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Unos años antes.

Su corazón se apretaba a cada paso que daba y la sangre esparcida aumentaba poco a poco, como una verdadera masacre que ella jamás haya visto en su maldita vida.

Según el informe, habían disparos y gritos, que necesitaban refuerzos a pesar de no ser muchos los que querían entrar a la casa de sus padres.

—¡Mina! —escuchó el gritó desgarrador que hizo su madre y no esperó a su esposa quien le advirtió que no entrase sola a la casa.

Hizo oídos sordos y entró a toda prisa para salvar a la mujer que le dió la vida. Recorrió la enorme sala de estar que no dejaba de estar pintada de rojo por los cuerpos acribillados de los hombres que cuidaban al señor y señora Myoui.

Mina jamás conoció tanto el miedo como lo estaba haciendo ahora, que la asfixiaba con la idea de que su padre y madre estuviesen muertos.

—¡Madre! —expresó aterrorizada por la sangre que salía de ella y por el arma que apuntaba a la cabeza de su mamá.— ¡Baja...!

Su cuerpo se sobresaltó por el disparo que se clavó en la sien de su madre y ver como el cuerpo de quien más amaba en la vida caía totalmente inerte al suelo, fue como si el mundo entero cayera sobre ella, haciéndola caer de rodillas contra la alfombra sangrienta que poseía el pasillo donde estaba de pie.

Todas las voces se silenciaron y siquiera notó como aquel hombre fue acribillado por los hombres que la seguían por seguridad y protección, y también por Chaeyoung que gritó en cada bala que impactó contra ese ser.

Mina no se encontraba ahí, no sabía exactamente donde estaba, ya que en su cabeza solo se repetía como la cabeza de su madre era baleada a quema ropa.

¿En verdad había pasado eso, o solo estaba teniendo un horrible sueño?

Volvió a la realidad cuando Chaeyoung la sacudió y la envolvió en un fuerte abrazo que, sinceramente, no la ayudaba a que siguiese pensando que era un sueño.

—Lo siento... en verdad, amor... —susurraba la rubia entre otras cosas de lamento, causando más golpes de realidad a Mina.

¿Si había pasado? Levantó su cabeza para verificar que solo estaba soñando y su mundo cayó totalmente cuando su madre estaba llena de sangre y con el agujero en su sien, dejando claro que no era un sueño.

—Madre...

—Te juro... te juro que encontraré quien lo hizo... te lo juro... —palabras que escuchaba lejanas y algo distorsionadas, pero que comprendía, por lo tanto, se aferró a ese cuerpo que la abrazaba y asintió viendo a la nada.

Sabía que era cuestión de minutos para que su llanto llegase, solo que su cerebro aún no había terminado de procesar lo sucedido.

—Mi señora... hemos encontrado un rastro.

No sabía cuánto hacia pasado, pero se alegraba de que sus hombres fuesen muy eficientes.

Giró su vista escalofriantemente lento hacia el hombre que habló y espero que hablara sin necesidad de que ella preguntase por lo que necesitaba saber.

Ella iba a sufrir su perdida, pero quien ordenó hacerla sufrir iba a vivir el infierno en persona para que así tuviera en cuenta que nadie tocaba lo preciado de Myoui Mina.

Claro que amaba a su hija y a su esposa, pero su madre su pilar principal, quien la mantenía con fortaleza para que no se derrumbara, ¿Y ahora? Ahora ese había sido destruido frente a sus ojos.

El dolor era totalmente inexplicable, pero iba a probar que tanto volaba su imaginación estando adolorida.

—Te acompaño, Mina...

Confusión | Michaeng G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora