Capítulo 13

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   Zarpa Sombría abrió los ojos. Iba a salir con su mentora en la patrulla de la mañana a las rocas soleadas. Salió de la guarida de los aprendices. El resto de la patrulla la esperaba en el túnel de aulagas, y salieron camino a las rocas soleadas. En el camino, la aprendiza cazó una urraca que enterró en el suelo.

   Continuaron caminando unos minutos hasta las rocas soleadas. De vez en cuando se paraban para dejar marcas olorosas. Al llegar a su destino, no pudieron creer lo que veían. Siete gatos del clan del río dejaban sus marcas olorosas entre las rocas. Los gatos de la patrulla se agazaparon tras un arbusto para observar la escena. No podían pelear contra tantos gatos. Su patrulla estaba compuesta por Garra de Pino, Garra Negra, Tormenta Gris y Zarpa Sombría.

   -Ve a pedir ayuda- le susurró Garra Negra al oído. Zarpa Sombría asintió y salió por detrás del arbusto. Acto seguido corrió hacia el campamento.

   -¡Clan del río!- gritó -¡Hay gatos del clan del río en las rocas soleadas!- en poco tiempo, hubo varios gatos en el claro que escuchaban con atención -Son siete gatos. Nosotros solo somos cuatro. Necesitamos ser más.

   -Yo iré- dijo Estrella Arenosa.

   -Yo también- maulló Leónido.

   Varios otros gatos se fueron sumando. Zarpa Abrasada, Patitas Blancas y Abedul. Pedregosa y Zarpa Luciérnaga también fueron por si debían socorrer a alguien. Los seis juntos se dirigieron corriendo a las rocas soleadas. Con espanto, Zarpa Sombría escuchó gritos y bufidos de batalla. Los habían descubierto. Llegaron a las rocas soleadas. Garra de Pino se batía contra dos guerreros del clan del río, mientras Garra Negra peleaba contra otros dos, y Tormenta Gris tenía tres guerreros encima.

   Zarpa Abrasada y Leónido fueron a ayudar a Tormenta Gris, mientras Patitas Blancas y Abedul socorrían a Garra de Pino. Zarpa Sombría no dudó un segundo en correr hacia su mentora, y vió que Estrella Arenosa hacía lo mismo. La aprendiza llegó primero. Se echó sobre un guerrero del clan del río, de los que atacaban a Garra Negra. Comenzó a arañarle el lomo y el gato alzó una zarpa para atacarla, pero Zarpa Sombría bajó de su lomo y se colocó cara a cara con él. Lo tomó por sorpresa y le arañó un ojo, para luego girar y morderle el omóplato. El gato le dió un mordisco en la pata trasera y la sujetó. Luego comenzó a sacudir su pequeño cuerpo por los aires, moviendo la cabeza de un lado a otro. La aprendiza se mareó muchísimo, mientras su pata sangraba, incontrolable.

   Sintió que la presión de su pata desaparecía y ella caía al suelo. Levantó la vista y vió a Garra Negra atacando al otro guerrero con una furia terrible en sus ojos verdes. Parecía horriblemente desenfrenada, como desesperada. Toda la calidez de su mirada había desaparecido. Por suerte, el guerrero logró soltarse y corrió de vuelta al río, para nadar de vuelta hacia su territorio. Todos los miembros de su clan hicieron lo mismo.

   Garra Negra saltó hacia Zarpa Sombría y sollozó ligeramente. Parecía triste y melancólica, como recordando algo ocurrido hacía mucho tiempo. La aprendiza le dió un lametón amistoso en el omóplato para tranquilizarla. Vió como la lugarteniente se relajaba y su mirada se tornaba serena. Luego Estrella Arenosa llamó a los miembros de su clan con la cola. Todos se reunieron a su alrededor.

   -Esto era lo que temía. El clan del río se ha mostrado demasiado ambicioso. Todos habéis peleado bien y con mucho honor- hizo una pausa y continuó - volveremos al campamento. Ahora. Siganme.

   Todos emprendieron camino hacia el campamento. Al llegar, las curanderas comenzaron a tratar las heridas más graves. Pronto llegaron hasta Zarpa Sombría, y Zarpa Luciérnaga se ofreció a revisarla. Su mentora se lo permitió y la aprendiza de curandera comenzó a mirar su herida.

