El sol de la tarde brillaba suavemente sobre el campus universitario, dándole un resplandor dorado a todo lo que tocaba. Las risas de los estudiantes resonaban en el aire, pero Sungho apenas las escuchaba mientras caminaba por el sendero empedrado hacia su lugar favorito: el viejo banco debajo del gran roble, el lugar donde todo había comenzado.Danhee ya estaba allí, sentada con las piernas cruzadas y una ligera sonrisa en el rostro, mirando hacia el horizonte como si estuviera atrapada en sus propios pensamientos. Sungho se detuvo a unos pasos de ella, observando cómo la luz del sol jugaba con su cabello. Era una imagen que había visto cientos de veces, pero sabía que pronto solo sería un recuerdo.
El aire estaba impregnado de una mezcla de alegría y melancolía. Se acercaba el final de su último año universitario, y con él, el fin de una etapa que ambos sabían sería imposible de recuperar. Danhee se iba a una prestigiosa universidad en el extranjero para continuar con sus estudios, mientras que el había decidido quedarse en su ciudad natal para ayudar con el negocio familiar. Sus caminos, que habían estado tan entrelazados durante los últimos años, ahora estaban destinados a separarse.
—Siempre supe que te encontraría aquí —dijo, rompiendo el silencio mientras se sentaba a su lado.
Danhee giró su cabeza y le regaló una sonrisa cálida, pero también triste.
—Sabes que este es mi lugar favorito, donde todo comenzó, ¿recuerdas? —dijo ella, jugando con los pétalos de una flor que había recogido del suelo—. El primer día de clases, cuando te perdiste y terminaste sentado aquí, justo a mi lado.
Sungho rió suavemente, recordando ese momento. Había sido un desastre, nervioso y desorientado, hasta que Danhee lo había saludado con una amabilidad desarmante.
—Nunca me he arrepentido de perderme ese día —contestó, su mirada fija en ella—. Fue la mejor pérdida de mi vida.
La castaña lo miró, y por un instante, ambos compartieron un silencio que lo decía todo. Los momentos que habían vivido juntos, desde las risas hasta las discusiones, las noches de estudio y las tardes bajo ese roble, estaban a punto de convertirse en recuerdos. Sabían que el final de esa etapa estaba cerca, y aunque lo habían evitado durante semanas, ahora no podían ignorarlo más.
—No puedo creer que esto realmente esté sucediendo —susurró, sus ojos brillando con lágrimas contenidas—. Todo está a punto de cambiar.
Sungho asintió, sintiendo una presión en su pecho. Sabía que las palabras no serían suficientes para aliviar el dolor de la despedida.
—Lo sé. Y aunque no quiero que te vayas... —comenzó, con la voz quebrada—, quiero que persigas tus sueños. Este es tu momento.
Danhee lo miró, y una lágrima rodó por su mejilla. Sabía que él tenía razón, pero eso no hacía las cosas más fáciles.
—Sungho... siempre has sido mi ancla. Me has dado tanta fuerza, y no sé cómo será todo sin ti —admitió ella, su voz quebrándose. Se limpió las lágrimas rápidamente, tratando de mantenerse fuerte—. Pero siempre te voy a recordar. Pase lo que pase, siempre estarás conmigo, en cada paso que dé.
El corazón del pelinegro se apretó al escuchar esas palabras. Quería decirle que también la recordaría, que cada rincón del campus y cada rayo de sol le recordarían a ella. Pero, ¿cómo se puede encapsular en palabras lo que significa alguien tan importante?
—Yo también te voy a recordar —dijo finalmente, su voz llena de emoción—. Todos los momentos, todas nuestras risas, las largas conversaciones hasta la madrugada... No importa dónde estés, siempre formarás parte de mí.
Se quedaron en silencio, escuchando el suave susurro del viento entre las hojas del roble. El tiempo parecía detenerse, como si el universo les estuviera dando un último respiro antes de que el inevitable cambio llegara.
—¿Sabes qué es lo más curioso? —dijo Danhee después de un rato, con una pequeña sonrisa—. A pesar de que nos estamos despidiendo ahora, siento que siempre vas a estar conmigo, de alguna manera. Como si los recuerdos fueran más fuertes que la distancia.
Sungho le tomó la mano, entrelazando sus dedos con los de ella, y la apretó suavemente.
—Eso es porque lo serán —contestó él—. Porque este no es un adiós, Danhee. Siempre serás parte de mí, aunque estemos lejos. Siempre te llevaré en mi corazón.
Ella lo miró con una mezcla de gratitud y tristeza, sabiendo que esas palabras eran ciertas, pero que no hacían menos doloroso el momento. Sin embargo, había una paz en saber que, aunque se separaran físicamente, sus recuerdos vivirían en ellos, inquebrantables.
La tarde siguió desvaneciéndose en la noche, y el sol finalmente se ocultó en el horizonte. Sungho y Danhee se quedaron bajo el roble un rato más, disfrutando del silencio compartido, sabiendo que ese momento se grabaría en sus corazones para siempre.
Cuando llegó la hora de irse, se levantaron lentamente, con las manos todavía entrelazadas. Danhee miró a Sungho por última vez antes de soltar su mano.
—No importa dónde vayamos, Sungho, te llevaré siempre conmigo. Y sé que, aunque nos separemos ahora... siempre recordaré cada momento.
Sungho asintió, su garganta apretada por las emociones que no podía expresar.
—Yo también, Danhee. Siempre.
Y con esas palabras, cada uno tomó su camino, pero sabiendo que, a pesar de la distancia, nunca se dirían realmente adiós. Porque algunos recuerdos, los verdaderamente importantes, nunca desaparecen.
muse;
park sungho - boynextdoor.
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chaconne; kpop stuff.
Fanfictionone shots del kpop en general, solo hombres. -ideas mías que no tuvieron tanto potencial para una historia independiente- -todo tipo de os-