Zarpa Sombría despertó con la calidez de un cuerpo acurrucado junto al suyo. Zarpa Abrasada aún estaba allí, plácidamente dormido. La aprendiza se levantó con cuidado para no molestarlo. Salió de la guarida de los aprendices a paso lento, pues no estaba segura de si quería entrenar. Los sucesos del día anterior la habían afectado mucho, y no sabía si podía convivir con su mentora normalmente, lo cual al mismo tiempo le producía una tristeza horrible.
Garra Negra se encontraba sentada en un extremo del claro. Su rostro reflejaba un gran dolor y melancolía. Su aprendiza comenzó a acercarse poco a poco. La lugarteniente tenía la vista clavada en el suelo, en algo distante, transparente. Algo que nadie más podía ver, una fuerza que la llevaba a recordar, pensar, reflexionar. En cuanto vió a su aprendiza, se giró y se encaminó hacia ella, indecisa. Parecía que de verdad le costaba verla a los ojos. Finalmente, se plantó a una cola de ella y la miró, distante.
-Perdóname... en serio...- dijo la gata con voz quebrada. Zarpa Sombría supo que no solamente le hablaba a ella, también a su antigua aprendiza.
-Claro que te perdono- dijo Zarpa Sombría -pero... ¿por qué tardaste tanto en contarme la verdad?- preguntó.
-Es porque...- hizo una pausa, mirándola con un gran dolor en los ojos- me dolía. Tu padre fue un gran amigo mío, y además, tú me contaste que había muerto- explicó. Aunque la aprendiza supo que no lo había dicho todo.
-Bueno... ¿iremos a entrenar?- la lugarteniente asintió sombríamente y le hizo una seña para que la siguiera.
Caminaron por el bosque con pasos lentos e inseguros. Cuando llegaron a la hondonada arenosa, Garra Negra se sentó y miró alrededor, pensativa. Luego de unos momentos de silencio habló -pues... practicaremos las posiciones de caza. Muéstrame cómo cazar un ratón.
Zarpa Sombría se colocó en la posición indicada y dió unos pasos. Su mentora la felicitó -muy bien ¿y cómo cazas un pájaro?- preguntó.
La gata volvió a colocarse, esta vez en la posición para cazar un pájaro. Se imaginó a si misma cazando un gorrión, los recuerdos la llenaron. Vió la imagen de su madre con un gorrioncillo en la boca... y a su padre junto a ella. Una llamada de su mentora la devolvió a la realidad.
-¿Estás bien?- hizo una pausa y continuó-¿puedes seguir entrenando?
-S... sí- respondió, insegura. Continuaron entrenando un rato. Emprendieron la vuelta al campamento, y en el camino Zarpa Sombría cazó un ratón y un campañol, no tan rollizos.
Llegaron a su destino, y, en cuanto la aprendiza acabó de darles su comida a los veteranos, se dirigió a alimentar a las reinas. Flor Centelleante daba de mamar a Polvorilla, y las demás reinas parecían prontas a dar a luz. Los ojos de Nube Blanca reflejaban emoción. Zarpa Sombría sabía que era madre primeriza, aunque no era tan joven.
-¿Quiénes serán los padres?- se atrevió a preguntar la gata. Tenía claro que las reinas no estaban obligadas a decírselo a nadie, pero no perdía nada con su curiosidad.
-Tormenta Gris- respondió Nube Blanca con ojos soñadores.
-Garra de Pino- dijo Flor Trigueña, igual de ensimismada.
Un escalofrío recorrió a Zarpa Sombría desde las orejas hasta la punta de la cola. Eso significaba que Garra de Pino era la pareja de la madre de Zarpa Abrasada y Patitas Blancas. Se preguntó a si misma si ellos también serían hijos del tirano, pero las palabras no le salieron de la boca. Saludó con un movimiento de la cola y se fue. La noche estaba llegando, y la aprendiza decidió ir a charlar con Zarpa Luciérnaga. Se adentró en la guarida de las curanderas, y encontró a su amiga sentada en el centro del claro, pensativa.
-Buenas noches- saludó Zarpa Sombría. La gata color crema giró en redondo, sobresaltada.
-Oh, buenas noches- saludó.
