El celo de Jimin |Kookmin|

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Maratón 3/3

Hace dos años

— Ya vuelvo Kook, cuídame esto — Taehyung le tiró la chaqueta en el rostro a su amigo mientras se dirigía hacia ese coqueto chico que no paraba de mirarlo.

— Taehyung, hijo de puta, ojalá se te afloje el estómago en pleno acto — gruño molesto.

— Te lo duplicó — grito el castaño.

Jungkook lo remedo superficialmente y tomo un largo trago de su bebida.

— Oh mierda, es un niño, ¿Taehyung quieres ir a la cárcel? — murmuró mirando a la "pareja" de su amigo.

De la nada en su borracha mente sonó la melodía de "debo impedir esa boda", fue acercándose lentamente para impedir ese beso ilegal de Taehyung con un pelimenta, pero a mitad de camino un agudo dolor de estómago lo hizo devolverse y está vez para el baño.

— Kim Taehyung, eres un brujo, un puto brujo — dijo retorciéndose.

Empujó a varios chicos para llegar a los sanitarios, lo primero que sintió fue el fuerte olor nauseabundo de alcohol y berrinche.

— Por dios, ¿Qué comen en este lugar que huele así? — escuchó una dulce voz

— Creo que mierda — contesto sincero mientras se bajaba los pantalones — el olor es tan insoportable.

— Lo es — recibió como respuesta.

Jungkook se sintió aliviado cuando su estómago empezó a no doler tanto como antes.

Solo era un pedo atorado, pensó.

— Sueltame — escuchó un grito agudo, era la voz del mismo chico de hace un rato.

— No debiste rechazarme, planeaba pasar una excitante noche contigo, pequeño calienta pollas.

A Jungkook se le quitó todo el rastro de alcohol en el sistema y empezó a emanar su olor con un fuerte toque de agriedad.

— No, no — escuchó por lo bajo.

— Oh, claro que sí sexy.

— Está noche gritarás tan fuerte, me pregunto si podrás con todos.

Jungkook salió completamente encabronado, esos idiotas pensaban que podían abusar a cualquier Omega solo por ser unos alfas.

— ¿Qué carajos creen que hacen intimidando a un Omega? — gritó y gruño molesto.

Los hombres no se lo tomaron bien, así que antes de siquiera darse cuenta, los cuatro alfas ya habían entrado en una pelea, los pervertidos hombres se encontraban demasiado borrachos como para dar una buena pelea.

El pelinegro entonces aprovecho y usando todas las clases de boxeo que tomaba, destrozó a cada uno de ellos.

Uno por uno.

Cuando los dejo tirados sobre el piso volteo a ver a la pequeña víctima, olió despacio tratando de encontrar su aroma, pero este ni siquiera guardaba el olor característico de un beta macho.

— Hey, ¿Estás bien? — acercó su mano al hombro del pequeño rubio.

Solo por unos segundos vio al niño, un asustado niño de ojos pequeños y saltones.

El cuerpo del menor cayó al piso por el toque sobre su hombro y se hizo lo más pequeño contra ello.

— No no me to...toques — sollozó.