Capítulo 8

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   Corrieron los cuatro juntos hacia el campamento. Zarpa Sombría iba tan rápido que no sentía el suelo bajo sus patas. Vió el túnel de aulagas y entró por él luegode Garra Negra, y seguida por Leónido y Abedul. Dentro todo era un gran descontrol. Había proscritos en todas partes. Parecía que iban igualados.

   La aprendiza no tuvo demasiado tiempo de pensar. Un atigrado oscuro se echó sobre ella y la inmovilizó boca arriba, contra el suelo. Zarpa Sombría recibió un fuerte zarpazo en el costado, de donde comenzó a brotar sangre. Tuvo una idea. Empezó a relajar la tensión en sus músculos, como dándose por vencida. Cuando el oponente relajó la tensión, creyéndose victorioso, la gata lo golpeó con fuerza en la barriga y el gato cayó para atrás, boca arriba. La gata se abalanzó contra él rápidamente y le hizo un profundo corte en el pecho. El proscrito se levantó y salió huyendo.

   Zarpa Sombría se giró y se mantuvo atenta. Vió a una proscrita que tenía a Patitas Blancas inmovilizada contra el suelo, no mucho más grande que la aprendiza. La gatita decidió utilizar la técnica del salto y confusión. Saltó sobre el lomo de la gata, aferrándose a este y arañándola, haciéndole pequeños pero dolorosos cortes. Cuando la gata soltó a Patitas Blancas para tirarse de costado y aplastar a la aprendiza negra, esta saltó y, al caer, le dejó unos rojos recuerdos en el costado. Patitas Blancas se levantó y le dió un zarpazo en la cara, y luego la proscrita corrió y se esfumó, chillando de dolor.

   Zarpa Sombría se sentía en condiciones de enfrentar a un tercer oponente. Tenía la herida que le había dejado el atigrado oscuro, pero solo esa, y ya no sangraba tanto. Como si le hubiera leído la mente, un proscrito gris le arañó el lomo por detrás, tomándola desprevenida. La gata giro en redondo y lo encaró. Reconoció al gato que la había atacado siendo una cachorra hacía tam solo unas pocas lunas, y él la reconoció. La aprendiza flexionó las garras, preparada para enfrentarse a aquel despiadado proscrito. El gato se abalanzó contra ella, y ella lo esquivó, para luego saltar y rápidamente aterrizar en su lomo. Lo arañó y le dejó heridas muy profundas, mientra esperaba a que el gato se girara para aplastarla. Pero no lo hizo. Saltó impulsándose con la patas traseras y alargando sus patas delanteras hacia arriba, lo que hizo que Zarpa Sombría perdiera el control y cayera de costado al piso. El gato la inmovilizó tal y como había echo en su primer encuentro, solo que la aprendiza había crecido y ya no podía escapar rodando. El proscrito mostró los dientes, a punto de clavarle los colmillos en el cuello. La gatita cerró los ojos, preparándose para su fin.

   Sin embargo, notó que el gato relajaba la tensión. Abrió los ojos y, sorprendida, vió que el gato había caído hacia un costado y Zarpa Abrasada le clavaba los dientes en las venas del cuello, de donde empezó a brotar sangre a montones. Zarpa Sombría percibió la furia del atigrado rojizo. Cuando el aprendiz estuvo seguro de que el proscrito estaba muerto, soltó el cadáver y se giró hacia la gata que acababa de salvar.

   -Gracias-agradeció Zarpa Sombría.

   El gato la miró unos segundos, otra vez con aquella emoción extraña, y luego asintió y salió corriendo. Zarpa Sombría se levantó y miró a su alrededor. Vió a Leónido y Flor Centelleante peleando codo a codo con un pequeño gato marrón, que salió huyendo rápidamente. También vió a Garra Negra luchando contra una proscrita de pelaje gris, pero de un zarpazo la gata se rindió y salió corriendo. Ya no quedaban proscritos en el claro. 

   Zarpa Sombría se giró bruscamente al escuchar pasos rápidos. Vió como Pedregosa corría hacia un pequeño bulto gris ensangrentado. La aprendiza se acercó un poco más y quedo pasmada de la impresión. Era Zarpa Plateada. Leónido se acercó corriendo a ver qué le ocurría a su hijo. Tras olfatear y revisar el cuerpo del gato, Pedregosa cerró los ojos y bajó la vista.

