Capítulo 19

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   Corrieron por el sotobosque saltando los helechos más grandes y rodeando troncos enormes. Luego de unos minutos que parecieron una eternidad, la patrulla vislumbró el túnel de aulagas. Cruzaron. Dentro, los gatos del claro se giraron a mirarlos, extrañados. Los proscritos no habían llegado. Garra Negra suspiró de alivio y Zarpa Sombría la vió dirigirse a la guarida de Estrella Arenosa. La aprendiza se sentó en el claro, agitada. Aún no lograba procesar todo lo ocurrido; la carrera por el bosque, el horrible olor de los proscritos, lamirada de Garra Negra, el miedo y la angustia. Varios gatos se acercaron a los miembros de la patrulla, aún amontonados junto al túnel de aulagas, y comenzaron a hacer preguntas. Zarpa Luciérnaga le indicó a su amiga que se acercara, y esta la siguió hasta un punto más alejado en el claro.
   -¿Qué ocurrió?- preguntó la gata de ojos azul profundo -¿Por qué estás tan agitada?
   -Olimos... proscritos- explicó la gata, aún resollando. Luego vió como el líder salía de su guarida seguido de Garra Negra -Estrella Arenosa lo explicará- aseguró Zarpa Sombría.
   La aprendiza de curandera se mostró angustiada y parecía querer saber más, pero asintió, comprensiva. Luego ambas se acercaron a la peña alta, al tiempo que escuchaban al líder hacer la llamada habitual. En sus ojos se podían ver emociones confusas. Miedo, dolor, melancolía, e incluso deseo de venganza. Zarpa Sombría comprendió entonces de lo que se trataba: Zarpa Plateada.
   -Algunos se preguntarán que ocurrió en la patrulla que acaba de regresar al campamento- comenzó. Parecía querer ocultar el dolor y el miedo en su voz -encontraron olor a proscritos no muy lejos del campamento. Así que debemos estar preparados. Quiero que desde ahora haya un gato que se quede despierto durante la noche. Hoy será Leónido. Ya está familiarizado con el olor a proscritos.
   En unos momentos los gatos del claro comenzaron a dispersarse. La tensión y el miedo se olían en el aire. La aprendiza caminó hacia la guarida de los aprendices, pensativa. Sabía que no podría dormir, pero sentía que se merecía un descanso. Se acostó en su lecho. Aunque no lo creía posible, sus ojos se cerraron rápidamente, y, de un momento a otro, se quedó profundamente dormida.

