Capítulo 20

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En casa

Ellos habían estado buscando la respuesta de porque estaban ahí, en ese mundo y terminaron con más dudas que repuestas, todo lo que sabían los confundió más, sus mentes eran un completo laberinto, por más que buscaban alguna lógica, terminaban sin salida.

Los conejos se acercaron a ellos para darles consuelo, pareciese que ellos sienten sus frustraciones, después de acariciarlos por unos breves instantes, Wei Ying bajo al conejito blanco que fue a donde Wang Ji para ser acariciado ahora por él; se adentró a la cocina en completo silencio, aun analizando una y otra vez lo que hasta ahora había descubierto.

Un desastre, esto es un desastre... Por accidente un vaso se estrelló contra el piso, naturalmente se asustó y los conejos corrieron a refugiarse en el cojín en el que había estado durmiendo desde que llegaron hace dos meses.

— ¿Estás bien, Wei Ying? — Lan Zhan cruzo el umbral y observo a Wei Wu Xian viendo los pedazos de vidrio roto en el suelo.

Wei Wu Xian asintió.

— No es nada.

Se levantó y fue por algo para recoger los pedazos de cristal filosos antes de que los conejos se lastimaron, y el no quería eso.

— Qué complicado, parece un rompe cabezas. — murmuró alguien a sus espaldas.

Wei Wu Xian y Lan Wang Ji se alertaron, ya que no habían sentido su presencia.

— ¿Quién eres?

Lan Wang Ji se puso frente a Wei Wu Xian para protegerlo, el desconocido sonrió y se quitó la máscara que cubría su rostro; se quedaron estáticos al ver a Xue Yang parado frente a ellos.

— Tú... — no estaba seguro de hablar.

— La muerte tiene preferidos, Patriarca de Yiling. — sonrió.

Su vista se enfocó en los conejos y quiso agarrar al conejito negro, más no se esperaba que el conejo blanco le diera una mordida en la mano, Xue Yang gruñó y aventó al conejo blanco contra la pared.

Wei Wu Xian y Lan Wang Ji jadearon ante el sonido sordo que se escuchó, el conejo negro fue hacia el blanco que estaba inconsciente y se acurrucó contra él.

— Qué suerte, ya encontré mi cena. — sacó una daga y se acercó a los conejos, o bueno, lo intento.

Wang Ji atacó en su dirección para defender a los conejos, pero fue esquivado.

— Hanguang-Jun, esa no es manera de tratar a los invitados. — soltó una risita cuando en su mejilla y corte apareció — Maldición, porque siempre en la cara — se quejó bajito.

Estuvieron así varios minutos hasta que acabaron, actualmente están sentados en la mesa mientras Wang Ji intenta sanar al conejo blanco.

— El viejo te dijo que son pistas, ¿No? — Wei Wu Xian asintió — No hay necesidad de buscar, ellos están en esta ciudad. Y respecto a los conejos... — los miro hambriento — ¿No me pueden dar uno? El viejo dice que las patas de conejo dan buena suerte.

Entre esa y otras cosas más, finalmente Xue Yang se fue con un montón de alimentos hacia el bosque, a la cabaña donde estaba Meng Yao y el desconocido.

En la noche

Wei Ying salió de darse una ducha y vio a Wang Ji viendo hacia el bosque, la silueta de su cuerpo se marcaba con la camisa blanca ajustada, trago grueso y lo abrazo por atrás.

— Lan Zhan. ¿En qué piensas?

Wang Ji se dio la vuelta para verlo, acunar su rostro y darle varios picos rápidos en los labios de su par.

— Quizá tengamos que volver pronto. — Wei Ying estaba confundido - si es que se puede estarlo más -, parpadeó.

— ¿Volver? ¿Dónde? — se sentía desorientado.

—  A nuestro mundo, cariño, tenemos que volver. — susurró abrazando a Wei Wu Xian.

Wei Wu Xian se separó de él para encararlo.

— ¿Por qué? Allá no hay nadie para mí, Wen Ning se fue, Wen Qing murió... Mi hermana... Mi hermana no está, Jiang Cheng me odia... Jin Ling... Jin Ling no tiene a sus padres...

Wei Wu Xian comenzó a perder el control de sus emociones, sabía que tenían que volver, pero él no quería, quería quedarse con su hermana, ver a su tío y escuchar los regaños de la señora Yu.

Escuchar las quejas de Jiang Cheng, ver a Jin Ling jugar con el pavo real de su padre...

— Wei Ying, calma. — lo abrazó — No nos estamos yendo aún, no sabemos cómo volver así que tranquilo.

Se distanció y volvió a darle un beso.

— Es solo que... Parece ser que... El espejo está del otro lado. — puntualizó Wang Ji.

Wei Wu Xian se limpió las lágrimas y sorbió su nariz.

—  ¿Crees que esté en el otro lado? ¿Cómo lo sabes?

Wang Ji dudo un poco.

— Por qué vi a Jin Ru Lan perder la conciencia y a Jiang WanYin gritar desesperado.

Pánico, pánico era lo que sus ojos y rostro expresaban.

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