Zarpa Sombría supo que sus sentimientos se le veían en el rostro cuando la aprendiza de curandera habló.
-¿Esto es por Zarpa Abrasada?
-¿Qué? No. En realidad... en realidad es por Garra Negra-respondió.
Zarpa Luciérnaga la miró, confundida. Sus ojos azules reflejaban poco entendimiento y confusión.
-¿No era que estabas encantada de que fuera tu mentora? Es una gran gata- preguntó.
-Sí, sí... estoy feliz por eso. Es solo que hay algo raro en ella- respondió- hizo una pausa para pensar. Su corazón le decía que podía contar con su amiga, y le hizo caso -si te cuento algo... ¿no se lo dirás a nadie?- preguntó, indecisa.
-Sí, lo prometo- maulló.
-Bueno... es que... mi padre murió cuando yo era pequeña, y mi mamá me abandonó- explicó. Zarpa Luciérnaga la miraba, silenciosa. Zarpa Sombría supo que no la cuestionaría, y eso le dió seguridad -mi madre se llamaba Corriente Oscura- pronunció su nombre con cierto asco, cierto dolor -y mi padre era Garra de Serbal- dijo.
-Garra de Serbal... ese nombre me suena conocido- maulló Zarpa Luciérnaga, extrañada -pero supongo que era un solitario.
-En realidad no. Nació aquí, en el clan. Pero se enamoró de una gata de otro clan, y a ella la exiliaron, así que la siguió a exilio- explicó - todo eso me lo contó Garra Negra. Me da la impresión de que sabe algo más de ellos, y no me lo cuenta. Quería preguntarte si tú sabes algo de todo eso.
-Pues no, el nombre me suena conocido, pero no sé. Tal vez pueda preguntarle a mi madre por un tal Garra de Serbal, así veré que sabe.
-¡Gracias! Seguro sabe algo si fue del clan hace tan poco tiempo. Eres una gran amiga- agradeció Zarpa Sombría- jamás supe que era tener un amigo hasta que llegué al clan...
-Una pregunta. A ti eso del abandono te dañó mucho ¿cierto?- preguntó. Zarpa Sombría asintió con un gran pesar. Ella había querido a su madre, y había confiado mucho en ella. Pero su madre la había desechado ¿cómo su padre había podido amar a una gata así?
-¡Zarpa Luciérnaga!¿Dónde están los aprendices cuando los llamas?- el gruñido de Pedregosa se oyó en todo el claro. La aprendiza de curandera se despidió guiñando un ojo y fue con au mentora, dejando sola a Zarpa Sombría.
La gata de ojos verde esmeralda salió de la guarida de las curanderas. La noche había llegado, se podían ver a varios guerreros del clan estelar en el cielo. La luna había comenzado a elevarse. Zarpa Sombría vió a Patitas Blancas comiendo un gorrión, y se dió cuenta del hambre que tenía. Fue a buscar comida al montón de carne fresca y escogió un ratón rollizo. Fue a sentarse junto a la aprendiza y se pusieron a charlar. Hblaron sobre qué habían echo, adónde habían ido... temas normales. Cuando terminó de comer, Zarpa Sombría se despidió y se marchó a la guarida de los aprendices. Lo único que quería era dormir una larga siesta.
Entró y se sentó en su lecho, pensativa. Sintió que talvez no podría dormir. Luego se acostó. Trato de dormirse, pero le costaba despejar su mente. Oyó pasos en la entrada. Era Zarpa Abrasada. El aprendiz se acercó -¿puedo acostarme contigo? Pareces triste- preguntó, indeciso.
-Sí...- respondió Zarpa Sombría, somniolienta.
El gato atigrado se acostó junto a ella. La gatita se acurrucó en su lomo, y aintió como si otra vez fuera una cachorrita con su madre. Pero no era su madre, era un gato leal y amable, no como ella. Pronto logró quedarse dormida, sintiendo el cálido contacto de su pelaje anaranjado.
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Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerreros
Fanfic<<Cuando un gran peligro aceche al clan, y la oscuridad lo cubra todo, una sombra alumbrará el camino.>> Los clanes vivieron pacíficamente durante muchas lunas, pero una nueva tragedia a de llegar. Una cachorra llegará al clan, la cac...