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—Te lo aseguro, Maxon: no fue un accidente.

Estábamos en mi habitación. Mis doncellas me habían dejado lista para el Report, y Maxon y yo estábamos haciendo tiempo juntos en lo que llegaba la hora.  Él estaba recargado en la mesa viéndome, mientras yo jugaba con un montón de papel en la mesa intentando hacer figuritas.

—Pero parecía estar destrozada, y se deshizo en disculpas —rebatió él—. ¿Cómo no iba a ser un accidente?

Suspiré.

—Como te lo cuento: veo a Celeste cada día, y esa fue su artimaña para arruinar el momento de Kriss cuando era el centro de atención. Es de lo más competitiva. Sin mencionar que llevo conociendo a Celeste casi 10 años, conozco sus trucos.

—Bueno, pues, si lo que intentaba era desviar mi atención de Kriss, fracasó. Me pasé casi una hora con ella. Y la verdad es que resultó bastante agradable.

No quería oír hablar de eso. Sabía que había algo entre nosotros, y no deseaba centrarme en nada que pudiera cambiarlo. Al menos hasta que estuviera lista.

—¿Y qué hay de lo de Anna? —pregunté.

—¿Quién?

—Anna Farmer. Pegó a Celeste, y tú la echaste. ¿Te acuerdas? A Anna tuvieron que haberla provocado.

—¿Tú oíste que Celeste dijera algo? —respondió, escéptico.

—Bueno..., no. Pero conocía a Anna, y conozco a Celeste. Te lo aseguro: Anna no era de las que recurren de pronto a la violencia. Celeste debió de decirle algo muy cruel para que ella reaccionara de ese modo.

—Nadine, soy consciente de que pasas más tiempo con las chicas que yo, pero ¿hasta qué punto puedes llegar a conocerlas? Sé que te gusta esconderte en tu habitación o en las bibliotecas. Me atrevería a decir que conoces más a fondo a tus doncellas que a cualquiera de las seleccionadas.

Probablemente tenía razón, pero yo no iba a ceder.

—Eso no es justo. Tenía razón con respecto a Marlee, ¿o no? ¿No te parece agradable?

Él puso una cara de circunstancias.

—Sí..., es agradable, supongo.

—Entonces... ¿por qué no me crees cuando te digo que lo que hizo Celeste fue un movimiento calculado? Por no repetir que a ella si la conozco, demasiado diría yo.

—Nadia, no es que crea que mientes. Estoy seguro de que a ti te lo pareció. Pero Celeste se disculpó. Y ella siempre se ha portado muy bien conmigo.

—Seguro que sí —murmuré.

—Ya está bien —dijo Maxon, con un suspiro—. Ahora no quiero hablar de las otras.

—Intento quitarme el vestido, Maxon.

—He dicho que no quiero hablar de ella —repitió, airado.

Ahí se acababa la cosa. Suspire, e intente calmar mi enojo bajando mi mirada hacia la pequeña flor de papel que estaba a punto de lograr hacer.

—Sé que estás molesta, pero no pienso sacar a Celeste de la Selección solo por un error. Hasta la última vez que me di cuenta yo era el heredero de la Corona de Illea, y en esta Selección las decisiones las tomo yo.

De repente me dieron muchísimas ganas de llorar.

Eleve la flor que tenia y se la extendí.

—¿Que es esto? —pregunta.

Una Selección DiferenteWhere stories live. Discover now