III

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Soñé con un enorme jardín. Inmenso. Tenía tantos tipos de flores que me parecería imposible contarlos. Además de la gran cantidad de colores. Se veía precioso. Iba descalza, y la hierba se sentía estupenda bajo mis pies desnudos. Intentaba tomar una flor, era de color violeta; creo que era una dalia. Pero justo antes de tomarla, escuché a mis espaldas mi nombre. Alguien me llamaba, pero al voltear veía a la persona de un modo borroso, pero apostaba que era un hombre. Intenté caminar hacia él, pero parecía que se alejaba, y un sentimiento de angustia crecía en mi pecho. Caminaba y caminaba, cada vez más rápido, pero no lograba ni siquiera tomar su mano.

—Nadine... Despierta.

Intenté ignorar la voz para ingresar de nuevo a mi sueño y averiguar quien era ese hombre misterioso, pero la persona en mi habitación tenía otros planes.

Gwen estaba sobre mi, quitando la almohada de mi cara y colocándola a un lado.

—Hermana, quiero hablar contigo.

Tallé mis ojos y me enfoqué en mi melliza. Me escrutaba con la mirada, como si sus ojos pudieran desufrar qué es lo que pasaba por mi cabeza.

—¿Qué sucede, Gwen?

—Sé que no te agrada la idea de la Selección, y tengo bastante claro tu opinión acerca de la familia real, pero, ¿en verdad se te hace tan difícil llenar el formulario?

Y no podía durar más de ocho horas sin escuchar la palabra Selección.

Estaba a punto de decirle unas cuantas cosas en la cara de mi hermana, pero luego recordé lo que había hablado con Aspen el día de ayer y el trato que habiamos hecho, así que mi comentario ofensivo se cambió hacia una interrogativa hacia ella.

—¿Y tú por qué estás tan interesada en la estúpida Selección, hermana?

Ella guardó silencio unos momentos. Sabía que me ocultaba algo, compartimos todo, hasta el vientre, sé cuando ella me oculta algo, justo como ahora.

—Sabes que yo jamás me he sentido cómoda con los trabajos que se me asignan. Modelaje, actuación, música... Eso no es lo mío. Si llegara a ser Seleccionada, cambiaría todo mi mundo, en definitiva, ya ni hablar si quedara Elegida... Pero imaginate que quedara Kira. Para ella, ella es el ombligo del universo, puro drama y cámaras en su vida, es todo lo que necesita. Ella no haría ningún cambio, ni siquiera quiero imaginarme qué sería de Illea con ella como reina. Incluso Eadlyn haría más es su mundo dark que Kira.

»Pero aún hay otra posibilidad de cambiar mi mundo... Tú. Tú convives tanto con las castas menores que conoces perfectamente como viven, y sabes lo injusto que es el sistema de castas para ambos lados de la balanza. Intentarías cambiarlo todo para todos. Me ayudarías a estudiar lo que yo quiero y no lo que mi casta exige.

Entonces eso era su emoción por la Selección. Un cambio a su estilo de vida. Y la entendía. Yo aún no sabía cual era mi lugar, pero estaba segura que no era en el que estaba.

Y aunque ya estaba convencida de rellenar ese formulario por Aspen, Gwen solo reafirmó lo que ya estaba convencida.

—Si, está bien, rellenaré el formulario. Pero eres consciente de que yo no puedo hacer más que firmar el papel, ¿cierto?

Gwen me sonrió con todos los dientes —Eso es más de lo que necesito.

Salió de mi habitación y sonreí. Era tan sencillo hacer feliz a alguien con un gesto tan insignificante como ese estúpido formulario. Apenas habían pasado 24 horas desde que llegó, y con solo mi promesa de anotarme ya había hecho feliz a Aspen y a Gwen.

Me dí una ducha y me puse unos jeans de mezclilla y una blusa roja sin hombros con un choker al cuello, unas botas negras con tacón grueso y un poco de maquillaje. Me miré al espejo. La gente asociaba a Alessia como la más bella de la familia, pero en ese instante, sentía que rebosaba de luz, y nadie me podría decir que no me veía hermosa.

Una Selección DiferenteWhere stories live. Discover now