9. ¿Quién da más?

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El tono de aquel hombre no me hizo ninguna gracia, pero tampoco me lo hacia que Noah estuviese ahí metido.

- Soy Malcolm. 

El hombre sonrió con chulería y con un tono casi susurrado mientras dejaba el silencio oportuno para que yo hablase.

- Maya. - Dije sin más.

- Bonito nombre. - Contestó él con media sonrisa en los labios. - Iremos a buscar a tu amiguito.

Los dos hombres que custodiaban la puerta se movieron sin problema cuando el tal Malcom paso por el frente. Yo lo seguí algo dudosa de lo que estaban haciendo. Podría llamar a mis padres y decirles lo que estaba sucediendo, o a los de Noah directamente, incluso podría llamar al propio Noah y ahorrarme el entrar en un lugar como este. Un pinchazo de inseguridad me abrumo cuando estábamos frente a la puerta del local y saque rápidamente mi teléfono del bolsillo trasero de los pantalones, un rápido y simple "estoy en el Sunset" me dio tiempo a escribir a Lena antes de que Malcom abriera la puerta.

- Las damas primero.

Tras decir eso hizo una reverencia ridícula que si no fuera porque iba cagada de miedo y el tipo no me trasmitía buenas vibras me habría reído.

Al cruzar el umbral al música retumbaba a todo volumen, la verdad que hay una excelente insonorización con el exterior. El local estaba oscuro y solo podía ver las siluetas de la gente cuando los focos y luces coloridas se movían por la sala. Tan solo era capaz de darme cuenta de que la sala era bastante grande y había numerosos clientes tomando tragos y bailando en la pista. Un dj al final animaba y pinchaba música mientras que los bartenders se movían con rapidez detrás de la barra sirviendo copas. 

- Noah estará arriba, es un cliente VIP. 

Vi a Malcolm sonreír con picardía gracias a un foco rojo que justo le paso por la cara. Fruncí el ceño, esto cada vez se tornaba mucho mas turbio y la desconfianza afloraba sin frenos.

- ¿No se suponía que este local es para mayores de edad? - Pregunte casi gritando para que él me escuchara y no tuviera que acercarse demasiado.

- Lo es. ¿Por eso no te he visto nunca? Me acordaría de alguien como tu. - Respondió con un tono meloso que me causo arcadas.

- Tengo diecinueve. - Contesté firme y queriendo mantener una apariencia segura. Mentí, aun no tenia los diecinueve pero los cumpliría en apenas unos... cinco meses.

Note un gesto de satisfacción cuando termine de hablar y él me pidió que lo siguiera hasta donde, supuestamente, se encontraba Noah. Subimos por unas escaleras, también custodiadas por un hombre trajeado, y mientras subía cada escalón; iba maldiciendo el apellido Grant cada vez más.

Arriba, había una tenue luz cálida; iluminaba con dificultad un pasillo con unas puertas. Malcolm se acerco con confianza a la segunda y abrió sin miedo.

Al pasar esa puerta un fuerte olor a hierba y un ambiente humeante impactaron en mi cara. Con dificultad pude visualizar una mesa grande y redonda donde había unas siluetas jugando a algún tipo de juego de cartas; al otro lado, una gran vitrina con botellas de alcohol coloridas y por fin visualice al maldito niño que me había llevado hasta esa situación. Noah estaba sentado, de espaldas, en una silla frente a otra mesa con otra silla, parecía como si estuviera castigado en el despacho del director de la escuela. A su lado había dos hombres que se limitaban a observar.

- ¡Noah! - Grité y atravesé la sala para llegar hasta sus espaldas. 

Cuando lo tuve de frente vi que muchas lágrimas se derramaban por sus mejillas y mordía su labio inferior evitando mostrar debilidad. Al verme, sus pupilas de dilataron y abrió la boca sorprendido.

Entrelazados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora