Capítulo 24

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Capítulo 24

Pero Esteban y María estaban firmes en lo que iba a ser la dinámica familiar ahora que eran los nuevos reyes...

E: tengo 4 herederos más... Además... Están mis hermanos y mis sobrinos... La lista es larga, así que no se preocupen...

Por poco se le escapa lo del nuevo bebé.

"Eso es algo serio, Su Majestad... El rey Rafael y usted nunca..."

E: son situaciones diferentes, yo tenía más edad que Sebastián e inmediatamente asumí el puesto de heredero, mi padre empezó a delegarme responsabilidades y no había necesidad de viajar con él, cada quien tenía su agenda...

"Aún así, Su Majestad..."

E: por favor, digan lo que digan, no cambiaré de opinión. Mi hijo necesita aprender mucho y nadie mejor que yo para enseñarle todo lo que debe saber.

Y nadie más le tendría paciencia ni sería capaz de transmitirle el amor hacia lo que serían sus funciones en el futuro...

"Su Majestad, el heredero le perece a la corona..."

E: el heredero tiene un padre y una madre que decidirán por él...

...Hasta que fuera lo suficientemente maduro para tomar sus propias decisiones...

Necesitaban reunir al consejo y exponer el caso, o con el Primer Ministro, incluso se les pasó por la mente hablarle al Rey Rafael... Pero algo tenían que hacer...

>>>>>>

María y los niños ya se cambiaban de ropa en lo que Esteban volvía, seguirían ocupando el ala del palacio en el que vivían desde que se casaron.

Quizás unos meses después pensarían en mudarse al ala en donde durante siglos habitaban los reyes.

El príncipe Rafael fue el primero en sospechar que su papá había subido y salió a comprobarlo.

Rafa: ¡Papi!!

E: ¡mi amor!

Venía enojado, era la verdad, pero una de sus principales virtudes era disimular sus emociones. Y con sus hijos mucho más.

Tomó en brazos al niño y lo lanzó al aire, aquel juego le gustaba desde que era un bebé.

Caro: papito, ¿ya vamos a comer?

E: sí, princesa...

M: ¿quieres ponerte más cómodo?

E: si ya está todo listo, vamos...

Él, lo único que necesitaba era despojarse del saco y de la corbata.

Caro: ¡voy a llamar a mis hermanos!

Rafa: ¡yo también! (Bajándose de los brazos de su padre)

E: cuánta energía tienen, eh...

M: sí... ¿cómo te fue? ¿qué era eso tan importante por lo que te llamaron...?

E: no quieren que Sebastián y yo viajemos juntos...

La reina conocía de aquella regla, que aunque no era una ley, la gran mayoría la cumplía.

M: ¿qué les dijiste...?

E: que eso no va cambiar hasta que por lo menos nuestro hijo sea mayor de edad... Pero estoy seguro que querrán hacerme cambiar de opinión...

>>>

15 minutos más tarde, estaban en el mismo comedor familiar que los niños recordaban desde siempre.

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