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El otoño había llegado, las hojas caían y pintaban las calles con sus colores amarillentos. Las luces tenues del cielo dándole la bienvenida al atardecer hacia que que todo el panorama se viera pintoresco.

Yun sentía dicha de poder apreciar esos colores.

—No entiendo que hacemos aquí...¿no debes regresar a casa?

—Mi casa no sé moverá de lugar. TaeHyung si quieres irte puedes hacerlo.

—Debo cuidarte.

—¿A si? Y como lo harás, que yo sepa los fantasmas no pueden tocar a los humanos.

—No podemos pero hay maneras de hacerlos sufrir.

—Vamos desaparece de una vez...quiero disfrutar del atardecer.

—Me iré, pero no por qué tú me lo dices si no por qué mi madre está buscando me.

—Claro...ve con mami niño.

—Que falta de respeto.

Y fue así como desapareció dejando a Yun sola.

Kwa JongYun era su nombre,una chica de 27 años , trabajadora en un estudio de fotografía. Ella tenía un Don,uno que pocas personas conocían y era que podía ver e interactuar con las personas fallecidas, ¿Cuál era su propósito? Aún no lo sabía pero hasta eso momento le había servido para tener a varios conocidos de distintas épocas a su alrededor.

Por ejemplo,el más destacable era Kim TaeHyung, un joven hombre de 25 años que había fallecido a causa de un ataque directo a su familia. Eso había sucedido en el año 1456.

Él había recorrido todo el mundo cuando su cuerpo se había desprendido de su alma, vivió y conoció distintos lugares aún si no podía hacer todas las cosas humanas que alguna vez soño, pero no le molestaba la no vida que estaba teniendo pues pudo ver cómo el mundo cambiaba y como todo iba asombrando lo.

Después de años, de muchos años él dió con la pequeña Yun, ella era una niña de apenas 9 años que con inocencia se acercó a él, parecía un juego ,algo irreal pero que estaba sucediendo.

Aún seguía sin entender como es que ella podía hablar con los muertos pero tampoco es que allá hecho el mínimo esfuerzo por descubrir lo simplemente dejaba que todo siguiera como estaba pues de ser así seguiría teniendo una amiga con quién pudiera hablar de algo más que no sea la vida humana y los deseos de volver.

Yun llevaba una vida tranquila, trabajaba cuatro horas y se iba a perderse en su mundo, era una chica solitaria pues los demás creían que era extraña. Estudiaba en la universidad en la carrera de artes, su sueño era trabajar en una compañía de Idols, los vídeos musicales eran su meta pues en ellos quería hacer una película en dónde la historia se viera plasmada y fuera acompañada de una buena canción.

Pero como dije anteriormente ella no tenía tantos conocidos que la impulsarán a las oportunidades, la gente sabía que ella podía ver a los fallecidos pero lo tomaban como un chiste, con burla y extrañeza. Unos se burlaban, otros la ofendian y otros pocos se alejaban ella era la rarita de todos los lugares a los que iba.

—¿Has visto a mi mamá?

—Oh pequeña...no deberías estar aquí.

—No se dónde está mi mamá.

—Te ayudaré pero no podré acompañarte cuando estemos cerca.

—¿Porque?

—Por que es un lugar al que yo no puedo entrar.

Yun podía ver a aquellos que habían muerto y solo ayudaba a los que fueron puros hasta su último día, la mayoría eran niños quienes no encontraron el rumbo a su descanso definitivo.

La vida después de la muerte era muy diferente a lo que se espera. Al morir uno no vaga como se ha dicho ,uno no va a la luz como se tiene entendido, uno permanece en el mundo conviviendo con las personas vivas, y solo dejarán de estar así cuando el cuerpo adecuado nazca. Su alma pasará a ser del nuevo bebé y así sucesivamente, aún que con los niños que fallecieron es diferente. Al ser un alma pura, libre de pecados está pasa a ser anhelada y venerada por los fantasmas. Son seres que pocas veces se ven y solo nacerán cuando su momento llegue de nuevo.

—¿Cuantos años tienes pequeña?

—Seis ¿Y tú?

—27 dime qué fue lo que pasó.

—Mi papá...mi papá me mato.

Ya era costumbre para ella escuchar cuánto mal hacia un adulto en contra de esos seres tan pequeños e indefenso.

—Lo siento mucho.

Yun sentía lastima y odio repulsivo hacia todo ser humano que hacía miserable la vida de otros, por eso era que ella ayudaba a aquellos niños a irse al lugar que pertenecían.

Ese portal que se encontraba en los cementerios, ahí cientos de miles de fantasmas ayudaban a los pequeños a llegar a su último destino.

—Entra... encontraras a muchas personas,ellos te llevarán a dónde debes estar.

—Tengo miedo.

Era sabido que los cementerios no eran lo más hermoso del planeta —Lo se pero no te pasará nada, mis amigos te llevarán.

Cross Roads   •||KSJ||•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora