Capítulo VII: De la Planeación

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Sábado 19 de mayo de 20XX; Kandahar, Afganistán.

El viaje en helicóptero fue una experiencia única, de aquellas que son apreciables sólo unas pocas veces en vida, pero que en la carrera de un militar consignado a misiones regulares fuera de su zona de confort son el pan de cada día, nada nuevo. Pero para los mexicanos a bordo del aeronave que estaba surcando los cielos afganos era algo espectacular, pues si bien ellos sí habían estado en un helicóptero militar anteriormente, esa es su primera vez sobre un país ajeno al suyo, por lo cual la incertidumbre se apoderaba de ellos por segunda ocasión desde que supieron que su misión era en tierras árabes.

La ciudad de Kandahar era muy desértica, por lo cual no pudieron evitar compararla con el estado de Sonora, donde se encuentra el desierto más grande de México. Parecía no tener mucha población, pues las casas estaban separadas por lo que parecían kilómetros, una casa por un lado, otra en otro lado, como si la civilización apenas se estuviera asentando en aquellos lugares. Poco a poco se podía divisar una torre que se elevaba en todo lo alto de aquel imponente desierto, dando a entender que estaban por llegar a la base militar de Estados Unidos en aquel país.

Mientras la aeronave descendía sobre la pista de aterrizaje, los cuatro miraban lo poco que podían del complejo militar al cual se encontraban arribando. Una vez descendidos del helicóptero, los dos soldados que los acompañaron a la oficina del comandante de la zona militar, el cual estaba esperándolos desde hace ya unas horas cuando partió el Boeing CH-47.

一Pasen 一se escuchó decir al superior desde su escritorio cuando uno de los soldados tocó la puerta para ser atendido.

一Lamentamos tener que molestarlo, señor 一dijeron los soldados al abrir puerta一. Aquí están los soldados mexicanos que nos indicó traer a nuestras instalaciones.

一Claro, dejalos pasar y pueden retirarse.

一Entendido, señor. 一Contestando eso, le indicó a los invitados que entraran para así salir cerrando la puerta a sus espaldas.

El Comandante les señaló un sillón que estaba arrumbado en uno de los costados de su oficina, para que así pudieran estar un poco más cómodos mientras platicaban sobre los asuntos que los orillaron a estar en aquel lugar.

一Diganme chicos 一comenzó a platicar el superior en la sala一, ¿qué les ha parecido la vista que han tenido de Kandahar?

一Desolada 一dijo Eduardo.

一Caliente 一contestó Javier

一Aburrido 一continuó Amelia.

一Pobre 一concluyó Sergio.

El Comandante se quedó estupefacto ante las diferentes respuestas que le dieron los recién llegados, pues si bien eran respuestas verdaderas, no esperaba una sinceridad brutal por su parte.

一Bueno... Es una parte del mundo con mucha pobreza. No esperen mucho de Afganistán.

一¿Qué esperaba de nosotros? 一Contestó el Capitán algo golpeado一. Venimos de un país que en algunas zonas que están en igual o peores condiciones.

一No lo dudo hijo; pero México no está en guerra.

están en.

一¿Quién le dijo que no? 一Contestó Amelia, recibiendo una mirada de desconcierto del Comandante一. Tenemos una guerra abierta contra el narcotráfico. Por eso estamos aquí.

一Está bien Mayor. No hay que alterarnos. Estamos del mismo lado 一estaba intentando hablar calmado, para bajar un poco el ímpetu de la Mayor一. No quería hacerlos enojar ni mucho menos, Mayor 一mirando que los otros tres soldados lo fulminaban con la mirada一, solo quería que entendieran que ya no están en México, ahora están en otro país, con diferentes costumbres y diferentes tradiciones. Espero que tomen eso en cuenta para su estancia en territorio afgano.

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