Capítulo 14: Pecadores como yo

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Felipe

—¿Sabías que el amor es una completa mierda? —inquieré ella mientras comienza a hipar.

La miro detenidamente antes de responder: —No estoy seguro de cómo se siente el verdadero, pero se que hay relaciones en las cuales los esfuerzos no valen un carajo. He tenido novias pero más que tenerlas por gusto, ha sido simplemente para colocarle algún tipo de etiqueta a nuestra relación. —respondo.

—¿Entonces no creés en el amor? —ladea su cabeza y sonrió ante su curiosidad.

—Sí creó en el amor y todo lo que tenga que ver con ello, es solo que algunas personas no saben valorar el esfuerzo que haces por ellas. —me encojo de hombros sin dejar de verla.

—Dímelo a mí, que me enamoré de un imbécil que no supo valorar mi amor... me puso los cuernos con la que en ese tiempo era mi peor enemiga, yo estaba enamorada de él. Él era mí primer novio y yo estaba felíz por que él chico popular de la maldita Universidad se había fijado en mí, nunca he dicho que sea fea pero no creó que este tan mal ¿O sí? —me pregunta.

—Eres hermosa y nunca dudes acerca de ello, que él no te haya sabido valorar y cuidar no quiere decir que otro no lo hará, tal vez sea un soltero que folla sin compromiso; pero sí en cualquier momento llega esa chica que colocará mi mundo cabeza, no dudaré en ir tras ella. —le aseguro.

Puede que esa chica ya haya llegado, y seas tú.

—Mereces que te sucedan cosas buenas. —comenta.

—¿Cómo tú por ejemplo? —le pregunto sin vacilar.

Su rostro se torna rojo al momento que hablo, ella muerde su labio inferior mientras baja la mirada avergonzada.

—Deja de decir pendejadas. —responde.

—Pero si no lo son. —le aseguro.

—Además yo no soy del tipo de mujer que a ti te gusta, o bueno eso creó yo. —argumenta nerviosa mientras juega con un mechón de su cabello aún sin verme.

¿Tan poca fe sé tiene?

¿Qué le habrá hecho él maldito cabrón?

—Entiende eres única, y pueden llegar haber mil copias como tú pero ninguna llegará hacer como tú lo eres. —Me acercó a ella por completó, su respiración es frenética, sin ella esperarlo la tomo de la cintura y la siento en la isla del centro de la cocina. —Bien, te contaré un pequeño secreto que dejará de serlo.

—Okey, esta bien. —asiente mirándome, me tomo el atrevimiento de abrir más sus piernas colocándome en medio de ellas.

—¿Sabes? Aquella tarde cuando casi te atropelló me arrepentí un poco por haberte echado la culpa, aún sabiendo que también fue una irresponsabilidad de mi parte al no fijarme. Empecemos por que mi día no había empezado muy bien y no me gusto el hecho de que gritarás, ambos gritamos y eso es normal en las decisiones. —ella baja un poco la cabeza.

—Lo siento. —pronuncia en voz baja.

Tomo su barbilla y levanto su rostro para observarla detalladamente: —No te disculpes, él aquí presenté es quién debería hacerlo, acepto que fuí un completo imbécil y todo lo que quieras y hayas pensado en su momento. —ambos reímos —Lo acepto ese día había quedado embobado al ver que había hecho enojar a una mujer tan hermosa como lo eres tú, tal vez pienses que estoy jugando y que solo uso palabrerías, pero te aseguro que nunca he sido tan sincero en mi vida como lo estoy siendo ahora, cuando quiero algo lo consigo sin mucho esfuerzo. Pero se que tú eres alguien que vale la pena, que merece mucho empeño y dedicación. No puedo simplemente utilizarte para mi beneficia por que sí lo hago, posiblemente yo sea quien termine más jodido.

Después De Esa Noche²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora