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POV Mina

—Chaeyoung... Chae... ¿Chaeyoung? —tocó la parte donde siempre la encontraba y solo estaba lo calentito de sus sábanas apiladas a su lado.

Limpió su rostro cubierto de lágrimas y reparó a su alrededor para buscar a quien más necesitaba en ese momento de dolor. Que de solo traerlo a su mente, sus ojos se llenaban de agua.

¿Como sucedió aquello?

Nadie sabía de su escondite, nadie tenía información de su pequeña, excepto Dahyun, Mina, la niñera y su esposa. Y obviamente quienes protegían la casa de dónde se encontraban.

Podría ponerse a cavilar sobre el asunto, pero solo necesitaba a la mitad de su corazón cerca de ella. Necesitaba sentirla.

—Chaeyoung... —su voz estaba ronca por los gritos de hace poco y ardía de cierta manera.

Todo en ella ardía.

Las investigaciones ya habían arrojado resultado, pero entre su dolor, Chaeyoung la había convencido de que descansar primero era lo mejor, así buscaría a quien le hizo aquello con más determinación y frialdad.

Mina miró hacia el baño, creyendo que la rubia quizás estaba dándose una ducha, pero estaba demasiado en silencio para que estuviese ahí. Volvió a mirar sus manos, y lo que tenía en su muñeca la hizo derramar lágrimas muy fácilmente.

Tenía una pulsera hecha a mano, bastante fea y mal organizada. Si que era horrible, y recordó que su pequeña se había puesto triste porque se lo había dicho. Sin embargo, recordó esa hermosa sonrisa plasmada en su pequeño rostro cuando vió que estaba colocandoselo.

Ese recuerdo le dolió. Le dolió como si fuese una puñalada.

Llevó las manos juntas a su pecho y ahogó un sollozo. ¿Por qué demonios había pasado aquello? Seis malditos años protegiéndola, ¡Seis! Tan poco tiempo. ¿Cómo la encontraron?

—¡Chaeyoung! —gritó ya que no parecía que la escuchaba.

¿Dónde demonios estaba? Ya habían pasado más de media hora y no regresaba. Y recordaba que Chaeyoung había prometido que no estaría sola, que ambas llorarían juntas su perdida.

Mina no quería levantarse y salir a buscarla, porque si se levantaba, era con el único objetivo de matar al culpable de la muerte de su hija, el traidor, y quien ordenó hacerlo. Ambas, su esposa y ella harían sufrir a esas personas.

Así como lo hicieron anteriormente con el hijo mayor de Minatozaki y con sus sobrinos, quienes habían ordenado matar a su demás familia.

—Amor... ¿Dónde... mierda estás? —susurró débilmente, acariciando uno de los recuerdos que tenia de su pequeña en la muñeca.

No se sentía que fuese la fría e indiferente Myoui Mina cuando habían borrado la existencia de su pequeña. En esos momentos era una sensible y llorona Myoui Mina que no podía dejar de tocar lo único que tenía encima de su pequeña.

Todo gracias a su esposa. Fue ella quién le dijo que la usará para que su hija no estuviese triste, y no lo negaba, la sonrisa que esbozaba era tan malditamente genuina.

Y es como si recordar uno... incitará a los otros a presentarse, haciendo sentir miserable a Mina, más tonta por no cuidarla como se debía.

¿Era su culpa que la asesinaran? ¿Lo era? ¡claro que lo era! Era su culpa por dejar que entrarán a su escondite.

—¿Chaeyoung? —preguntó al instante, sin siquiera dejar sonar el móvil que tenía en su buro. La desesperación y dolor la estaba empezando a invadir por completo su cuerpo.

Confusión | Michaeng G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora