Me desperté sobre mi cama con un dolor horrible, aún seguía con la ropa de anoche y mi móvil estaba tirado en el suelo junto con mi bolso y zapatos. Estire el brazo intentando hacer el mínimo esfuerzo y agarre el teléfono. Tenía varios mensajes de Lena disculpándose por lo de anoche y preguntándome si había llegado bien, otros eran de Liam obligándome a que le contara todo.
Me incorporé con dificultad en la cama y un punzante dolor en la sien hizo que me quejase por lo bajo.
Fui al baño y me introduje en la ducha para intentar quitarme el horrible olor a alcohol.
Después de ponerme ropa cómoda y entrelazar una trenza en el pelo mire la hora; Eran las cinco de la tarde, había dormido demasiado y me había pasado hasta la hora de la comida.Baje a la planta principal y Amelia estaba colocando los cojines del sofá en su sitio.
- Veo que ya ha despertado. ¿Necesita algo? ¿Unas tortitas? - Me preguntó con un tono maternal.
- Hoy no te voy a decir que no. - Acepté con la voz ronca.
Ella sonrió satisfecha y se apresuró a la cocina, yo la seguía arrastrando los pies hasta que me senté en uno de los taburetes de la isla.
- Con chocolate por favor. - Indiqué y apoyé mi cabeza contra los brazos.
Mientras las sartén se calentaba, Amelia llenó un vaso de zumo y me lo colocó cerca junto a una pequeña pastilla blanca.
- Gracias. - Dije y me tome el fármaco acompañado del dulce líquido. - Ayer me trajo Sean ¿verdad?
Amelia sonrió mientras vertía la masa.
- Así es, señorita.
- ¿Mis padres lo saben? - Pregunté.
- Creo que no y no tienen porque saberlo si usted no quiere.
Amelia sirvió tres tortitas en un plato y lo decoró con chocolate y nata.
- Gracias, Amelia.
Lena vino a pasar lo que quedaba de tarde conmigo. Aún era septiembre, y el calor permitía darse un buen baño en la inmensa piscina de mi jardín trasero.
- Ayer fue una locura. - Dijo Lena acomodándose en la tumbona.
- Y que lo digas. - Conteste con ironía mientras recibía vitamina D y mi cabeza aún estaba afectada.
- A ver, podría haber acabado mejor la noche. Pero el conjunto fue completamente genial.
- Díselo a mi maldita resaca.
- Dios, Maya. Aún no me creo que nos coláramos en casa de Caleb Davis.
- Ojalá no hubiera pasado.
- Y cuando apareció el jodido Sean Grant. Es que no me lo puedo creer, quiso pedirme un taxi, a mi, Sean Grant quería pagarme un taxi. - Dijo con ilusión.
- No es tan increíble como crees. Solo es medio guapo.
- ¿Medio guapo? Maya tienes que ir a un oculista a que te gradúe la vista. Es guapísimo, altísimo, fuertísimo, está tremendo. - Agregó casi derritiéndose y yo no pude evitar soltar una risa con gracia. - Cuando me preguntaste en la playa quien era no sabía que le conocías.
- No le conozco, bueno si, pero es raro. - Comencé a explicar. - Nuestros padres son socios para un importante proyecto y el primer día tuvimos una cena con su familia. Si a eso quieres llamar conocer, pues si, le conozco.
- ¿Te trajo a casa? - Me pregunto con picardía.
- Lo hizo, o eso dice Amelia. - Admití. - Aún tengo la mente un poco borrosa.
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Entrelazados.
Teen FictionMaya Miller no sabía que la repentina fortuna de su padre conllevaría vestirse de blanco en un altar. Tras un pacto con un cliente, Maya no tendrá más remedio que casarse con el hijo mayor del socio de su padre para que los negocios familiares prosp...