Capítulo 8: Me ayudarás

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Felipe

—¿Esa no es Katrina? —inquiere Cameron con total normalidad, sigo su vista y me tenso un poco en mi lugar.

—Lo que me faltaba, no tengo escapatoria alguna. —menciono lo que menos quiero ahora es hablar con ella.

Suficiente tengo con su acoso, además de querer joderme la vida cada que me mira.

—¿Entonces, que harás?

Me mira atento mientras bebe el contenido de su vaso.

—¿Qué haré? ¿Sabes cuantas veces le he dicho que tengo pareja, y que además ella no me interesa en lo más mínimo?

Él niega, y sonríe divertido.

—Pensé que tu eras un cero a la izquierda, al menos para ella.

—Tú me vas ayudar, te guste o no. —puntualizó.

—¿Me meterás en algún lío? Si vas a liarla grande, mejor ni lo intentes.

—Cómo creés chiquito mío, sería incapaz de algo así, eres el amor de mi vida. —le lanzó un beso y le guiño un ojo.

Me levanto de mi lugar y pago la cuenta, después de eso ambos salimos. Katrina quién estaba entretenida, al verme sonríe y se aleja del lugar para acercarse a nosotros.

Cameron palmea mi espalda, lo que no sabe es que tengo pensado hacer con él.

—Hola chicos. —ella saluda sonriente.

Ambos asentimos, y ella me observa con atención.

—¿Dónde está tu novia? Digo me dijiste que tenias, ¿por qué no está contigo? —inquiere sin más.

—Sí tengo, dije qué estaba en una relación, nunca te dije que era mujer, entiendes. —le digo y ella frunce el ceño, Cameron me observa consternado y le sonrió de forma dulce.

La chica frente a mí nos observa con cara de mal gusto, me apresuró a entrelazar mi mano junto con la de mi mejor amigo. Este me mira espantado, aguanto la risa.

De no hacerlo, mi plan se irá por la borda.

—¿Tú mejor amigo, es tú...?

Le asiento frenéticamente.

—No te creó.

Levantó mi mano izquierda y le enseñó el famoso anillo que tengo desde hace años, Cameron tiene uno igual y se lo regale por nuestros años de amistad. El cabrón me sigue el juego y le muestra el de él, ella parece no muy convencida.

Por lo que sin el esperarselo, lo tomo de la mandíbula y giro su rostro en mi dirección, le pido disculpas con la mirada, y sin pensarlo mucho juntos nuestros labios, en un beso corto y rápido.

—Que desperdició de hombres. —escucho a lo lejos, vuelvo mi vista al frente pero no hay nadie.

—Que alivió, me salve... creó.

—¡¿Y tú, te sientes bien?! ¿Como se te ocurre besarme, además sin avisarme? —ya empezó el dramatismo.

—A ver mi rey, esto era una misión de tranquilidad, y fue lo único que se me ocurrió, además deja el escándalo solo fue algo sin chiste, ya sabes. El beso fue para reforzar la amistad. —le sonrió de lado y bufa mientras ríe divertido.

Él sonríe de lado antes de hablar: —Tus labios son suaves, podría decir que besas bien, pero no van los hombres así que no lo vuelvas hacer. Si lo haces te agarro el miembro, y tú más que nadie sabes cuanto duele.

Después De Esa Noche²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora