Capítulo 8 Promesas del pasado

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*Esta historia tiene un alto contenido de violencia, lemon, lenguaje explícito.

*Lo escenarios que se usan son basados en cosas imaginativas, así como reales.

*Los personajes no son de mi propiedad son de Rumiko Takashi, solo son usados para crear ideas locas y bizarras.

*Historia de incesto, se recomienda mucha discreción.

*Si no eres fan de este género, favor de abstenerte a seguir leyendo, y retírate de forma cortes, sin dejar comentarios ofensivos ni atacar ni ofender a nadie, recuerda que es solo lectura y todos somos libres de imaginar lo que nosotros queramos.

*Si por el contrario decides quedarte, bienvenido a este mundo, toma asiento y disfruta de la lectura. 

Capítulo 8

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Capítulo 8

Promesas del pasado

Sé que debería haber continuado persiguiendo esos sueños del pasado, pero en ese estrecho y sinuoso camino me tropecé, cuando digo que te extraño esos días no significa que quiero volver, solo estoy buscando el cielo que perdí.

La humeante taza de café era colocada en el escritorio, al igual que aquellas hojas que se deslizaban sigilosamente entre las manos expertas del hombre, los ojos dorados pasaban las líneas tan rápido que era difícil descifrar si estaba leyendo o solo mirando por encima. Sus estoicas facciones no cambiaban en absoluto.

A comparación del cliente que estaba más que nervioso, no podía dejar de sudar, mover la rodilla derecha y retorcer sus pulgares con demasiada fuerza. Cada segundo en aquel lugar le dictaminaba que habría problemas o tal vez, algo peor.

Con elegancia, Sesshomaru dejo los documentos sobre la mesa, tomando su bolígrafo, se lo tendió al hombre.

— Si... ¿si me dará el préstamo?

— Claro.

— ¡Se lo agradezco mucho señor Taisho!

— Solo ten en cuenta que los intereses en esta compañía son elevados.

— Asustado abrió un poco la boca, tratando de formular una sonrisa ante su miedo — ya me lo habían dicho... si, no puedo pagar, puede quedarse con mis propiedades.

— ¿propiedades? — recargo el mentón en su mano derecha, el codo firmemente colocado en la mesa — nosotros nos manejamos un tanto diferente, no nos interesa el dinero.

— ¿disculpe?

— Solo firme señor Ibaraki, su préstamo estará listo antes de que salga de nuestras instalaciones y podrá vivir un tiempo sin el miedo de pagar intereses monetarios al banco.

— Claro — sin leer y con la confianza de salir con una maleta llena de billetes, firmo.

El de cabellos plateados observaba la rapidez con la que ponía su cello y la firma, preguntándose solo por un momento, sobre el razonamiento de algunas personas, la estructura de sus vidas y el ¿por qué poner sus propias vidas en peligro?

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