   -Está muerto- a la curandera se le notaba una gran pesadumbre en la voz.

   -¡No!-Gritó Leónido -no Zarpa Plateada...

   Poco a poco, los maullidos de tristeza atrajeron a los gatos del claro. Abedul se agachó, sollozando, y hundió el hocico en el pelaje del cadáver. Varios gatos más, Estrella Arenosa, Leónido y Zarpa Abrasada hicieron lo mismo. Zarpa Sombría no sabía que pensar. Se sentía terriblemente triste y destrozada por dentro. Decidió que debía hacer lo mismo que sus compañeros, así que se agachó e inició el velorio.

                                               ●  ●  ●

   Zarpa Sombría se despertó al alba. Aún tenía el hocico dentro del pelaje ensangrentado de Zarpa Plateada. Se levantó y vió que Zarpa Abrasada hacía lo mismo. La batalla la había dejado tan agotada que se había dormido al atardecer y despertado al alba. Su corazón seguía roto en mil pedazos. Vió que Leónido y Abedul se despertaban y se sentaban sobre sus patas traseras. Estrella Arenosa estaba sentado al costado el claro con las orejas gachas. Se paró y fue hacia la guarida de los veteranos.

   Fardo y Cola Mojada saliron de su guarida e inclinaron la cabeza ante el cadáver.

   -Porfavor, realizen el entierro- pidió el gato melado.

   Los veteranos asintieron y comenzaron a llevarse el cuerpo -¡esperen!- exclamó Abedul- ¿puedo adompañarlos?- se giró con una mirada suplicante hacia el líder.

   -Está bien.

   Los tres gatos salieron por el túnel de aulagas con el cuerpo inerte agarrado entre los dientes.

   Zarpa Sombría sintió un gran dolor. Su herida en el lomo aún desprendía un muy fino hilo de sangre roja. Fue hacia la guarida de curanderos, y allí encontró a Zarpa Luciérnaga atendiendo una herida en la pata trasera de Nube Blanca, mientras pedregosa aplicaba un hunguento en un corte de Flor Trigueña. La curandera la vió y le señaló un lecho donde acostarse. La gata fue allí y unos momentos después Pedregosa estaba a su lado.

   -¿Sigue echando sangre? Eso no puede ser bueno, pero la herida sanará- dijo la gata gris y fue a buscar algo a su gruta. Cuando volvió, traía unas hojas que se puso a mascar y luego aplico en la herida de Zarpa Sombría. La aprendiza sintió como escocía, pero no se quejó.

   Más tarde, la gatita salió del campamento en busca de un poco de paz. Garra Negra le dijo que necesitaban tratar sus heridas y que no entrenarían. La aprendiza caminó por el bosque sin ningún rumbo, y fue a parar a las rocas soleadas. Buscó un lugar donde descansar y encontró un pequeño hueco entre las piedras, que parecía cómodo y cálido.

   La gata se acostó enroscada entre las rocas, y, aunque no tenía demasiado sueño, se durmió rápidamente.

                                               ●  ●  ●

   Zarpa Sombría se encontraba en un pequeño claro rodeado de árboles. Allí, las estrellas parecían mucho más cerca que en su bosque. Se giró bruscamente al oír pasos a sus espaldas, y luego sintió el dulce olor de Zarpa Plateada. El gato atigrado se hallaba frente a ella pero ¿cómo era eso posible? Su expresión era indescifrable.

   El aprendiz habló-"El peligro acechará al clan, y cuando la oscuridad lo cubra todo, una sombra alumbrará el camino".

   Zarpa Sombría se quedó mirándolo, sorprendida ¿por qué estaba aquel gato recitando esa profecía?¿Dónde se encontraban?

   -No me he ido para siempre. Siempre estaré ahí si me necesitas- aseguró.

   -¿Dónde estamos?

   El gato hizo oído sordo a su pregunta y siguió hablando-recuerda, Zarpa Sombría. Fíjate más a tu alrededor ¿cuál es el gato que no ves?- preguntó.

   La aprendiza no entendió. Vió como el pelaje del gato comenzaba a esfumarse en el aire, hasta desaparecer.

   Despertó. La pregunta del gato plateado la dejó pensando, y no pudo sacarse su sueño de la mente en el regreso al campamento. La gata se acostó en su lecho y pensó y pensó, hasta que por fin dió con la respuesta.

   El único gato que no estuvo durante la batalla era Garra de Pino.

Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora