𝐘𝐎𝐔 𝐀𝐍𝐃 𝐈 ⭑ 𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍𝐏𝐋𝐀𝐘

𝐏𝐥𝐚𝐲 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐅𝐢𝐫𝐞

Maratón especial: 2/3

Intenabo » Jack Conway x Gustabo García
Dirty Talk, Smut.

La atmósfera se sentía tranquila en la oficina de Conway, pero cargaba con una tensión que tenía intranquilo al menor.

Gustabo creía que podía ahogarse con la calor que comenzaba a aparecer.

Sin duda alguna, lo que predominaba en esos momentos, era el claro deseo que se palpaba en el aire.

Aún así, estaba teniendo un debate interno en su cabeza.

"¿Será inapropiado besarlo?".

Moría por besar a Conway.

Aquel hombre volvía loco sus sentidos y no creía poder aguantar un segundo más sin probarlo.

¿Qué podría salir mal si intentaba dar un paso un poco más atrevido con el Superintendente?.

Sin darle más vueltas a sus pensamientos, se lanzó a besar al más alto.

Conway se sorprendió en un principio, pero rápidamente tomó la cintura del rubio entre sus grandes manos, correspondiendo el beso con el mismo deseo.

En pocos segundos, sus lenguas se encontraron en una guerra por la dominancia.

Guerra que claramente, fue vencida por Conway.

Se separaron al sentir la necesidad de tomar aire, con un hilo de saliva aún uniéndolos.

Gustabo bajó la mirada, mientras sus mejillas tomaban un intenso tono carmesí.

Toda la confianza que lo invadió hace unos minutos, se había esfumado por completo.

— Lo siento mucho, Conway... No sé en qué estaba pensando. — Sonrió con timidez. Sentía la vergüenza brotar por sus poros.

Su excusa fue una mierda.

Sabía a la perfección lo que estaba haciendo, pero el miedo le invadió al pensar que Conway no quería lo mismo.

Sus dudas fueron resueltas cuando de manera inesperada, el mayor unió nuevamente sus labios en un beso más deseoso que el anterior.

Uno desesperado.

Ansioso por ir más lejos.

— Esperé tanto por este momento... — Conway jadeó entre besos, recorriendo con su lengua la cavidad bucal del menor.

Los labios de este último eran el manjar más delicioso que había probado en su vida.

Suaves y con aquel ligero sabor a fresas que le provocaban no querer separarse de ellos.

Sin duda alguna, podía hacerse adicto a esa boca.

Conforme los besos y caricias se incrementaban, la temperatura en la oficina era cada vez más sofocante.

Sus cuerpos comenzaban a necesitar el tacto del otro.

El rubio dirigió su mano al bulto que se formaba dentro de los pantalones del contrario.

Al momento de sentirlo, no pudo evitar que una ola de placer recorriera su cuerpo con la imagen mental de la erección de Jack en sus manos.

"Jack."

Se sentía tan correcto llamarlo así.

Sus dedos bajaron hasta el cierre del pantalón con la clara intención de tocar un poco más, pero un jalón de cabello por parte del contrario lo trajo de regreso a la tierra.