Capítulo 15

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   Zarpa Sombría despertó. Se levantó cuidadosamente y por accidente despertó también a Zarpa Abrasada, que dormía junto a ella.
   -¿Qué...?- gruño, somnioliento. Luego se percató de la presencia de la gata -oh, eres tú- pensó unos segundos- buen día.
   -Buen día- repitió la aprendiza.
   Juntos salieron de la guarida de los aprendices y miraron alrededor. El sol estaba saliendo en el horizonte, y ya todos estaban despiertos. La gata vió a Garra Negra charlando con Tormenta Gris, y estos les hicieron señas para que se acercaran.
   -Bueno. Hoy vamos a entrenar juntos- explicó Garra Negra -queremos ver como cazan en grupo. Así que vamos y a cazar ¿sí?- preguntó.
   -¡Sí!- dijeron los dos aprendices al unísono.
   -Perfecto. Vamos. Cazaremos cerca de los cuatro árboles.
   Emprendieron la marcha por el sotobosque. Durante su trayecto, Zarpa Abrasada logró oler un gorrión, y lo atrapó. Zarpa Sombría atrapó un par de esos más tarde, además de un campañol y una urraca muy rolliza. Se divirtió muchísimo cazando con su amigo, y él cazando con ella.
   Más tarde volvieron al campamento. Zarpa Sombría les dió la urraca y el campañol a los veteranos y luego llevó el resto a las reinas. Se dirigió al centro del claro, y cuando estaba por ir a la guarida de los aprendices, vió que Zarpa Abrasada se le acercaba. La gata se sentó y esperó la llegada de su amigo, que parecía indesciso.
   -¿Sabes? Fue muy divertido cazar contigo hoy. Ojalá se pueda repetir alguna vez- dijo. Pensó unos segundos- nosotros solos- añadió para si mismo, tal vez sin darse cuenta de que la aprendiza lo escuchaba.
   De pronto se oyó el sonido de pasos rápidos. Zarpa Sombría vió a Leónido corriendo por el claro en dirección a la guarida de los curanderos. Se acercó para saber que estaba pasando, y esta vez dos gatos casi la llevan por delante. Detrás de ellos salió Zarpa Luciérnaga, igual de alarmada.
   -¿Qué ocurre?- preguntó Zarpa Sombría.
   -¡Flor Trigueña!¡Va a dar a luz!- dicho eso salió corriendo en dirección a la maternidad con telarañas en la boca.
   Zarpa Sombría decidió ir a ver. Se dirigió allí a paso lento e inseguro, y al fim se paró en la entrada de la maternidad para ver y oír lo que pasaba dentro. Vió a Flor Trigueña, Flor Centeleante, Nube Blanca, Leónido, Garra de Pino, Pedregosa y Zarpa Luciérnaga, todos allí amontonados.
   La gata anaranjada resollaba y resollaba sin parar, al parecer demasiado exhausta para decir cualquier cosa. En unos momemtos, Zarpa Sombría alcanzó a ver un pelaje amarronado, pero luego nada más. No supo nada hasta que Pedregosa salió de la maternidad.
   -Son dos hembras y un macho- dijo.
   La aprendiza decidió que ya era hora de entrar a ver. Dentro, tres pequeños cachorritos se retorcían en el vientre de su madre, exhausta. Una de ellas era una atigrada rojizo oscuro, parecida a su madre, pero sin las patas blancas. La otra era de un marrón atigrado ligeramente más claro que su padre. El macho era exactamente igual a su padre, solo faltaba ver cuando abriera los ojos. Todos eran muy tiernos y preciosos.
   -¿Ya sabes cuales serán sus nombres?- preguntó Zarpa Luciérnaga con voz dulce.
   La gata negó con la cabeza - no todos. Solo sé que este será Pequeño Pino- señaló al pequeño cachorro con la cola y la aprendiza de curandera asintió, relajada.
   Zarpa Sombría moría de sueño, así que emprendió el camino hacia la guarida de los aprendices. Se acostó en su lecho, y en cierto momento sintió otro cuerpo pegado al suyo, que de seguro era Zarpa Abrasada. Poco a poco, logró quedarse dormida.

                                                      ● ● ●
 
   Zarpa Sombría se encontraba en el claro estrellado, aquel donde antes había visto a Zarpa Plateada. Esperó la llegada del aprendiz atigrado, pero no se apareció. En su lugar un guerrero blanco con rayas negras emergió de entre los árboles. La aprendiza sabía quien era, y le sorprendió su parecido con Garra Negra.
   -¿Garra de Serbal..?- empezó.
   -Sí- dijo su padre con una voz muy cálida.
   -Padre...- se interrumpió cuando un segundo olor familiar inundó sus fosas nasales.
   -Hay alguien más conmigo- anunció Garra de Serbal. Una gata negra de ojos ámbar surgió detrás de él.
   A Zarpa Sombría le subió un gruñido por la garganta.
   -Zarpa Sombría...- ronroneó su madre - ven, hija.
   -¡Cállate!¡Y no me llames hija!- rugió, rencorosa.
   -Espera.. yo...-empezó, pero la aprendiza la volvió a interrumpir.
   -¡No me importa!¡Te odio, te odio, te odio!- gritó, furiosa.
   -Hija, por favor, escucha a tu madre- le pidió Garra de Serbal.
   -Pero... ¿tú estás de su lado?¿Acaso tú también me odias?- preguntó, confundida.
   -Nadie te odia, hija mía. Dejame que te lo explique- pidió su madre. Zarpa Sombría se encontraba con las orejas echadas atrás y las uñas desenvainadas, y se mantuvo así, aunque asintió con la cabeza ante el pedido de Corriente Oscura.
   -Bien, cuéntale- dijo Garra de Serbal.
   -Verás. Cuando tu padre murió, yo me quedé sola cuidándote. Tú eras responsabilidad mía, y siempre hice lo que pude para protegerte- su mirada se mantenía melancólica- una noche, mientras dormía, el clan estelar me visitó en sueños. Era mi hermana. Me dijo... me dijo que tenía que dejarte ir. Que tenía que abandonarte, o que si no no sobrevivirías... y yo con muchísimo pesar, accedí. No podía hacer nada más. Te amaba y te amo mucho pero tu seguridad estaba primero, así que te dejé. Al día siguiente un grupo de proscritos me asesinó, y aquí estoy ahora- de pronto comenzó a sollozar- no quería que pensaras eso de mí... perdóname... porfavor...
   Zarpa Sombría se quedó con las orejas gachas y las pupilas dilatadas. Ella le había dicho a su madre que la odiaba, y la había maltratado. Ahora ella sollozaba y se lamentaba frente a su hija. La pena llenaba a la aprendiza.
   -No... perdóname tú a mí. No debí pensar todo eso...- dijo Zarpa Sombría.
   -Tranquila... todo está bien- dijo, consoladora.
   -Ahora debemos irnos- dijo Garra de Serbal.
   -Recuerda que te amamos- ronroneó Corriente Oscura.
   -No se vayan... ¡Padre!¡Madre!
   Los dos gatos comenzaron a desaparecer, parecía que se evaporaban, pero el brillo estelar de su pelaje no desaparecía. Zarpa Sombría despertó. Se levantó de su lecho, y salió de la guarida de los aprendices. Zarpa Luciérnaga se acercó a hablar con ella.
   -Oye... ¿cómo estás con lo de tu madre?- preguntó, preocupada.
   -La verdad...- comenzó Zarpa Sombría -¡Mejor que nunca!

Días sombríos #1/ Lealtad / Los gatos guerrerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora