi mano derecha» y «formamos un gran equipo juntas, bella», pero no fue capaz de procesar correctamente ninguna de ellas. Cuando la reunión terminó fue como si no hubiera estado allí. Como si no estuviera en ningún sitio en absoluto.

La nada.

¿No?

No.

¿Por qué no?

Porque no.

__________

Halooo, ya estamos a un capítulo para que esta historia se termine.
El último capítulo tiene casi 6 mil palabras y no sé si dividirlo en dos, me gustaría saber qué opinan ustedes.

¿Publico el capítulo final completo o no?

4/5

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