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   Habían pasado un par de días desde lo ocurrido. Zarpa Sombría salía de la guarida de los aprendices para ir a cazar con Garra Negra cuando vió que Zarpa Abrasada amagaba con acercarse desde el otro lado del claro. El gato la miró unos segundos, melancólico. Él y ella se habían distanciado luego de que Zarpa Sombría había descubierto la verdad sobre su mentora, y sentía que le faltaba algo. Volvió a la realidad cuando Garra Negra se le acercó por detrás y le tocó la espalda con la punta de la cola.
   -Vamos- dijo seriamente. La aprendiza la siguió a través del bosque, y comenzaron a cazar cerca del árbol de la lechuza.
   Zarpa Sombría logró cazar dos ardillas y un gorrión, no tan rollizos como estaba acostumbrada. No faltaba tanto para la estación de la hoja seca, y las hojas comenzaban a tomar un color rojizo. Se encaminaron de vuelta al campamento, y la aprendiza sintió la mirada de su mentora sobre su pelaje. La lugarteniente le indicó que se sentaran.
   -Ya lo sabes, ¿verdad?- la interrogó, fulminándola con sus ojos verdes. La gata no lo dijo, pero Zarpa Sombría ya sabía de qué se trataba.
   -Sí- respondió la gata negra -lo sé- terminó secamente. No pudo reprimir cierto tono de reproche en su voz.
   -Hubiera querido decírtelo antes, pero...- hizo una pausa antes de continuar -no sabía como te lo ibas a tomar...
   La aprendiza la miró unos segundos. La gata parecía verdaderamente dolida y arrepentida. A Zarpa Sombría se le agrandó el corazón al continuar hablando.
   -En su momento me enojé... pero... ¿sabes? Me gusta que seas mi tía. Creía que no tenía familia en el clan, pero tú eres la mejor y más comprensiva de todas las lugartenientes del bosque. Jamás me he sentido tan bien junto a nadie- trató de no pensar en Zarpa Abrasada al pronunciar esas palabras.
   -Gracias...- dijo -creí que te enojarías en serio...
   La aprendiza se acercó a su mentora y hundió el hocico en su pelaje.
   -Una pregunta- el tono de voz de la lugarteniente había pasado de tierno a risueño -¿Tienes algo con Zarpa Abrasada?- preguntó.
   -¡No!- exclamó Zarpa Sombría. No podía creer que ahora su mentora fuera la que le preguntase eso -¿Por qué lo dices?
   -Vi como lo mirabas hoy antes de salir del campamento. Sé lo suficiente sobre esas cosas como para asegurarme a mí misma que esa mirada no era solo por amistad- ronroneó risueña.
   -No... simplemente nos hemos estado distanciando un poco últimamente. Nada más lo miraba porque estaba pensando en eso. Nada más- corrigió la gata negra.
   -Hmm- la gata parecía sin creérselo aún -solo te digo algo. Arregla las cosas con él- aconsejó. Luego hizo una pausa y continuó- bueno. Pues volvamos al campamento- Zarpa Sombría agradeció que su mentora no continuara hablando de ese tema. También agradeció que la relación con Garra Negra se hubiera arreglado por fin. Ya no quería tener que ignorar a una gata tan importante para ella.
   Llegaron al campamento. Durante el tiempo de su charla el tiempo había transcurrido, y el sol ya no se veía en el cielo. El color gris del atardecer llenaba el cielo sin nubes. La aprendiza dejó comida para los veteranos y las reinas, y luego se encaminó haciael montón de carne fresca. Tomó un ratón y comenzó a comer. No era tan rollizo domo de costumbre, pero eso no cambiaba su buen sabor. Acabó de comer y fue en dirección a la guarida de los aprendices. Moría de sueño.
   Dentro vió a Zarpa Abrasada. El gato se encontraba acostado en su lecho, y cuando ella entró, pareció moverse ligeramente. Zarpa Sombría se acercó a él y se acurrucó junto a su cálido pelaje anaranjado. Él abrió los ojos unos segundos. La aprendiza no sabía qué era lo que sentía por él, pero en la mirada del gato había un sentimiento extraño. Amor. Luego los volvió a cerrar y se acomodó para estar más cerca de ella. En unos minutos, ambos se quedaron dormidos, sintiendo el pelaje del otro junto al suyo.

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   El miedo se sentía en el aire. Un aullido de alarma indicó que había problemas. Zarpa Sombría y Zarpa Abrasada saltaron del lecho en el que estaban y corrieron afuera de la guarida. La luna estaba descendiendo. Tormenta Gris, el gato que estaba de guardia aquella noche, se encontraba rodeado por muchos proscritos, bufando y arañando el suelo.
   Varios gatos comenzaron a salir de sus guaridas para ayudar al gran gato gris, indefenso ante tantos oponentes. Zarpa Sombría corrió para agarrarse al lomo de uno de los invasores, que estaba distraído, a punto de abalanzarse contra Tormenta Gris. Esa distracción provocó que cayera bajo el peso de la aprendiza, que le arañó el costado, de donde comenzó a brotar sangre. El gato aulló de dolor. No era uno de los más fuertes. Es más; debía ser unas pocas lunas mayor que la gata negra. Su olor era extraño. Parecía no tener género, pero Zarpa Sombría podía percibir que era un macho. Luego recordó que los gatos podían nacer estériles, y vió que era un gato carey, lo cual facilitaba aquella condición en los machos. Eso lo había aprendido de Zarpa Luciérnaga.
   En su distracción, sintió como la mordían en el lomo. Las fauces que la sostenían la corrieron bruscamente hacia un costado y la soltaron. Una gran gata carey se abalanzó sobre ella, seguramente la madre del otro proscrito. La aprendiza se dió cuenta de que había expuesto su barriga, pero ya era demasiado tarde. Recibió un doloroso zarpazo en el costado.
   Cerró los ojos, y supo que era su fin. Sintió la sangre brotar de su herida, mientras la energía que le quedaba en el cuerpo se desvanecía rápidamente. Rezó en silencio al Clan Estelar.
   <<Porfavor, cuiden de mi clan>>

Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora