Debimos terminar.

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Era sábado por la noche y Seokjin se había pasado todo el día pintando la fachada de su casa cambiando el color marrón claro que tenía por color lila. El color preferído de la futura esposa de su padre.
Ya ha pasado una semana completa desde que su progenitor anuncio su próximo compromiso y así de pronto a su vida, se incluyó la madre de Hoseok.

Ella ya se queda con su padre, en su casa. También se ha adueñado de la cocina, del cuarto del lavado, de cada rincón de su casa y de cada cosa rutinaria que solo a su padre y a él, le correspondían.

Le esta costando un poco a Seokjin y más cuando su padre se va todo el día al trabajo y lo deja solo con ella en casa, como hoy.

Aunque Sun Yang no es una mala persona y ama a su padre. Seokjin se siente incómodo con ella.

Entró a casa después de meter todo lo que uso para pintar la fachada y se dirigió a su habitación para darse un baño y luego tirarse a la cama a dormir. Le dolían horriblemente los brazos, los hombros y los pies además de que sentía su cara roja por estar todo el día bajo el rayo del sol.

Se está quitando la ropa sucia para meterse a la ducha cuando desde el otro lado de la puerta le llamó Sun Yang.

—Seokjin, ¿Porque no bajas? —le pregunto— te prepare un refrigerio...

Seokjin se volvió a ponerse la camiseta salpicada de pintura para abrirle la puerta.

—Gracias, —le dijo cansado luego de solo entre abrir la puerta— pero quiero ducharme primero...

—Bueno si, debes de estar cansado. —Dijo luciendo apenada por hacer que el chico pasara todo el día pintado solo por una sugerencia de su parte—. Entonces te guardaré tu parte, ¿Te parece?

—No hace falta, bajaré pero cuando llegue papá.

Dicho esto, Seokjin cerro la puerta y volvió a lo suyo. Sun Yang suspiro, solo espera que pueda mejorar su relación pues prácticamente ya pasó a ser su hijo también. Y baja las escaleras para terminar de preparar la cena deseando que su hijo Hoseok regrese pronto y se desocupe de sus días en esa empresa donde fue reclutado.

[...]


Sun Yang se dió prisa en abrir la puerta. Últimamente Jun anda todo distraído, con la cabeza en las nubes. Cómo ahora que hasta se olvidó de las llaves de su propia casa.

—¿Olvidaste tus...? —Pero el chico que esperaba afuera, no era su prometido.

Sun Yang le miro con algo de desconfianza. El chico era alto y muy guapo a simple vista, tenía pinta de ser un chico que solo trae problemas. Llevaba puesta una camisa negra abierta a juego con una playera de tirantes gris, unos pantalones holgados y rasgados con unas botas negras de casquillo— ¿Se, te... ofrece algo...? —pregunto nerviosa.

El muchacho ladeó se cabeza al mismo tiempo que pasaba sus ojos en la entrada de la casa, deteniendose en la pequeña mujer frente a él. Sun Yang entonces pudo verlo mejor gracias a la luz de la entrada que acababa de encenderse.

De su oreja colgaba un aro de plata, tenía también un piercing en la ceja izquierda que solo hacia más atractiva su mirada, con esos expresivos ojos negros como intensos y sin poder evitarlo su mirada curiosa cayó en los tattoos de su mano izquierda y los de su cuello, estando segura que estos cubrían por completo todo su brazo.

El chico dió un paso y ella se puso en alerta.

—¿Se encuentra Jin? —Pregunto el muchacho, inspeccionando con discreción a la mujer. ¿Quien era ella y porque estaba en la casa de Seokjin?. No la recordaba.

MI PROMESA (KOOKJIN) LIBRO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora