127 d. C; AEGON TARGARYEN

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AEGON TARGARYEN

Las manos de Aemma se movían con delicadeza por el cabello de su hijo mayor, de vez en cuando tirando de él para asegurarse que no se durmiera en la silla. Era el día que se haría oficial su compromiso con Coryanne y ella se había encargado de arreglar a su hijo ese día. Helaena estaba con ellos, pero ella estaba metida en su propio mundo entreteniendo a sus hijos, los gemelos que apenas podían acostumbrarse al calor del sur. Aegon dejó salir un bostezo, el milésimo en los últimos cinco minutos, y luchó por mantener los ojos abiertos. Aemma sonrió notando ese pequeño gesto que no había cambiado desde que Aegon era un bebé, siempre se dormía cuando acariciaban su cabello.

—Estás listo—anunció pasando el cepillo por última vez en el cabello de su hijo—, déjame verte.

Aegon se levantó con pereza, el príncipe no quería nada más que acurrucarse en la cama a dormir el reto del día, pero ese era su día y su madre nunca lo dejaría hacer eso. Helaena apartó la mirada de sus hijos para ver a su hermano y aplaudió al verlo tan decente.

—Te ves más decente de lo que te has visto en toda tu vida—bromeó ella.

—Tu sigues viéndote como un escarabajo—fue la respuesta de Aegon.

—Tengo que ver si tus hermanos están listos—Aemma sacudió los hombros de Aegon con cuidado—, no vayan a seguir discutiendo frente a los niños.

Los dos levantaron las manos en señal de paz y ella negó con la cabeza antes de salir, sabía muy bien que seguirían molestando hasta que llegara la hora de ir al gran salón. La Reina recorrió el ala de la familia real hasta dar con la habitación de su cuarto hijo, con cuidado tocó la puerta y escuchó un "ya voy" antes de que la puerta fuera abierta revelando a Aemond arreglando el parche en su lugar.

—Madre, estaba por salir a buscarte—Aemond salió por completo y cerró la puerta.

—Vine a ver que estuvieras listo—Aemma lo miró de arriba abajo y asintió satisfecha con lo que veía—. Acompáñame a buscar a tu hermano.

Sin dudarlo Aemond ofreció su brazo y Aemma lo tomó enseguida. Madre e hijo avanzaron hasta la siguiente puerta, la habitación de Daeron, y Aemond fue quién llamó a la puerta. Cuando la puerta fue abierta una doncella los recibió con una reverencia.

—El príncipe está listo, Majestad—anunció la mujer.

—¡Madre!—Daeron apareció con una sonrisa—¡Te ves completamente hermosa, como siempre!

—Gracias, mi príncipe, es honor escuchar tales palabras—Aemma acarició la mejilla de su hijo.

—Tu te ves horrible—el menor miró a su hermano con el entrecejo fruncido.

Molestia—Aemond murmuró poniendo su ojo en blanco.

Aemma agarró la mano de Daeron y los tres regresaron a los aposentos de la Reina donde ya estaban Rhaenyra y Viserys esperando con ellos, acompañando a Aegon y Helaena. Los gemelos ya no estaban, así que Aemma asumió que habían sido llevados a tomar su siesta. Aemond soltó el brazo de su madre y fue a saludar a su hermana mayor, que lo abrazó con fuerza y comentó lo alto que estaba.

Hermosa—Viserys se acercó a su esposa y tomó una de sus manos cuando Daeron corrió hacia Rhaenyra buscando un abrazo—, la más hermosa de los siete reinos.

—Sigue hablando, me gusta cuando te pones así—Aemma le sonrió y soltó su mano para tomar su brazo.

—Lo diré más seguido—Viserys besó la cabeza de su esposa—. Te amo.

dear mother. (house of the dragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora