Capítulo VI: La convivencia

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Sábado 19 de mayo de 20XX. Aguas internacionales; Mar Arábigo

El salado aire que producía el mar llenaba de energía a todas las personas que se encontraban en cubierta, era como una sensación vigorizante el tener los pulmones repletos de aquel fresco aire puro que solo se encuentra en la amplitud del vasto mar azul. Todos estaban entretenidos en sus actividades, por suerte, los fines de semana son para hacer unos cuantos trabajos en cubierta y el resto era para actividades libres; claro que solo tomando en cuenta las limitantes que contrae el estar a bordo de un portaaviones militar en medio del océano.

Algunos se encontraban limpiando, otros preparando los cables de parada y otros solo dirigiendo los entrenamientos típicos, lo rutinario; lo único que destacaba era la presencia de los tres invitados con sus nuevos uniformes blancos que los traía con una cara que les hacía querer estar mejor sin ropa en ese momento, salvo al marino mexicano que se sentía cómodo con dicha vestimenta, pues era parecida a la que se usa en el Colegio Naval.

—No puedo creer que nos obliguen a usar esto —decía el Teniente Escamilla mientras se estiraba su uniforme con su característico español del centro de México.

—Pudieron darnos algo mejor, no esta porquería —continuó su amigo.

—Entiendo el por qué, pero aún así me siento bastante humillada —comentó Amelia, quien tenía una cara desencajada, con la vista al frente y con una mirada que buscaba a alguien para desquitarse.

—No entiendo de que se quejan —apareció por detrás de ellos Sergio, quien solo caminaba tranquilo, ajustando el listón negro—. Esto no es tan malo; solo les falta acostumbrarse un poco. Solo eso.

No hacía falta una invitación formal, solo su molestia por portar dicho uniforme para intentar amedrentarlo, por desgracia, en cuanto a combate físico se refiere, el tiene un poco más de experiencia, pero por desgracia, Escamilla y Torres le llevaban demasiada ventaja, por lo cual pudieron someterlo rápido, pero una oportuna intervención de uno de los marineros pertenecientes a la tripulación los frenó de su desdén.

—Oigan, chicos —habló en su natal inglés—; si lo que quieren es pelear, pueden unirse a nosotros. —Señaló a donde había un grupo de marinos formando un círculo donde se alistaban para luchar entre compañeros.

Se quedaron mirando un rato pensando si era buena idea unirse, pero al final terminaron por integrarse al resto de soldados que se preparaban para un amistoso combate. Eran solo ellos sin supervisión, por lo cual los daños corrían por su cuenta. La primera pareja fueron algo secos en cuanto a espectáculo se refiere, pues no hubo mucho que destacar salvo la llave mata leones que terminó el combate.

La siguiente pelea fue un poco más espectacular, más de golpes que de llaves, logrando que el enfrentamiento tomara tintes de espectáculo, con ganchos, jabs y voleas dignas de un pugilista. Todo dado en el abdomen, pues no se permitían golpes en la cabeza, para dejarse malheridos. Solo daban 5 minutos por pelea, pero esta terminó antes debido a que uno de los contendientes ya no pudo resistir más el dolor. En eso, invitaron a los mexicanos a entrar en los combates. Al principio ninguno quería, hasta que el Capitán Sergio se animó a entrar a lo que los americanos llaman "Circle of Pain", o "Círculo del dolor" en español.

Su contrincante era un Teniente de Corbeta que parecía no tener mucho que dar, hasta el Capitán pensó que sería una pelea ya ganada, pero los gritos que lanzaban los demás elementos describían un panorama diferente. Cuando el combate empezó, el mexicano ya se encontraba con la guardia arriba, con la clásica pose de boxeador, por desgracia, al no existir reglas de usar un combate en específico, el americano con ascendencia italiana era muy bueno con los pies para el combate, por lo cual usó un estilo de combate que le favorecía, por lo cual, si bien la pelea de alargó hasta los cuatro minutos, la paliza que recibió el superior mexicano fue brutal, al grado de terminar tumbado en el suelo y tener que caminar agachado por el dolor.

El Cartel de las DunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora