XVII

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XVII

—¿Quién fue el presidente de Estados Unidos durante la Tercera Guerra Mundial? —preguntó Silvia.

Inmediatamente mi mano se elevó al cielo al saberme la respuesta, pero Amy también la levantó levantó y ella respondió.

—El presidente Wallis.

Estábamos de nuevo en el Gran Salón, empezando la semana con una clase de historia. Bueno, era más bien un examen. Esa era una de las materias en las que siempre daba la impresión de que los conocimientos que tenía la gente eran muy variados, en cuanto a la cantidad de datos y a la veracidad de la información. Todos mis hermanos y yo tuvimos siempre a los mejores tutores que nuestros padres podían conseguir y aunque era facil aprender matemática, siempre había dudas acerca de la historia de nuestro país.

—Correcto. El presidente Wallis era presidente antes de la invasión china y siguió dirigiendo Estados Unidos durante toda la guerra —confirmó Silvia.

Intenté repasar toda la informacion que recordaba acerca de él, pero la información daba vueltas en mi cabeza.

—¿Cuál fue el motivo de la invasión? ¿Celeste?

Celeste sonrió.

—El dinero. Estados Unidos les debía un montón de dinero que no podía pagar.

—Excelente, Celeste —respondió Silvia, con una sonrisa de aprobación. ¿Cómo hacía Celeste para engatusar a todo el mundo? Era irritante —. Cuando Estados Unidos se vio incapaz de pagar la enorme deuda, los chinos lanzaron la invasión. Por desgracia para ellos, así no recuperaron el dinero, ya que Estados Unidos estaba en la bancarrota. Eso sí, consiguieron mano de obra americana. Y cuando invadieron Estados Unidos, ¿qué nombre pusieron los chinos al país?

Levanté la mano, pero no fui la única.

—¿Jenna?

—Estados Americanos de China.

—Sí. Los Estados Americanos de China conservaron la misma imagen, pero no era más que una fachada. Los chinos tiraban de los hilos, haciendo valer su influencia en los grandes actos políticos y condicionando la aprobación de leyes en su favor.

Silvia pasó por entre los pupitres a paso lento. Me sentía como un ratón a la vista del halcón que va trazando círculos cada vez más cerca.

Eché un vistazo por la sala. Unas cuantas chicas parecían confundidas. Yo pensaba que aquello, en particular, lo sabía todo el mundo.

—¿Alguien más tiene algo que añadir? —preguntó Silvia.

—La invasión china hizo que varios países, en particular en Europa, se alinearan y establecieran alianzas —reaccionó Bariel.

—Sí —respondió Silvia—. No obstante, los Estados Americanos de China no tenían tantos amigos en aquella época. Habían tardado cinco años en reagruparse, y aquello ya había sido suficiente trabajo; no habían tenido ocasiónde establecer alianzas —explicó; puso cara de agotamiento para expresar ladureza de aquel proceso—. Los E. A. C. pensaban devolver el golpe a China, pero entonces se encontraron con que tenían que afrontar otra invasión. ¿Qué país intentó ocupar los E. A. C. entonces?

Esta vez se levantaron muchas manos.

—Rusia —respondió alguien, sin esperar a que le dieran la palabra. Silvia se giró en busca de la infractora, pero no pudo localizar la fuente.

—Correcto —dijo, algo molesta—. Rusia intentó expandirse en ambas direcciones y fracasó miserablemente, pero su falta de éxito dio a los E. A. C. la ocasión de contraatacar. ¿Cómo?

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