Capitulo 2 -La niña y la sorpresa-

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¿Cuanto tiempo se supone que debemos estar aquí? No me malinterpreteis, me gusta mi nueva familia, pero echo de menos a los demás... A Mira... A Levy... A Gray... A Makarov... A todos. Incluso a Natsu, aquel escandaloso, desastroso, destructivo y sonriente Natsu. Pero sobre todo a Happy... Cuando nos separamos, Erza nos dijo que aquel pequeño y dramático felino azulado, había huido junto a Wendy, y ya no supimos nada de el...

Me cuesta pensar en ellos. Si no me tomo un par de cervezas antes, las lágrimas me traicionan. Por eso era ya la tercera que le pedía a Midori. Kaoru llevaba ya casi tres cuartos de hora con Natsu y me estaba sacando de quicio... Dragneel había mandado al peliverde investiga sobre el ya inexistente Fairy Tail cuando fuese solo de misión. Debía informarle de todo y todos los que tuvieran relación con nuestra antigua familia... Por mucho que lo ocultase, Natsu los extrañaba... Bueno, que se me va el santo al cielo... Estaban tardando demasiado. Hasta Midori me miraba extrañada, a aquellas horas de la mañana era atípico que esos dos tuviesen ganas de hablar, sobre todo sabiendo como eran...

Pero todo empezó a tener sentido cuando Kaoru atravesó la puerta del despacho de Natsu en aquel segundo piso, cayendo al primero, dándose un fuerte golpe en la espalda. No estaban hablando. Al igual que siempre que el pobre muchacho volvía de algún trabajo y entraba en el despacho de Natsu, acababan en peleas peligrosas para el resto del gremio que estábamos allí, es decir, Midori y yo... Malditos los días después de celebrar una fiesta, todos están en casa con resaca.

-¡Me cagüen la puta, Dragneel! - Gritó el peliverde mientras se levantaba del suelo y envolvía su cuerpo en rayos. Magia eléctrica.

-¿¡Cuantas veces hay que decirte que me llames "maestro"?! - y ahí estaba la razón de haber visto a Kaoru Namikaze volar.

-¡No voy a llamar maestro a alguien que tiene el pelo rosa! - Era curioso ver como a pesar de la bronca que estaban armando, Kaoru sonreía.

Pero algo los interrumpió. La puerta que después de entrar, había cerrado, fue abierta por una niña de no mas de trece años. Su pelo negro atado en dos coletas caídas a ambos lados de su rostro y el vestido de color rojo eran inconfundibles. Nanami había llegado al gremio. Os preguntaréis que hacia una pequeña niña, dulce e indefensa en un gremio de asesinos crueles, sanguinarios e inclementes... Fácil. Rescatamos a Nanami hace cinco años de un pueblo en ruinas, culminado por las llamas y devastado por el odio... Nuestra misión aquel día era destruir detener y acabar con la persona que atentaba contra aquel pueblo una y otra vez... Pero llegamos tarde, o eso creímos. Mientras tratábamos de encontrar pistas que nos llevaran al causante de aquel magnicidio, encontramos a una niña de apenas siete años llorando dentro de un armario, con heridas por todo su cuerpo. Había sido golpeada, violada y torturada por tan solo ser la hija del que había sido el alcalde de aquel pequeño y agradable pueblo ahora reducido a cenizas y con la única lugareña allí presente, llorando, rezando seguramente por que no le hiciésemos nada malo. Y sus plegarias fueron escuchadas. Nuestro trabajo allí, de momento, había culminado, por lo que con cuidado, cogí a aquella pequeña niña y nos la llevamos al gremio, para que Nana, la maga de curación que semanas antes había ingresado a Dragón Skull, hiciese algo.

Desde aquel dia, descubrimos muchas cosas sobre Nanami. Se pegó a Natsu y a mi dándonos un toque de alegría. El gremio estaba mas animado cuando la pequeña niña rondaba por ahí... Y la azabache no era tonta. Sabia perfectamente lo que pasaba. Quienes eramos nosotros. Que hacíamos. Pero aun así, se quedó. Aunque le hubiésemos dado la oportunidad de irse e iniciar una vida diferente se quedó con nosotros. Quería vengarse... Quería que el responsable de aquel devastador fuego que arrasó con su hogar, desapareciese.

Como era habitual, cuando ella entró al gremio, los insultos y las brocas cesaron. Eramos asesinos, pero no bestias. Queríamos criar a una niña con modales. Así eramos nosotros...

- Natsu-nii, Natsu-nii~ -Llamó la pequeña a Natsu. Era gracioso ver lo mimada que tenía a Nanami, ya que nadie excepto ella y yo, llamaba al peligrosa por su primer nombre - Fuera del gremio hay alguien que te busca~

Natsu enseguida bajó de un salto desde la segunda planta. Algo serio, ya que todo el que sabia que Natsu estaba ahí, podía entrar al gremio sin problemas.

- Nanami-chan - Dije yo - ¿Ya sabes quien es? - ella tan solo negó alzando los hombros.

Natsu se colocó el gorro de la capa que siempre llevaba, y yo hice lo mismo. Desde luego no dejaría que ese idiota de Dragneel saliese solo a ver a alguien que lo conoce. No. Podría ser peligroso.

-Gracias enana -colocó su grande mano derecha sobre la cabeza de Nanami, dándole un leve golpe en la frente, para después, mirarme a mi y tras yo asentir, comenzar a andar hacia la puerta.

Pero fue extraño ver como aquella persona que con tanto esmero quería ver a Natsu, apareció frente a las puertas de roble que inusualmente estaban abiertas.

Y ahi la vimos. Alta, elegante, imponente, seria pero sonriente, con su larga cabellera pelirroja ondeando a causa de la corriente que hacia la colocación estratégica de los arboles al rededor del gremio, y su armadura brillando al sol. Ahí estaba ella. Frente a las puertas del gremio mas peligroso de Crocus, la mujer que tantos malvados había hecho doblegar. Erza Scarlet estaba parada frente a las puertas del Dragón Skull.

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