Miré a James como si un cubo de agua fría me acabase de caer en la cabeza.
El silencio se apoderó de la mesa y por un momento miré los ojos oscuros del hijo mayor de James. Él me miró fijamente con una mirada calmada y nada expresiva.
Me dio un escalofrío y giré la cabeza hacia mi madre.- ¿Tú lo sabías? - Pregunté a punto del llanto.
- Cariño, no es lo que piensas, es simplemente un documento en el que afirmáis que os haréis cargo de la empresa de forma conjunta. - Me intentó tranquilizar mi madre.
- O sea, ¿no es como un matrimonio normal? No tengo que casarme de verdad, ¿no? - Pregunté de nuevo temblando.
- No, Maya. El nombre de matrimonio es un formalismo no tienes que casarte. - Contestó mi madre y James se aclaró la garganta mirando a mi padre.
- Bella. - Hablo mi padre hacía mi madre. - La cláusula ha cambiado; a cambio de un gran incremento monetario, por supuesto. El caso es que... - Mi padre no paraba de frotarse las manos y retocarse el pelo canoso.
- Isabella. - Tomo la palabra James. - El matrimonio debe ser completamente real e irrompible, tú hija debe casarse con mi hijo con todas las de la ley y con un contrato entre medias.
- Henry. - Masculló mi madre mirando a mi padre. - Dime que no has vendido a nuestra hija así. - Agregó enfadada.
Cuando el griterío empezó yo volví a ver borroso hasta que todo se tornó negro y ya no había más voces.
Abrí los ojos y me encontré tumbada en la cama de mi nueva habitación. Tarde unos segundos en asimilar si lo último que mi mente recordaba había sido parte de un sueño, o si había sucedido en realidad. Tarde unos escasos segundos en darme cuenta, gracias a que aún llevaba el vestido puesto de la cena, de que aquello había sido completamente real. Me coloqué una mano sobre el pecho y noté como mi corazón se aceleraba de nuevo.
¿Casarme? ¿Yo? Ni si quiera había tenido novio en el instituto, no entendía a los hombres ni tampoco quería. Me levante de un salto y agarre la mochila de Vans que me había regalado Liam en mi anterior cumpleaños; metí ropa para varios días, dinero, cargador, un pequeño neceser y el móvil. No pensaba soportar eso, ¿casarme y además con un desconocido? Ni en broma.No escuché ni un ruido al bajar las escaleras y no me fue difícil salir por la puerta principal. Atravesé el jardín sin toparme con nadie y salí a las calles del vecindario. Anduve apresurada y sin rumbo. Miré mi móvil y me di cuenta que me había pasado casi un día completo dormida, el sol comenzaba a esconderse y dejaba ver en el cielo un vibrante color anaranjado. Atravesé varias calles hasta que se me hizo de noche, lloré sin parar ¿Cómo podía haberse desmoronado tanto mi vida?
Estaba en una calle donde había varios bares y una especie de discoteca que tenía en letras brillantes de neón el nombre "Sunset". Me acerqué a los porteros para que me indicaran algún motel en el que pasar la noche y que sé ajustara al dinero que llevaba suelto, ya que el móvil se me había quedado sin batería y no tenía ningún lugar donde cargarlo. Amablemente me indicaron frente a mis pésimas expectativas, les agradecí y me alejé unos escasos metros.
- ¿Dónde va una chica como tú tan sola a estas horas?
Una voz pastosa y masculina llamó mi atención. Giré la cabeza y me encontré a un hombre que me miraba desde la acera. Su amigo me silbó de una forma repugnante.
- Vamos, no tengas miedo, nosotros podemos acompañarte. - Dijo un tercero acercándose a mi mientras los tres reían.
- Una chica tan guapa como tú no debe ir sola.
Cuando vi que se acercaban acelere el paso y cuando noté que los tenía suficientemente cerca comencé a correr. El agobio y las pulsaciones subieron de golpe. Escuchaba sus pisadas detrás.
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Entrelazados.
Teen FictionMaya Miller no sabía que la repentina fortuna de su padre conllevaría vestirse de blanco en un altar. Tras un pacto con un cliente, Maya no tendrá más remedio que casarse con el hijo mayor del socio de su padre para que los negocios familiares prosp...