Capítulo 17

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Capítulo 17

El príncipe Esteban buscó a su esposa apenas se enteró de la triste noticia. Él mismo quería mucho a la abuela de María...

E: mi amor...

M: Esteban... Mi abuela...

E: lo siento mucho, mi vida... Créeme... Me ha causado una tristeza inmensa...

La abrazaba con fuerzas mientras ella lloraba... Era natural que lo hiciera, adoraba a su abuela.

M: ella estaba bien... Hablamos hace unos días... Y ella...

No pudo seguir hablando, el llanto se interpuso.

E: no sé qué decirte, pero estoy aquí, a tu lado... Para lo que necesites...

M: quiero ir a ver a mi papá...

E: claro que sí... Podemos acomodar un poco las agendas, no te preocupes que yo me encargo de todo...

María lloró su pérdida... Y Esteban se mantuvo a su lado consolándola... Abrazándola... Aún ayudándola con los niños que al ser pequeños no entendían mucho.

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Sería un funeral de estado el que se llevaría a cabo para la Reina Madre.

Protocolos y ceremonias que tenían que cumplirse, formaban parte de la Casa Real Fernández-Acuña y aunque todos lloraban la muerte de una mujer tan querida, no podían pasarlos por alto.

Detrás del féretro caminaron los hijos, nietos, sobrinos y demás parientes. Entre los que por supuesto se encontraban la princesa María, de luto rigoroso, tomada del brazo de su marido, el príncipe Esteban que portaba su uniforme militar.

La sostuvo, la abrazó, caminó junto a ella y no se separó en ningún momento de su esposa y su familia. Era lo mínimo que podía hacer en un momento como ese.

La princesa María mantuvo la compostura, igual que todos en la familia, era parte de la formación que habían recibido, pero eso no le impidió que se le humedecieran los ojos en un par de ocasiones.

Y claro que las cámaras captarían todos esos pequeños detalles, pero sin dudas que estaban más al pendiente de María y Esteban, por alguna extraña razón.


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Si había un consuelo y una esperanza cuando fallecía alguien, eran los niños. El presente y el futuro...

La princesa María no podía deprimirse, a su abuela no le habría gusta eso y además tenía a sus hijos que dependían de ella, y por supuesto el amor de su vida, el príncipe Esteban...

El funeral y todas las ceremonias fueron maratónicas, agotadoras, desgastantes, pero la vida continuaba.

¡Ma-má!!

María volteó a la puerta y se encontró a su pequeña hija, en brazos de Esteban.

A sus escasos 9 meses la princesa Alejandra ya decía claramente "mamá" y "papá". Y en eso le había ganado a sus hermanos.

M: mi vida...

Ale: Ma-má...

E: sí, ella es mamá... ¿cómo te sientes, mi amor...?

Esteban le acarició una mejilla y se acercó a besarla.

M: bien... Es increíble que hayan pasado los meses...

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