11. Hasta que la muerte nos separe.

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La vibración de mi móvil me despertó, sin abrir los ojos moví mi mano por las sábanas en busca del dichoso teléfono, en uno de esos gestos choque con algo duro, lo palpé y me di cuenta que era la cabeza de mi amiga. Y ahí recapacite, estábamos en Dubái, hoy me casaba. Pegue un salto y me levante de la cama.

- ¡Lena! ¡DESPIERTA! ¡HOY ME CASO! - Grite sin saber ni si quiera que hora era, ni con que cara había amanecido tras la fiesta de ayer.

Lena abrió los ojos de golpe y se incorporo rápidamente.

- Dios, Dios, Dios. Te casas. - Balbuceo ella dando saltos.

El móvil no paraba de vibrar y yo no paraba de buscarlo, levante las almohadas hasta que vi mi pequeño bolso en el suelo. Prácticamente me lance a por él y saque el dispositivo.

- Hola, mamá. - Dije fingiendo un tono fresco.

- Por fin, cariño. Solo quería asegurarme de que estabas despierta. A las cuatro irá la peluquera y maquilladora a tu habitación, y te llevarán también el vestido. Acuérdate que antes de ponerte los zapatos tienes que echarte un poco de crema para que no te hagan mucho daño durante el día. Y que no se te olvide llevar horquillas de más por si las necesitamos en el pelo. - Mi madre hizo una pausa para hablar con alguien. - Bueno cariño te dejo que estoy con los de catering. Te adoro.

- Yo también, mamá. - Dije abrumada y tiré el teléfono sobre el colchón.

Mire a Lena, con el rímel hecho un desastre, y vestida aún con el vestido de fiesta. Supongo que ella pensó lo mismo cuando se detuvo a mirarme porque se rio a la vez que yo.

- Mi vida cada día es más subrrealista. - Solte riéndome.

- Y la mia. Ayer Caleb Davis me trajo entre sus musculosos brazos.

- Lo vi. Y sorprendentemente me acuerdo.

Sonreí y ambas fuimos al baño para lavarnos la cara.

- Asi que supongo que también te acordarás de que estuviste a un segundo de comeros ahí mismo la boca Sean y tú.

- Dios, Lena.

- NO MIENTO. - Me increpó ella con un gel limpiador sobre el rostro.

- Es algo diferente.

- ¿Él?

Asentí.

- Quizas se esté dejando conocer de verdad. - Dijo Lena antes de empaparse la cara. - Quizas no sea tan malo como parece.

- No, sé.

- Acabaras triándotelo, estoy segura. Y cuando eso pase quiero todos los detalles.

Lance una de las pequeñas toallas a mi amiga.

- Eres una pervertida.

- Soy realista. Es el día de tu horrible boda y no estás tan infeliz como creías.

Y en ese momento tuve que callarme para darle la razón a Lena. Antes. al pensar en este día, me imagina amargada y sin ganas de nada, queriendo que pasase el teatrillo que van a montar para hacer mi papel y acabar cuanto antes. Esos pensamiento no afloraban tan habitualmente mi cabeza.

- Eso es porque te tengo a ti martilleándome la cabeza todo el día, y no puedo pensar en otras cosas. - Evite el tema.

- Yo solo te digo que hoy tendrás que besarlo. - Agregó Lena poniendo morritos antes de salir del baño.

Tenía razón, aunque solo sea un simple beso, tenia que hacerlo. Eso me daba algo de vértigo, nunca había besado a nadie sin que fuera un juego o tuviera doce años.

Entrelazados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora