Capitulo 11 -El rugido y la desesperación-

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Gracias a Dios, el día no estaba como para que la gente saliese a la calle. Para darle un cierto tono de tristeza, el tiempo decidió empeorar, y no había dejado de llover desde exactamente las cinco de la mañana.

El funeral sería a las diez. Después de aquello, había programada una comida, que claramente serviría como última despedida. Y tras eso, todos volverían a casa. Pero aquello no llegaría a ser así...

Nuestros protagonistas, bajaron a desayunar en cuanto el restaurante del hotel abrió, a las siete, con la esperanza de no encontrarse con nadie, de poder estar tranquilos aunque fuese un par de horas. Pero no. Aquello era un caos. Todo el mundo había madrugado, o simplemente se había despertado por el ruido, ya que después de la cena del día anterior se habían quedado dormidos en aquel lugar. El comedor estaba tan lleno como la última vez, y desgraciadamente, más ruidoso. Pero eso no les impidió sentarse a desayunar en una mesa apartada, solos ellos dos. El aura que tenían alrededor era suficiente como para que nadie se quisiese arriesgar a acercarse a ellos. Cosa, que por supuesto, los magos del gremio oscuro que el dragon slayer regentaba sabían.

- ¿Siempre son así? -El ya no tan joven felino azul volaba junto a Midori, preocupado, por supuesto, sin dejar de mirar a los que habían sido sus compañeros.

- Sí, siempre... Al menos cuando desayunan en el gremio.- Supongo que son diferentes a como los conocías.

El gato afirmó con la cabeza, preocupado por supuesto, pero al ver como ambos magos se levantaban al acabar ya de desayunar, suspiró, centrándose ahora en sus pequeños.

Si que habian cambiado, sí, y eso preocupaba a Happy. ¿Como había sido eso posible? ¿Como habían dejado que aquello pasara? Fairy Tail había dejado de existir como tal, sí, pero aquel sentimiento que los unía, aquella sensación de "familia" jamás desapareció en ninguno de ellos. ¿Por qué en Natsu y Lucy sí?

Pero aunque esa era las preguntas que el Exced se hacía una y otra vez, realmente ni Natsu ni Lucy habían dejado atrás a la familia que ahora, después de tanto tiempo, estaba con ellos. En realidad, en ningún momento los habían dejado atrás, pues eran quienes eran solamente para protegerlos. Eran fugitivos por el mero hecho de querer derrotar a Zeref para que Fairy Tail estuviese a salvo.

Para las ocho, tanto Natsu como Lucy estaban ya preparados para salir. Se había mentalizado para lo que aquello podría ser. No querían llorar frente a la gente, aunque sabían que aquello llegaría a ser complicado. Hubo un tiempo en el que Makarov fue un auténtico padre para ambos, y decirle adiós, aunque llevasen años sin verlo, era mucho más duro de lo que pensaban.

El cementerio estaba a rebosar de gente. Magos de todas las ciudades se habían acercado hasta allí para dar aquel último adiós. Por supuesto, la lluvia no fue impedimento alguno. Las lágrimas de muchos de los presentes caían al suelo junto a las gotas que desde el cielo se precipitaban, y ellos, apartados de todo aquello, pero con una clara visión de la que ahora era el mausoleo de su antiguo maestro. Aun cuando eran cubiertos por sus capas, se podía apreciar cómo ambos magos estaban cogidos de la mano. Lucy, apoyada en Natsu, aguantaba unas lágrimas que no podía permitirse derramar. El pelirrosa en cambio, acariciaba una y otra vez la mano de su compañera, más tembloroso de lo que le gustaría...

Pero algo hizo que ambos magos, se separasen de golpe.

Un rugido que provenía del cielo.

Todos los allí presentes alzaron las miradas, e incluso gritos de horror se escucharon al ver quien había emitido semejante ruido ensordecedor.

Los miembros de Fairy Tail, no tardaron en reconocer de quién se trataba. Pues años atrás, una y otra vez habían sido atacados por este, siendo antes advertidos por exactamente el mismo rugido. Después de todos aquellos años, después de tanto tiempo, ahí estaba él sobre el lomo de un enorme dragón negro.

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