   -Bien, habrá que tratar esto- dijo la gata al ver su pata trasera. Esta aún sangraba bastante, y Zarpa Sombría había echo todo el camino hacia el campamento cojeando. Pronto su amiga le aplicó hierbas y la tapó con telarañas. Luego Zarpa Sombría se alejó, aún cojeando.

   Miró a los gatos a su alrededor y se preguntó si todos estaban bien. Recordó el sentimiento de victoria tras la batalla contra los proscritos, que pronto fue remplazado por la tristeza y la pérdida. Pensó en Zarpa Plateada, Aquel aprendiz que tanto había querido en su momento, y que hoy no estaba. Caminó, cojeando, hacia la guarida de los aprendices. Solamente quería descansar, era lo único que quería. Pero no pudo. Vió a Garra Negra avanzando hacia ella entre los demás gatos. Los ataques de su mentora habían llegado a asustar a Zarpa Sombría.

   -¿Estuve tan mal?- le preguntó la gata.

   A la aprendiza le sorprendió que su mentora le hiciera aquella pregunta a ella -La verdad... sí- tartamudeó.

   -Tengo que hablar contigo. Sobre eso y... sobre otras cosas- dijo.

   Zarpa Sombría recordó cuando le había preguntado por sus padres, y se preguntó si se refería a eso.

   -Sígueme- la aprendiza siguió a su mentora hasta un punto alejado del claro, donde nadie las escucharía.

   -¿Qué es lo que quieres explicar?¿Por qué actuaste así en la batalla?- se atrevió a preguntar la aprendiza.

   -¡Fue porque tenía miedo!- exclamó -¡Tenía miedo de perderte a ti también!- bufó.

   -¿Per... perderme?- tartamudeó Zarpa Sombría.

   -Verás... hace bastante tiempo, tuve otra aprendiza. Era fuerte e inteligente, como tú. Pero murió... en una batalla contra el clan de la sombra- explicó con voz quebrada -y yo siento que fue mi culpa... no quiero que otra aprendiza pierda la vida por culpa mía.

   Zarpa Sombría se quedó de piedra. Ahora entendía todo. El miedo y melancolía de Garra Negra durante la batalla cobraban sentido. Se sentó para continuar escuchando.

   -Y... supongo que recuerdas cuando te pregunté quienes eran tus padres...- dijo- bueno... ocurre que... yo conozco a tus padres. Tu padre era del clan del trueno- Zarpa Sombría estaba cada vez más confundida - y tu madre... era del clan del río ¿sabes? Tu padre era leal al clan, pero cuando tu madre quedó embarazada y su clan supo lo que había estado haciendo, la exiliaron. Tu padre la siguió al exilio porque no quería dejar ni a tu madre ni a ti, no podía parar de protegerla- terminó.

   -Entonces...- empezó Zarpa Sombría con voz quebrada- ¿soy una gata mestiza?- preguntó.

   -Sí- respondió su mentora.

   -¿Es eso lo que le contaste a Estrella Arenosa?¿Es por eso que me mira así y me trata de esa forma?

   -Sí...

   -Oh...- suspiró- está bien. Debo irme. Necesito... necesito procesar todo esto.

   Garra Negra asintió y Zarpa Sombría se despidió con un movimiento de la cola. No podía creerlo. Su mentora había sabido todo eso y no se lo había contado nunca. Caminó hacia la guarida de los aprendices y se acostó en su lecho. Siguió pensando un rato largo, sin poder dormirse. Vió que Zarpa Abrasada entraba en la guarida y la miraba. Zarpa Sombría supo que su tristeza se le notaba en la cara.
  
   -¿Estás bien?- preguntó, preocupado.
  
   -No... la verdad. Mi madre me abandonó de pequeña ¿sabes? Es eso- esa no era exactamente la verdad, pero supo que eso también le pesaba muchísimo- no sé cómo pudo hacerlo...

   -Oh. Tranquila. Ya pasó. Si tu madre te abandonó, es porque no te valoraba para nada. Pero aquí si hay gatos que te valoran- se acercó  cada vez más.
  
   -Sí... supongo.

   El atigrado rojizo se le acercó y se acostó junto a ella. Se acurrucó, haciéndole sentir una tranquilidad impresionante. Poco a poco, y aunque creyó que no lo lograría, se quedó dormida.

Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora