capitulo 4

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¿Que haces en una habitación sin nada?

Exacto.

Echar una cantada.

Preparando cuerdas vocales...

–¡Un vampiro se balanceaba sobre la cuerda con estacas, como veían que resistía, fueron a buscar otro vampiro!–Canté a todo pulmón.

Habilidad: Irritar rápido.

Cuando iba por el vampiro ochenta, entro el vampiro, el conde Damián. El entró con una cara espeluznante.

–¡¡Deja de cantar esa mierda!!–Gritó.

Me encogí de hombros.

–¿Sabes que? Creo que te hacen falta las cadenas.–Empezo a caminar.

–No hacen falta.–Hable mirando hacia abajo.

El se detuvo confundido, déjandome apreciar ese hermoso perfil que tiene, sus cejas se arquearon dándome a entender que no entendía nada.

–Que ya no las necesito.–Aseguré y el se acercó, era intimidante.–Ya no quiero luchar por escapar, conde.–Baje el rostro.

–¿Por qué ese cambio?–Preguntó en un tono suave, yo me sorprendí y el tomo mi mejilla, era frío.

Su mano se quedó ahí, y sentí mi piel caliente, cerré los ojos. Los volví a abrir y el me miraba burlón.

–¿Y ese sonrojo?–Alzó una ceja.

Yo carraspié para aclararme la garganta y desvíar el tema. Lo mire a pesar de que  el me tenía encerrada, nunca lo sentí realmente peligroso.

–Yo me quiero quedar por voluntad propia.–Apreté los labios y alcé la mirada triste–No hay nadie que me quiera, ni siquiera mi hermana, ni mi madre.–Reí sin humor.

–Mentira.–Yo alce la cabeza confundida –Al menos debe haber una persona en este mundo que te quiera.

No supe que decir.

–Bueno, no te pondré las cadenas pero...–Me miró serio– si escapas, ya sabes lo que pasará.–Advirtió.

–¿Puedo estar contigo?

El me miró sorprendido, y yo me sonroje por tonta, entonces por culpa de mi estupidez, así que intento arreglarlo.

–¡L-lo que quiero decir es q-qué... Y-yo N-no–intente explicar pero solo salieron locuras de mi boca–Para no aburrirme.

Se rió de mi, y solo asintió. Pero de repente se puso serio, lo que hizo que me lo quedará viendo, sus facciones, ese rostro bello, me hacé pensar en que lo he visto antes...¡Imposible!

El se levanta, mirandome curioso, pero no pregunta, entonces de repente me toma de la mano, y yo siento que se me va a salir el corazón de la caja torácica.

El sonrió mostrando sus colmillos.

–Te llevaré a tu habitación.–yo solo asentí, y Vi nuestras manos juntas–Vamos.

Y cuando llegamos me quedé parada viendo todo asombrada. Nunca en mi vida hubiera pensado en vivir en una habitación así. Así que me voltee a verlo, su cara blanca, sus ojos negros.

–¡Gracias!–sonreí.

El se puso nervioso de repente, y luego se rascó la nuca, no entendí su comportamiento, lo mire y el solo esquivó mirada.

–La cena es a las siete.

Con eso se va de la habitación.

Oh, ¿Que me pongo? ¿Si quiera tengo ropa que ponerme? Ví un armario y lo abrí curiosa. Había un vestido negro.

Me volví la esclava de un vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora