Capitulo 13 -La angustia-

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El grito de Natsu al ver a su compañera en el suelo, fue lo que alertó a todo el mundo. La sonrisa de Zeref se ensanchó. Dirigió la mirada al dragón, y antes de que cualquiera se diese cuenta, se montó sobre este y echó a volar. Ya había cumplido con su cometido allí. Para que destrozar a Natsu él mismo, si podía dejar que el dragon slayer acabase con su propia cabeza. Lucy siempre había sido su objetivo, lo peor, es que ella ya sabía de aquello. Pero aquello que hacía años ya les había hecho pasar un mal tiempo, volvía a atacar. Y aunque la rubia pensase que podía aguantar, estaba claro que no fue así.

Natsu corrió hacia ella, se agachó, e intentó despertarla. Pero como ya suponía, no funcionó. Lucy no respondía ni a su voz, ni a los zarandeos, ni a nada. Apenas respiraba incluso. Y el pelirrosa se estaba poniendo realmente nervioso. Tales eran los nervios, que el fuego que mantenía a Fairy Tail apartado de todo aquello se apagó, haciendo que estos se acercasen a ver qué era lo que realmente había pasado.

Abrazó a su compañera. No le gustaba verla tendida en el suelo. Se estaba desmoronando. Ahí, delante de todos. Algo que no se había permitido en diez largos años. Hundió el rostro en el cuello de la contraría, murmurando una y otra vez, rogando que despertase. No quería volver a pasar por lo que una ve pasó. Se suponía que le tocaba protegerla, que él era quien debía mantenerla a salvo, y no al revés. Pero eso no había sido así. Se sentía impotente. Incluso sus ojos se habían llenado de lágrimas.

- Natsu... No podemos quedarnos aquí.

Fue Gray, que apoyando una mano en el hombro de quien una vez fue su mejor amigo, habló. Pero claro, Natsu negó. No quería moverse siquiera, no quería dejarla allí.

- Podemos ocuparnos... Necesita atención médica...

Y ahora Wendy. Por supuesto, estaban preocupados. Como para no estarlo. Casi todos allí habían oído la historia de cómo esto había pasado con anterioridad. De cómo lo pasaron todos al no tener médicos en el gremio que pudiesen atenderla. Pero la situación ahora era diferente.

El mago de fuego se lo pensó. Sabía que lo mejor para ella era estar atendida por alguien que era consciente de lo que hacer, no por él. No por alguien que notaba como el calor comenzaba a subir desde la misma punta de los pies.

- La llevaremos a mi casa. -Ahora Erza. La única que hizo que Natsu alzase la cabeza.- Tengo una aquí cerca. Es bastante grande como para que entremos todos.

Y es que Erza nunca había abandonado del todo Magnolia. Tenía rentada una mansión un tanto espaciosa.

Natsu miró a sus antiguos compañeros. Afirmó, pero fue tan sutil que apenas se predijo por los que estaban más lejos. Articuló un discreto "gracias", pero la voz no le llegó a salir, y se levantó, teniendo cuidado con aquella que en brazos sujetaba.

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