Capítulo IV: Del navío (México)

8 1 0
                                    

Miércoles 16 de mayo de 20XX. Novena zona naval; México

Todo se encontraba listo.

Desde el equipo que iban a usar en su expedición, hasta el comando que los estaría apoyando en sus labores de búsqueda y aseguramiento de su objetivo. La embarcación estaba preparada para zarpar, pues solo esperaba a la llegada de los cuatro elementos seleccionados para dirigirse a su destino: El Océano Índico. Los tenientes Torres y Escamilla, la Mayor Rodríguez y el Capitán Martínez se encontraban frente al ARM PO-101 Benito Juárez, el cual sería el encargado de llevarlos por aguas internacionales para encontrarse con sus homólogos de Estados Unidos. Algo sin precedentes en la historia militar mexicana, e inimaginable para ellos, pues en toda su vida militar, pensaron que llegaría el momento para infiltrarse en suelo extranjero como militares en cubierto.

Salvo el Capitán, por ser perteneciente a la Marina, ninguno se ha subido a una embarcación que no sea una lancha para sus entrenamientos de inmersión en terreno hostil. La emoción la tenían a tope, pero aún estaba en ellos la sensación de malestar que, aunque no lo mostraran abiertamente, los invadía poco a poco, generándoles un poco de extrañeza el pensar que es lo que les depara a su llegada.

Al estar ya dentro del artillero mexicano, se acomodaron en sus camarotes para despejar un poco su mente, llena de diversas ideas hechas previamente por lo que conllevaría para ellos esta misión. Pero sabían que si los llamaron directamente, fue porque son los únicos capaces para llevar a cabo esta encomienda.

El interior de la embarcación era lo de esperarse en este tipo de naves, un control de mando con diversos aparatos de comunicación, detección, mira al exterior y herramientas de ataque y defensa con sus respectivos controles de manejo, todo hecho por ingenieros navales mexicanos. Un orgullo nacional.

–¿Ya ha estado antes aquí, mi Capitán? –Preguntó la Mayor.

–Solo unas cuantas veces por entrenamientos. Pero de haberlo usado, no lo he hecho.

–Esto será como un pequeño viaje en crucero –dijo con una risa el Teniente Escamilla.

–Solo no la vayas a liar, cabrón –dijo su compañero de grado, dejando ver un poco sus raíces españolas.

–No vayan a hacer una pendejada. Esto es una misión, no un viaje para divertirnos.

El Teniente Torres se paró mientras miraba seriamente al Capitán, pensando que le darían una reprimenda; por otra parte, su amigo solo volteó la cabeza para mirar de reojo al superior de la Marina.

–Descuide, mi Capitán –esa última palabra lo dijo con algo de sarcasmo–. Aún no llegamos a territorio enemigo, solo hay que relajarnos un poco y dejar que la tensión se vaya y estar más preparados para la misión. ¿No le parece?

Sin decir algo más, los dos tenientes terminaron por ingresar a la nave, confiados en que Escamilla dio un sólido argumento para restarle algo de importancia a lo mencionado por el Marino. Y en efecto, sabía que eso tenía que hacerse, pero no que fuera por una causa un tanto burda, por lo cual se mostró frustrado, colocando sus dedos índice y pulgar en el puente de la nariz para relajar un poco su irritación.

–No puedo creer que esté pasando esto –dijo en un tono bajo, pero que la Mayor Rodríguez alcanzó a oír, por lo cual tendió su mano en el hombro de su superior a cargo, en muestra de entendimiento.

–Descuida, esto no es lo peor.

–Espera... ¿Esto no es lo peor? –Pregunto sorprendido, pero preocupado.

Ella solo cerró los ojos y negó con la cabeza.

Y con esas últimas palabras, ellos subieron al artillero para zarpar de una vez hacía aguas internacionales.



Jueves 17 de mayo de 20XX. Aguas internacionales; Océano Atlántico

Un viaje en barco puede ser algo atractivo, e incluso divertido y, en algunos casos, relajante, claro que para llegar a ese punto, uno debe de estar familiarizado con ese tipo de experiencias, como les sucede a el Capitán y la Mayor, que solo se quedaban viendo al horizonte, platicando un poco de sus experiencias como militar; el primero por haber sido parte de su día a día como marino, mientras que para la Mayor es por experiencias similares de niña. Si esto no es así, en el mejor de los casos solo estarías caminando de un lado a otro tal cual al Teniente Torres, que no encontraba en que entretenerse durante su estancia en el artillero. Ya en el peor de los casos, solo te queda la opción de quedarte acostado en tu cama, esperando el fin de dicho viaje debido al mareo y náuseas provocados por la marea, una pena para aquel que esperaba algo emocionado con este suceso.

Mientras estaba dando un recorrido por la proa del barco, el Teniente Torres se encontró con sus superiores, quienes estaban abstraídos en su conversación, mientras contemplaban la belleza de los mares al sur de Sudáfrica, por lo cual en una primera instancia no notaron su presencia, pero ya que se acercó lo suficiente, lo invitaron a unirse a su conversación.

–¿Qué hacer parado ahí? Acércate –le comentó Amelia.

–¿Cómo sigue tu compañero? –Le preguntó el Capitán.

–Al parecer ya se encuentra algo mejor después de la comida. Pero prefirió seguir en la cama.

–Y yo pensé que me daría varios problemas durante el viaje –supuso Sergio.

–Lo bueno que no toleró un poco de movimiento –los tres hicieron un pequeño ademán de risa ante el comentario de Eduardo.

–¿Qué te trae por aquí? –Le preguntó Amelia al recién llegado.

–Nada en específico –dijo el Teniente–, solo me sentía aburrido y decidí explorar.

–Bueno, ¿has pensado algo sobre lo que nos espera más adelante? –Preguntó el Capitán para incluirlo un poco en la conversación.

–Solo que espero y no vaya a morir a manos de un terrorista.

–Creo que nosotros igual –dijo Amelia acompañada de una risa casi imperceptible.

–Pues en ese caso, solo nos queda esperar –dijo Sergio regresando su vista al horizonte.

La embarcación se comenzaba a acercar cada vez más al destino para su desembarque, donde comenzará su viaje acompañados con los soldados más entrenados en misiones contra el terrorismo.

La embarcación se comenzaba a acercar cada vez más al destino para su desembarque, donde comenzará su viaje acompañados con los soldados más entrenados en misiones contra el terrorismo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El Cartel de las DunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora