Capítulo 10: Itálica 2

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De los 80 paracaidistas que habían, la mitad entró a la ciudad y se dirigieron a la mansión. El helicóptero que vigilaba el área se relevó por otro y así sería por unas horas. 

Por el camino todo el mundo los miraba extrañamente, algunos paracaidistas saludaban a la gente y otros simplemente los ignoraban. Piña se fijó en el equipamiento de los soldados enemigos, todos iban cargados con sus enormes mochilas y sus chalecos cargados de municiones, tijeras, vendajes, bolsas, cantimploras, rodilleras, coderas, etc, todo características que extrañaban a todo el mundo. Sin embargo, lo que más los sorprendía era que iban totalmente de verde con estampados de distintas tonalidades. Esto desconcertaba no solo a Piña, sino a todos sus subordinados y guardias ¿Dónde estaban sus armaduras y sus espadas? 

Una vez se llegó a la mansión, pequeños escuadrones se iban quedando en distintas posiciones para controlar la situación y asegurar una ruta de escape. Al poco todos se encontraban sentados en una gran mesa en una gran sala, los españoles por un lado, los nativos en el otro y en la punta se encontraba la condesa Myui.

Entre los soldados en la mesa se encontraba Félix con sus amigos, el resto del pelotón excepto el sargento y el traductor estaban en la puerta.

"¿Que cojones hacemos aquí?"

"Félix cuida tu vocabulario..." Dijo el sargento.

"Tranquilo señor, no me entienden...mire." El joven miró fijamente a Piña y le dijo calmadamente "Subnormal." Piña se extrañó y le preguntó al interprete.

"¿Que me ha dicho?" Preguntó confusa.

"E-Eh...c-como no lo entiendes te ha dicho que le p-pareces a-atractiva...si."

La princesa se sonrojó levemente para después disimular poniendo una cara seria. Félix miró con odio a Andrés mientras que este le guiñaba el ojo y le sonreía.

"¡¿Se puede saber porque le dices eso?!"

"Ah...cierto, que tu sabías algo de latín. ¡¿Quieres que le diga textualmente lo que le has dicho imbécil?!" 

El sargento los calmó disimulando tranquilidad para mantener los modales. Piña al darse cuenta de la discusión volvió a preguntar.

"¿Te ha escuchado?"

Andrés le contestó con una leve risa nerviosa. "S-Si, el sabe un poco del idioma..."

Cuando el ambiente en la sala se calmó, la princesa Piña quedó confusa al ver que el capitán extendió su mano, Andrés le explicó así que estrecharon la mano. En cuanto el capitán escuchó el nombre fue capaz de mantener la calma y una cara de seriedad, todo debido a que antes de entrar a la ciudad se le comunicó sobre ello.

"Capitán Rubén Marlaska, un placer." En cuanto se presentaron se volvieron a sentar.

"Bien, dígame ¿Qué asuntos quieren tratar estando en guerra?"

"Bien, seré directo y sincero. Queremos encontrar a los responsables del ataque a nuestra tierra, hacerles pagar y que el imperio pague una indemnización. Eso principalmente, también queremos explotar diversos recursos de esta tierra y asentar unas bases de operaciones, nos gustaría que esta ciudad pueda convertirse en una de esas bases en un futuro."

Piña, al igual que el resto se sorprendieron, sin embargo ella se exaltó.

"¡Barbaros! ¡¿Que habéis creído que es el imperio?! ¡¿Entregar una ciudad imperial por las buenas?! ¡¿Que el imperio pague, castigar al emperador y también dejar que os asentéis aquí?! ¡Ninguna de estas solicitudes será aceptada, recordar que somos enemigos!

"Cálmese princesa, por eso estamos negociando." Piña pareció calmarse aunque aún se la veía algo exaltada. "Verá, esos objetivos se van a cumplir y de aquí no nos iremos nunca. Lo de Itálica es negociable, aunque nosotros no somos quienes deciden. No queremos causar daños innecesarios y mucho menos a la población civil."

Gate:  Así fue el ejército Español (y alguno más) a pelear allíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora