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Un año antes.
Corea del Sur

Eso no podía estar pasando. Chaeyoung se sintió como una porquería, como una rata traicionera a pesar de que no era así. Claro que no lo era.

Jamás haría esa bajeza aun cuando se lo ordenaran.

Respiró hondo.

Sólo tenía una oportunidad antes de que llegasen a la casa y atacarán a todos. Tecleo rápidamente un número confiable y llamó con esperanza de que no se negasen a su petición, lo cual era imposible ya que por ser la esposa de Myoui Mina tenía todo privilegio y uno de ellos era que jamás le negaban nada.

-Jeongyeon, necesito un favor urgente.

Debía ser rápida antes de que ellos fuesen más ágiles y adelantarán el ataque. Su puto corazón no se quedaba quieto y su pecho sentía que no podía retener más sus frenéticos latidos.

Se sentía desesperada, y para estados así, se tomaban decisiones desesperadas y ella, obviamente, no era la excepción e hizo su última jugada que podía ser arriesgada, pero que valía la pena si era por su esposa.

Caminó de regreso a su habitación y se acostó junto a Mina, quien dormía plácidamente y la envolvió en sus brazos cuando la sintió a su lado.

Eran muchas las razones del porque la amaba tanto, pero lo que enloqueció a su corazón fue las genuinas sonrisas que Mina podía mostrar siendo ella misma y no una fachada llena de frialdad que mostraba a los demás.

Podía pasar una noche entera en definir el porqué está tan enamorada de la mafiosa Myoui Mina, el porqué acepta sus arrebatos o esas matanzas que hace, que diría que no es sin ningún sentido, ya que Chaeyoung estuvo presente en una de esas y fue con todo sentido de la palabra venganza.

-Por ti me suicidaría si yo misma te hago daño. -susurró contra su sedoso cabello.

Sus brazos se sentían tan malditamente bien, tan malditamente reconfortante que no quería alejarse, no quería dejarla y su corazón punzaba cuando la sola idea de no tenerla cerca pasaba por su cabeza, pero era eso... o seguirla lastimando indirectamente.

Y eso, para Chaeyoung aún cuando no era su culpa, era totalmente imperdonable.

-Mi perfección no se terminará... así que duerme, glotona. -vió como Mina abrió un ojo tiernamente para mirarla y después lo cerró, aferrándose más al cuerpo de chaeyoung.- Te ves cansada, obedece.

La rubia sonrió por esa voz autoritaria, deteniendo todo impulso de llorar y confesarle por lo que estaba pasando, y no hizo más seguir mirando a su esposa dormida.

Tenía toda intensión de ver cómo dormia unas horas más, pero en su teléfono llegó una notificación que era la que estaba esperando.

Es decir, Jeongyeon había hecho el favor. Así que ella tenía que proceder con su parte y saber actuar cuando todo sucediera, luego de eso... hacer lo más difícil para ella.

Su noche transcurrió en pensamientos mayormente hacia Mina y su pequeña que la amaba como si fuese suya, en como su esposa reaccionaria a lo que ella haría, o que pasaría por su cabeza cuando todas las pruebas la culparan a ella, a su esposa de traición.

Y, todo eso, no dejó que durmiera ni un solo segundo.

Mina había pasado por tanto dolor por eso que ella tenía, por eso que Chaeyoung llevaba sin que lo notase. Trató de recordar cuando se lo pudiesen haber instalado, pero todas las ideas que llegaban a su cabeza eran descartadas porque era difícil ejecutarlo en esa pequeña fracción de tiempo.

Confusión | Michaeng G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora