Empecemos de nuevo.

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Tras conducir un rato la motocicleta por las calles céntricas de la ciudad, finalmente Jungkook encontró un cajero en servicio y que no tuviera filas de gente esperando. Estaba al lado de un pequeño local de comida rápida y de una tienda de libros y revistas.

Jungkook estaciono en una, la motocicleta justo enfrente del cajero y apagó el motor.

—Parece que esté si está funcionando —comento Jungkook esperando a que él castaño bajara—. Con cuidado —le ayudo con una sonrisa sosteniendo su mano, pero él chico bonito, desecho su ayuda.

Seokjin exhaló con alivio al quitarse el casco del pelinegro. Había olvidado lo rápido que conduce Jungkook y lo horrible que se siente mientras intentas agarrarte solo con una mano.

Luego de apoyar la motocicleta en el caballete, Jungkook se volvió a él y le sonrió.

—Espérame aquí, no tardó —le dijo y comenzó a caminar hacia el cajero.

Seokjin lo siguió con la mirada, al verlo entrar se mordió el labio pensativo. Quizás pedirle a Jungkook que le prestará el dinero restante a los 500,000 w, no fue lo mejor que se le pudo haber ocurrido.

A los pocos minutos, él pelinegro salió con el dinero en mano.

—Aqui está —le tendió la mano con los billetes doblados al castaño—. Saque un poco más por si necesitas.

—Solo necesito los doscientos mil —abrio la caja que llevaba cargando desde hace rato en sus manos y miro a Jungkook de vuelta— puedes meterlos tu mismo, por favor

Él pelinegro así lo hizo. Introdujo contando primero cien mil wones a la rendija de la caja asegurada y enseguida los otros cien mil. Quedando así, la cantidad de dinero exacta que SeokJin debía juntar en el puesto de besos.

—Ahí los tienes. Doscientos mil wones, con eso cubres lo de tu turno, ¿no?

Seokjin todavía perplejo, asíntio.

—No creí que fuera tan difícil —confeso tímido. Realmente fue un desastre.

—¿Estuviste todo el día en ese puesto, tu solo? —le pregunto.

—Si, hoy y mañana estaré atendiendo ese puesto. ¿Por qué?

—Hum... con razón —mascullo— Ah, es mejor que pongan a alguien más —opino Jungkook, de alguna forma queriendo decirle que no quería verlo allí de nuevo.

Seokjin entorno la mirada hacia él.

—¿Insinuas que no pude vender suficiente, porque no soy bueno besando?

Jungkook lo negó con media sonrisa metiendo las manos a sus bolsillos.

—No lo decía por eso, Jin —contesto mientras inclinaba su cabeza hacia adelante y los cabellos largos le cayeron a su costado.

Seokjin sonrojo.

—¿Y por qué, sí no? —repuso molesto. Ya de por sí le fue difícil estar el puesto sin importar que se sintiera muy avergonzado como para todavía aceptar que no tuvo tanta suerte como su jefe, Ji Dong supuso.

—Porque tus besos son demasiado buenos, como para ser casi regalados en un puesto de feria —sonrió con encanto.

Seokjin ruborizó escandalosamente quedandose en blanco por un instante. Jungkook exageraba por supuesto, pero lo habia dicho de una manera tan encantador y seductoramente que le provocó un escalofrío de alegría al castaño por la espalda que lo aturdió por un instante.

MI PROMESA (KOOKJIN) LIBRO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora